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OPINIÓN: ¿Cómo afrontar un diagnóstico de cáncer?

La tanatóloga Verónica Alcocer comparte consejos para superar el “mal trago” que representa ser diagnosticado con esta enfermedad
dom 02 octubre 2011 10:06 AM
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Nota del editor: Verónica Alcocer es terapeuta con especialización en duelo. Su opinión aparece publicada en la edición 96 de la revista Balance, de octubre de 2011.

Cuando lo que pensamos o tememos se hace realidad, cuando el médico dice: “Lo que usted tiene es  cáncer ”, dejamos de escuchar, de ver o de ejercer cualquier otro sentido. 

Lo único que pensamos, después de hacer muchas preguntas sin escuchar la respuesta, es “me voy a morir”,  “no puede ser”; y nuestros pensamientos empiezan con cuestionamientos que torturan  y que nos llevan a un camino sin salida: ¿Por qué a nosotros? ¿por qué así? ¿por qué ahora? ¿por qué?  ¿por qué y por qué? 

Nos tardamos mucho en encontrar la respuesta, que no es más que sentirnos impotentes ante la finitud, que siempre ha existido.

Lo que nos va sucediendo en la vida no es ni bueno ni malo, simplemente es. Lo que importa no es lo que sucede si no lo que hacemos con eso que nos sucede.

El diagnóstico va a detonar muchas cosas, hay que estar despiertas para vivirlo y sacarle todo el jugo posible, resolviendo día a día lo que se pueda.

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En esta nueva realidad, integremos también lo que no nos gusta, como la crueldad y la injusticia, lo que es feo y lo que duele; la vida también está hecha de esto. Reconozcamos y validemos lo que nos sucede y encontremos espacios seguros para pedir ayuda, personas que nos proporcionen cosas positivas y compañía amorosa; aceptemos que estamos viviendo un proceso doloroso pero, que en el camino podemos sembrar semillas de alegría y dejar que los demás también las siembren en nosotros.

Existe algo que nunca muere y es nuestro paso por la Tierra; el propio homenaje y agradecimiento a nuestro existir y el legado de un testimonio de vida en la cual pudimos utilizar nuestros recursos, incluso en los momentos límite, y demostrar y agradecer el amor que dimos y recibimos.

No hay nada que esté bien o mal al  vivir una enfermedad , lo que verdaderamente nos da una sensación de satisfacción es estar atentas para escuchar nuestra voz interna, elegir los pasos a seguir e ir asumiendo cada uno de los resultados.

Siempre hay algo que hacer

Pedir ayuda  en ocasiones es una buena guía para soltar cargas. Y asumir lo propio nos ayuda a ser humildes y bajar la arrogancia en nuestro proceso, ya que no somos los únicos que vivimos, esto aunque nuestro proceso sea único. Un hombro, un abrazo y una escucha atenta es lo que más ayuda. Pedir lo que necesitamos facilita el camino a los demás; dar lo que necesitan nos hace sentir útiles.

Hay quienes decidimos vivir las experiencias de vida también como un  camino espiritual , que nos nutre, nos enseña y nos muestra el poder de la compasión por uno mismo y por los demás. Fortalecer los músculos espirituales nos prepara para el estrés natural que vendrá tarde o temprano. Es de gran utilidad traer a la conciencia que la actitud que tomemos ante lo que nos toca vivir no está determinada por la situación, sino por la persona.

Tomemos la oportunidad para modificar actitudes aprendidas que no nos benefician y probemos nuevas para seguir avanzando. 

No elegimos vivir algunas situaciones, pero sí la actitud que tomamos. Ningún sufrimiento puede derrotarnos si estamos preparadas para buscarle sentido. La tragedia de lo inevitable se suaviza por la conciencia de una vida plena.

Una de nuestras tareas es ir hacia adelante con la certeza de que los que persiguen valores y metas positivos, se vuelven espiritualmente vivos y crecen hacia una realización interior que se encuentra más allá del placer y del dolor, más cerca de la felicidad que cualquier otra cosa.

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