OPINIÓN: ¿Quién está detrás del atentado contra la ONU en Nigeria?
Tolu Ogunlesi es un editor de especiales en Next, un periódico en Nigeria
Este viernes, un coche bomba explotó en el conjunto de las Naciones Unidas en Abuja, capital de Nigeria , matando a por lo menos 18 personas e hiriendo a muchas otras. Esta es la más reciente y ambiciosa detonación con bombas de una serie de atentados que han impactado a la ciudad en el último año.
El anterior fue en junio, mismo que tuvo como objetivo los cuarteles generales de la policía en Abuja, matando a dos personas.
Boko Haram , un grupo islámico extremista (a veces denominado como el Talibán nigeriano) se adjudicó la responsabilidad de esos ataques. Boko Haram puede ser traducido como "la educación occidental está prohibida/ es pecaminosa".
El grupo tiene el desprecio de la autoridad gubernamental y quiere establecer un estado regido por la Sharia en el norte de Nigeria. Boko Haram existe desde hace varios años, hace proselitismo y dirige una mezquita y una escuela religiosa, aunque adquirió relevancia nacional hasta que atacó estaciones de policía y prisiones, en julio de 2009, en áreas del norte de Nigeria.
En represalia, las fuerzas de seguridad nigerianas lanzaron una ofensiva despiadada. Cientos de personas fueron asesinadas, el campamento de Boko Haram fue destruido, y su líder, Mohammed Yusuf, fue tomado prisionero. Tiempo después moriría bajo la custodia de la policía; varios agentes enfrentan actualmente juicio (algo de la ira del grupo se puede rastrear en lo que dice es la arbitrariedad que ejerce la policía y los militares nigerianos).
La violencia perpetrada por Boko Haram es normalmente difundida por los medios de comunicación internacionales como una evidencia de las tensiones existentes entre la Nigeria "predominantemente cristiana en el sur" y su "norte predominantemente musulmán". También han habido teorías de que los musulmanes del norte no están contentos de que un cristiano del sur sea el presidente, en un momento en que, de acuerdo con los términos de un pacto informal de rotación norte-sur del partido en el poder, un norteño debe ser presidente, y que las actividades de Boko Haram son una expresión de ese sentimiento de desdicha.
En el mejor de los casos, esta es una manera simple de ver los problemas, y en el peor, algo peligrosamente engañoso. La violencia ejercida por Boko Haram no puede ser reducida a una crisis del norte contra el sur. Cuando estalló, en 2009, Uman Yar'Adua, un musulmán del norte, era presidente. Una crisis similar estalló en el estado de Kano, en la que estuvo involucrada una secta conocida como Maitatsine ("el que maldice"), en diciembre de 1980, cuando estaba en el poder Shehu Shagari, también musulmán del norte.
La religión ciertamente juega un papel muy importante en la crisis, como lo hace en la vida cotidiana de Nigeria, pero el reducir las sectas islámicas extremistas a movimientos "anticristianos" apenas ayuda a una mejor comprensión de la cuestión.
En la elección de sus enemigos y objetivos, las sectas islámicas extremistas por lo general no discriminan entre los no musulmanes y los musulmanes moderados (categoría a la que con certeza se puede decir que pertenecen la mayoría de los musulmanes de Nigeria.) Boko Haram se ha adjudicado los asesinatos de numerosos políticos musulmanes influyentes en el norte de Nigeria. Al menos dos gobernadores musulmanes del norte, bajo amenaza de ser atacados, tienen que pedir disculpas al grupo.
El papel de los factores sociales —pobreza y analfabetismo— tampoco puede ser ignorado. Hay millones de jóvenes pobres en el norte para quienes la única educación disponible y fomentada es la islámica itinerante. Ellos son un ejército listo para los proveedores de enseñanzas radicales.
Finalmente, los ataques en Nigeria evidencian la creciente internacionalización del terrorismo.
El atentado con bombas a las Naciones Unidas verdaderamente sugiere un "grado más alto" en la estrategia de operación de Boko Haram, lo cual hace surgir preguntas sobre influencias provenientes del extranjero.
Demasiado se ha especulado sobre si Al-Qaeda –quien tiene una rama en áfrica del Norte, Al-Qaeda en el Maghreb islámico (AQUIM, por sus siglas en inglés), activa en regiones de África Occidental— se ha infiltrado en Nigeria. (al Qaeda ha estado anteriormente implicada en la detonación de bombas en oficinas de Naciones Unidas ubicadas en Argel y en Bagdad).
Hasta hace poco, esas especulaciones fueron ampliamente descartadas, no porque estuvieran lejos de la realidad, sino porque no parecían contar con evidencia concreta alguna.
Sin embargo, esas preocupaciones ya no están más descartadas con el mismo aplomo. En junio, Noman Benotman (alguna vez estrechamente vinculado con los principales miembros de Al-Qaeda, y ahora analista en terrorismo y experto en las desradicalización), dijo ante el público en un seminario sobre seguridad global organizado en Londres por la Fundación Thomson Reuters que, mientras que Boko Haram no está estructuralmente conectado con Al Qaeda, "sin duda" existen algunas formas de contacto entre los dos grupos.
Hace tan sólo una semana, The New York Times informó que Boko Haram parece estar ramificándose y colaborando con los afiliados de Al-Qaeda, alarmando a analistas y funcionarios occidentales que previamente habían visto aquí a los militantes en gran parte aislados, terriblemente amenazados".
En un artículo reciente sobre Boko Haram sugerí que "sólo es cuestión de tiempo antes de que una alianza en beneficio mutuo sea puesta en marcha, el valor de la marca y la eficacia de la organización de Al-Qaeda se combina con la experiencia local y la habilidad de reclutamiento de Boko Haram".
Sería un escenario de ganar-ganar para ambos grupos.
Pero otra vez, siempre existe la posibilidad de que este atentado contra el recinto de la ONU no tenga algo que ver con Boko Haram o con Al-Qaeda. Cualquiera que busque desacreditar al gobierno de Nigeria, por cualquier motivo, podría estar detrás de esto. Estarían demasiados contentos como para permitir que Boko Haram se adjudicara el golpe.
El hecho de que el gobierno de Nigeria aparezca constantemente como impotente y falto de coordinación en su lucha contra el terrorismo significa que los terroristas —y podría haber más de un grupo acechando en las sombras— probablemente se vuelvan más seguros tanto en los métodos como en lo que elijan atacar.