OPINIÓN: Steve Jobs, visionario y pionero de la Revolución Digital
Nota del Editor: Nancy F. Koehn es una historiadora de Harvard Business School, donde ocupa la cátedra James E. Robison de Administración de Empresas. Es autora de "La historia de los negocios en Estados Unidos: de las páginas de The New York Times".
CAMBRIDGE, Massachusetts (CNN) — Steve Jobs murió el miércoles a los 56 años de edad . A pocos minutos del anuncio, Twitter y otros canales digitales estaban inundados con la expresiones de duelo por un hombre muy reservado que dejó una huella muy grande en el mundo.
Es la huella, no de un gerente o de un filántropo, sino de un empresario . Su legado es el de una persona que utilizó su motivación, visión, curiosidad y aguda inteligencia para perseguir sin descanso nuevas posibilidades sin ser disuadido por los obstáculos en su camino.
Desde la introducción de la primera computadora Apple a finales de 1970, pasando por sus años salvajes en NeXT y Pixar a finales de 1980 y principios de 1990, hasta su liderazgo en el desarrollo del iPod, iPhone y iPad durante los últimos 10 años en Apple, Jobs volcó su energía en la creación de nuevas ofertas que cambiaron la vida de las personas.
Desde el primer momento, comprendió que estaba viviendo en un momento de profunda transformación que ahora llamamos Revolución Digital y que en un momento así, hay mucho en juego.
Investido con la noción de su importancia sobre un escenario donde todo, desde la telefonía, la publicación de contenidos, y la distribución de música, estaban en juego, él sabía que no había tiempo que perder en el desarrollo de productos y servicios hermosos, atractivos y poderosos.
Este entendimiento alimentó el implacable ritmo de la innovación de Apple durante los últimos 13 años. (También puede haber alimentado su frecuentemente estilo de liderazgo severo, controlador y aún así inspirador). Sin duda, la amplitud de la visión de Jobs dirigió a Apple hacia el liderazgo del mercado y a una larga serie de jonrones financieros.
Sin embargo, durante la travesía de Jobs, nunca pensamos que fuera solamente —ni siquiera principalmente— por el dinero. Hace más de 15 años, Jobs se dio cuenta de que (lo que entonces llamábamos) la Revolución de la Información era más grande y más audaz que los productos geniales o que la convergencia de tecnologías.
Se trataba de la democratización de todo tipo de actividad, rompiendo las barreras de cómo es distribuida la información. Como explicó a la revista Rolling Stone, este desarrollo significaba que “las personas ahora pueden hacer cosas que sólo los grandes grupos de personas con mucho dinero podían hacer antes... Tenemos muchas más oportunidades para que las personas lleguen al mercado; no sólo al mercado del comercio, sino al mercado de las ideas. El mercado de las publicaciones, el mercado de la política pública. El que sea”.
Si pensamos en el papel de los teléfonos inteligentes en la Primavera Árabe o en las protestas Ocupemos Wall Street , vemos cuánta razón tenía Jobs. Éste es el impacto, medido de una manera profunda y duradera.
Y así es como finalmente Jobs será recordado. Como un empresario —como Henry Ford o quizás como Alexander Graham Bell— cuya visión expandió tanto nuestro sentido de la libertad individual como la conexión con los demás. En un discurso inusualmente franco en la Universidad de Stanford en 2005 , Jobs aconsejó a los jóvenes seguir su pasión y mantenerse insensatos y hambrientos. Lo hizo durante toda su vida, y el mundo nunca será el mismo.
No es de extrañar que lo lloremos hoy.
Las opiniones expresadas en este comentario son únicamente de Nancy F. Koehn.