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OPINIÓN: Los usuarios de Facebook son productos, no clientes

Los recientes cambios en la red social no apuntan a complacer a las personas sino a optimizar la venta de datos a empresas, según un experto
sáb 01 octubre 2011 01:13 PM
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Nota del editor: Douglas Rushkoff es un teórico de los medios de comunicación y autor de Program or Be Programmed: Ten Commands for a Digital Age y Life Inc: How Corporatism Conquered the World and How We Can Take it Back (Programa o sé programado: Diez mandamientos para la era digital, y La vida Inc.: Cómo lo corporativo conquistó el mundo y cómo podemos recuperarlo)

La  ira y la angustia que acompaña los ajustes más recientes a la interfaz de Facebook  son realmente asombrosas.

Las quejas contradicen el enojo de los usuarios de dial-up de AOL en los noventas, cuando había demasiados tonos de ocupado al tratar de conectarse a internet. La gran diferencia, por supuesto, es que los usuarios de AOL eran clientes de paga.

En el caso de Facebook, por el cual ni siquiera pagamos, no somos sus clientes en absoluto.

Comencemos con los cambios. Hasta ahora, lo que aparecía en las páginas de los usuarios era una gran lista de actualizaciones de todos los amigos, empresas y grupos a los que estaban conectados. Era una lista cronológica gigante que no hacía distinción entre un artículo (como éste), que cientos de amigos pudieron recomendar, y la noticia de que una persona cambió su estatus amoroso o tuvo un sueño extraño.

Ahora Facebook priorizó el flujo de información en un servicio de alimentación de noticias que coloca las “mejores historias” en la parte superior, y una lista más cronológica de todo, más abajo.

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Las principales noticias son seleccionadas por un algoritmo que “sabe” lo que será importante para el usuario, con base en su comportamiento pasado y en el número de conexiones con quienes recomiendan la historia.

Mientras tanto, como para compensar la violación al concepto de que lo único que importa en las redes sociales es lo que acaba de pasar, Facebook agregó un servicio parecido a Twitter  de todo lo que hacen o dicen los demás. Se ejecuta en el lado derecho de la pantalla, casi como el cintillo de noticias de CNN, que distraía sabiamente fue retirado.

En un internet donde todas las personas y las cosas se hacen “amigos” unas de otras, la división de los pedazos sólidos y relevantes del resto del flujo de datos tiene sentido. Después de todo, las actualizaciones de tus amigos más cercanos y blogueros favoritos deben tener prioridad sobre los de un extraño que convertiste en tu amigo porque dice que estaba en tu clase de quinto grado y no quisiste ofenderlo. Si todo el mundo termina conectado con todo el mundo, Facebook tendrá que hacer algunas distinciones, o el servicio será inútil.

Pero a los usuarios les molesta todo esto. En el nivel más simple, no les gusta el cambio, especialmente cuando resulta en hacer que su tiempo libre sea más complejo y estresante. Facebook fue siempre el amigo de las personas perezosas y que acostumbran perder el tiempo. Convertirlo en un tablero de instrumentos diseñados para aumentar la productividad y la relevancia lo convierte en…. bueno, en trabajo.

Los verdaderos clientes de Facebook

Por supuesto, si se hubieran detenido a pensarlo, se habrían dado cuenta de que Facebook es trabajo. Nosotros no somos los clientes de Facebook en absoluto. Las discusiones en la sala de juntas de Facebook no son acerca de cómo ayudar a Juanito a hacer más y mejores amistades en línea; tratan de cómo Facebook puede obtener beneficios económicos a partir de la “gráfica social” de Juanito, que son datos acumulados acerca de cómo Juanito hace amigos, comparte ligas y toma decisiones como consumidor.

Los verdaderos clientes de Facebook son las empresas que realmente pagan por los datos, y por el acceso a nuestros ojos en forma de publicidad. Las horas que los usuarios de Facebook gastan en actualizar perfiles e historias es el trabajo que la red social vende a los investigadores de mercado y anunciantes a los que sirve.

En el fondo, la mayoría de los usuarios lo sabe, por lo que cada vez que Facebook hace un cambio, son despertados del trance de internet para recordar qué pasa realmente. Ven que sus fuentes de noticias son priorizadas por un algoritmo que nunca entenderán. Empiezan a sospechar que  Facebook está a punto de ser más útil para las empresas  que quieren evitar que las historias importantes se pierdan en la rotación; y será menos útil para los humanos.

En última instancia, no confían en el presidente ejecutivo de Facebook, Mark Zuckerberg, sospechoso en cada movimiento. Por el contrario, el fundador de Apple, Steve Jobs, desapareció los discos duros de sus clientes, sus películas Flash, sus teclados y sus puertos Firewire.

Sin embargo, los consumidores toleraban las molestias y su malestar a cada paso del camino, ya que creían que Steve sabía lo que hacía y confiaban en que los estaba conduciendo a un lugar mejor.

Los usuarios de Apple pagan generosamente por el privilegio de ponerse en manos de la empresa. Facebook no goza de este mismo nivel de confianza con sus suscriptores que no pagan.

Eso es porque en Facebook no somos los clientes. Somos el producto.

Las opiniones expresadas en este comentario son únicamente de Douglas Rushkoff

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