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OPINIÓN: Steve Jobs murió como vivió: como quiso

La muerte de Steve Jobs no fue sorpresiva, pero causó un gran dolor entre quienes lo admiraban y creen que pudo tener otro final
jue 06 octubre 2011 06:18 PM
Steve Jobs
Steve Jobs Steve Jobs

Nota del editor: Alejandro Ángeles es editor adjunto de la revista Quién de Grupo Expansión. Fue productor de los canales Mundo y Tecnología de CNNMéxico. Ha cubierto negocios y el mercado de las tecnologías de información por más de 10 años.

(CNNMéxico) — Steve Jobs ofreció incontables conferencias y muy pocas entrevistas. Pude verlo en algunas de las presentaciones que dio, en los famosos MacWorld, los foros que Apple realiza cada año, tanto en Nueva York como en San Francisco.

Me tocó ver un poco del deterioro en la salud del padre de Apple: del bonachón, robusto y guapo  showman  de fines de 1990 y los primeros años del nuevo milenio, al delgado, demacrado pero todavía entusiasta Jobs de principios de esta década.

Si Gabriel García Márquez nos contó de muertes anunciadas, la de Jobs no sólo estaba anunciada, estaba programada. Así que no hubo sorpresa, pero sí dolor, para muchos, en su entorno, claro, y en el mundo que él creó, con las legiones que le siguen viendo como una especie de oráculo. 

Al enterarme de su muerte no pude evitar un suspiro y pensar que pudo haber sido diferente. No es que me aferre al “no debió morir”. En absoluto. Más bien, me remití a 2004, a los días en que Jobs reconoció padecer cáncer de páncreas, y de cómo —en un espléndido reportaje publicado en la revista  Fortune  en 2008—, se reveló que no se quiso tratar con medicina o procedimientos tradicionales y optó por un tratamiento alternativo.

Además, se informó que Jobs había ocultado su padecimiento durante casi un año, sin tomar en cuenta el daño que podía causar a la empresa o sus inversionistas.

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Lo que más recuerdo de ese artículo es que el tipo de  cáncer de páncreas  que Jobs padecía podía tratarse y hasta revertirse pero, obstinado, él se aferró a buscar tratamientos no aprobados en Suiza. Siete años más tarde, vemos las consecuencias y que como él mismo lo dijo en su ya mega citado discurso en la Universidad de Stanford en 2005: “tienes que encontrar lo que amas” y “la muerte es el mejor invento de la vida”.

No es morbo, pero esa decisión sin duda me confundió y hasta enojó, ¿cómo es posible que uno de los hombres más ricos del mundo, en la punta de la tecnología, sinónimo de innovación y visión de futuro, se fuera así?

La respuesta es: porque quiso.

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