OPINIÓN: Los manifestantes de Ocupa Wall Street son patriotas
Nota del editor: Roland S. Martin es un columnista independiente y autor de "The First: President Barack Obama's Road to the White House”. Es comentarista de TV One y conductor/editor en jefe de su noticiero dominical "Washington Watch with Roland Martin".
(CNN) – “El derecho incondicional de poder decir lo que a uno le plazca sobre los asuntos públicos es lo que considero la garantía mínima de la Primera Enmienda” –Hugo L. Black de la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos, New York Times Co. vs. Sullivan, 1964.
Es absolutamente desagradable escuchar a legisladores conservadores y republicanos, candidatos presidenciales, empresarios y comentaristas de medios
utilizar tal calificativo para señalar que los manifestantes de Ocupa Wall Street” están empeñados en destruir a Estados Unidos.
¿Cómo podría alguien pronunciar siquiera tal cosa cuando este país se fundó con base en el disenso? El autoproclamado payaso del rodeo, Glenn Beck, critica a los manifestantes pero siempre está hablando de los Padres Fundadores y lo brillantes que eran. Sin disentimiento y protesta, ¡no hay Estados Unidos!
Es como si estos señores nunca hubieran leído un libro de historia para entender cómo se creó esta nación. La mismísima noción de un Estados Unidos comenzó con alguien diciendo, escribiendo y gritando: “¡Es suficiente!”.
Y cuando más y más de los primeros pobladores se enardecían por las acciones severas de los británicos, fue cuando incursionamos en el camino hacia la Revolución Estadounidense. ¿Alguno de estos supuestos construccionistas siquiera leyó la Constitución que les encanta restregar en la cara de sus críticos?
Todo estadounidense, sin importar si eres joven o viejo; rico o pobre; demócrata o republicano; negro, blanco, asiático, hispano o nativo, tiene la libertad de congregarse y de expresarse, lo cual está en el corazón de estas protestas.
En este mismo espacio, reconocía al Partido del Té por no quedarse sentado y quejándose. En lugar de ello, se organizaron y movilizaron para influir en el discurso político del Partido Republicano y definitivamente se han hecho escuchar. Puede que no esté de acuerdo en varias cosas con que defiende el Partido del Té, pero no hay manera de que los condene por ello. Tal como dijera William O. Douglas de la Suprema Corte de Justicia: “El derecho a rebelarse tiene raíces profundas en nuestra historia”.
Es cada vez más claro que a algunos estadounidenses les encanta hablar bien de las protestas, pero detestan cuando alguien que se opone a sus puntos de vista decide dar un paso hacia adelante y ser escuchado.
¿Recuerdan todas esas voces políticas apoyando a la gente de Irán por llevar las protestas a las calles? ¿Y de Túnez? ¿Egipto? ¿Libia? ¿Bahrein? ¿Qué sería de este mundo sin las protestas?
Nunca hubiéramos visto la libertad en Europa del Este si no hubiera sido porque la gente de ahí, en las palabras de la activista de derechos civiles Fannie Lou Hamer, hubiera estado “harta y cansada de estar harta y cansada”. Agradezcan a Dios que los niños de Sudáfrica, dirigidos por el Congreso Nacional Africano, no ignoraron el llamado de la historia. De haberlo hecho, Nelson Mandela estaría muriéndose en la cárcel y la libertad nunca hubiera acabado con el apartheid.
Esta nación no se hubiera visto forzada a hacer reales los principios citados en la Declaración de Independencia, o tratar a todo ser humano como igual, si no hubiera sido por el movimiento de los derechos civiles. Esos hombres, mujeres y niños valientes eligieron no aceptar el status quo y esta nación y el mundo entero está mucho mejor por lo que hicieron.
Como partidario de Ocupa Wall Street, entiendo plenamente el sentimiento que se está expresando. La enorme ambición corporativa que ha devastado los salarios de los trabajadores comunes y al ver las ganancias de unos cuantos en Wall Street irse a los cielos sin literalmente hacer nada tangible, ha sido inmoral y obsceno.
Wall Street y sus protectores en Washington –demócratas y republicanos- dicen que no hay nada malo con generar utilidades. Eso es totalmente cierto.
Pero lo que es vergonzoso y descabellado es ver que el estadounidense que paga impuestos salve los empleos (y grandes bonos) de estos malhechores, sólo para que les suban sus tarifas por todos lados. Sin el pueblo estadounidense hubieran tenido que recoger sus cosas e irse a la calle. Y por el contrario, se niegan a trabajar con propietarios de viviendas que batallan para pagar sus pagos hipotecarios que Wall Street ayudó a subvencionar; para luego vender en transacciones exóticas que han destrozado la infraestructura financiera de este país.
Los conservadores consideran esto un ataque al capitalismo. No, Ocupa Wall Street se trata de traer de vuelta algo de decencia y honestidad a una industria que antes tenía un poco. En lugar de ello, lo que tenemos hoy son verdaderos piratas financieros tratando de llevarse el mayor motín que les sea posible. No les importa la salud a largo plazo de este país. Todo lo que importa son sus reportes de ganancias trimestrales y sus enormes bonos de fin de año.
Esta lucha en la cual se ha involucrado Ocupa Wall Street no es nada menos que una batalla por el alma de esta nación. ¿Seguiremos dejándonos ser rehenes de los grandes bancos? ¿Seguiremos dejando que nos pasen encima con su actitud de “demasiado grandes para fracasar”?
No, no y demonios no. Es hora de que estos Goliats se pongan de rodillas a cómo dé lugar. Eso significa que los jóvenes y justos Davids deben protestar, marchar, sentarse y trabajar en las salas del Congreso y las capitales de toda la nación y dejar claro que mientras Wall Street, sus cabilderos y protectores políticos sigan maltratando al hombre y mujer ordinarios, serán nuestros enemigos mortales.
Este no es momento de menospreciar a los protestantes como un puñado de estudiantes universitarios de izquierda sin guía, ni sustancia, ni misión. En vez de escuchar a los políticos domar a la siguiente generación, estos sujetos están pronunciando las palabras de los fundadores del primer diario negro de este país, el Freedom Journal: “Deseamos luchar por nuestra propia causa; durante demasiado tiempo otros han hablado por nosotros”.