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OPINIÓN: La gloria de EU en un cuadro sobre los derechos civiles

El problema con el que todos vivimos, la pintura de Norman Rockwell, muestra con detalles que EU elige la justicia
mié 07 septiembre 2011 07:48 AM
Obama
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Nota Del Editor: El colaborador de CNN, Bob Greene, es un exitoso autor, entre cuyos libros están Late Edition: A Love Story (Última edición: Una historia de Amor) y Duty: A Father, His Son, and the Man Who Won the War (Deber: Un padre, su hijo y el hombre que ganó la guerra).

(CNN)— Este verano, en un pasillo afuera del Despacho Oval en la Casa Blanca, cuelga uno de los más reconocidos cuadros estadounidenses, pintado por uno de los artistas más grandes del país.

Llamada El problema con el que todos vivimos, la pintura de Norman Rockwell está inspirada en la experiencia de Ruby Bridges, una niña de seis años en Nueva Orleans durante 1960, que quería entrar a la escuela primaria.

Los tribunales habían ordenado que la escuela fuera integrada (escuelas en las que conviven personas de distintas razas); ciertos elementos de la comunidad deseaban lo contrario.

El presidente Barack Obama aprobó, personalmente, que el cuadro fuera expuesto en el Ala Oeste, dentro de la Casa Blanca. Numerosos informes sobre la pintura han establecido –de manera imprecisa- que el cuadro apareció por primera vez en la portada de la revista Look, en enero de 1964.

La pintura de Rockwell estaba en esa revista, en su edición de enero, pero no en portada. Ninguna revista lo hubiera hecho. La obra mostraba a Ruby Bridges, con un vestido blanco, portando sus libros escolares, lápices y una regla, mientras que detrás de ella estaba, garabateado en la pared, el más vil de los insultos raciales, al que hoy se refieren como "la letra N (the n-word)". Un jitomate arrojado contra la pared; cerca del filo de la misma pueden apreciase las iniciales KKK (de Ku Klux Klan).

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En la obra de Rockwell no aparecen las multitudes burlonas y amenazantes que acompañaban a la niña camino a la escuela. Cuatro hombres —ayudantes de alguaciles—  la acompañan, dos al frente y dos a sus espaldas.

Hoy, Bridges tiene 56 años. Tenía la esperanza de que el cuadro de Rockwell algún día tuviera el honor de estar colgado en la Casa Blanca, en conmemoración de aquellos días difíciles. Bridges visitó el lugar durante el verano para observar el cuadro junto a Obama. Le dijo a Politico: "Sentí que si alguien pondría el cuadro, sería él".

Pero la prueba verdadera será si algún futuro presidente traerá de nuevo el cuadro a la Casa Blanca; está agendado para el otoño otro tour con más obras de Rockwell. Algunos comentaristas han dicho que Obama, quien según ellos usualmente resta importancia a las discusiones sobre temas raciales dado que la naturaleza histórica de su presidencia es evidente por sí misma, ha tomado un paso atípico al exhibir El problema con el que todos vivimos tan cerca del Despacho Oval. Sería apropiado que los presidentes venideros hicieran lo mismo.

¿Por qué? Porque el mensaje del cuadro es tan poderoso que va más allá de lo que el incidente retrata. El mensaje trasciende nuestras riñas comunes entre Demócratas y Republicanos, conservadores y liberales, izquierda y derecha.

Rockwell fue un genio no sólo por la técnica que utilizó en sus obras, sino por su atención a los detalles contundentes. Y en El problema con el que todos vivimos el detalle clave es cómo él enmarcó a los cuatro ayudantes de alguacil que acompañan a la niña a la escuela. No vemos sus caras; en el cuadro, los hombres están sesgados a la altura de los hombros.

Ésa es la fuerza y la historia de la pintura: Cuatro hombres escoltaban a Bridges a la escuela, sí, pero el punto es que era Estados Unidos acompañándola. Vemos los brazaletes de tela de los hombres que dicen "ayudantes de alguacil", y eso es lo que importa. El cuadro nos dice: Este país puede tener sus defectos, pero cuando lo correcto y lo equívoco están en juego, la nación, al final, normalmente elige lo correcto.

En 1957, durante la lucha por la integración de la Preparatoria Central, en Little Rock, Arkansas, por un momento pareció que las fuerzas del odio burlón ganarían. El gobernador de Arkansas incluso utilizó a la Guardia Nacional del estado para mantener a los niños afroamericanos fuera de la escuela.

La ley, según lo determinado por la Suprema Corte de EU, exigía que la integración debía ser implementada. Pero fue dejada de lado.

Entonces, el presidente Dwight D. Eisenhower hizo algo monumental: Envió a la División Aérea 101 para asegurar el paso sin problemas de los niños y las niñas; quizá la gente que estaba gritando y arrojando piedras se había olvidado con quiénes estaban tratando. Era Ike (Dwight), quien había comandado la invasión de los Aliados en la Europa ocupada por los nazis ¿Llegó a creer la multitud que  Einsenhower y Estados Unidos, a quien Ike había jurado guiar, se intimidarían ante sus gritos y maldiciones?

Los años que han seguido a aquellos días de lucha por los Derechos Civiles distan de ser perfectos. Hay tiempos tristes, cuando parece como si la grandeza de la lucha pudiera haber estado en su punto más alto, cuando los estallidos por avaricia, violencia urbana y desesperación amenazan con echar abajo los ideales que iniciaron todo esto.

Pero la grandeza era real; los ideales eran genuinos y valiosos. Por eso, El problema con el que todos vivimos, de Rockwell, debe estar en la Casa Blanca, no sólo mientras Barack Obama esté al frente del país, sino en los siglos que están por venir.

Estados Unidos está en ese cuadro, eligiendo la justicia, un mensaje que jamás será suficiente destacar. Es la gloria con la que todos vivimos.

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