OPINIÓN: Júbilo y un duro trabajo tiene Libia en el corto plazo
Nota del editor: Shadi Hamid es el director de investigación del Centro Brookings en Doha y es miembro del Centro Saban para el Medio Oriente de la Brookings Institution.
(CNN) — La muerte de Moammar Gadhafi no es el movimiento de cambio que a muchos les gustaría que fuera. Su régimen era ya una cosa del pasado.
Para el gobierno de transición de Libia, los desafíos de hoy son tan desalentadores como lo fueron la semana pasada. Sin duda, la muerte de Gadhafi les proporciona un momento de respiro y significa un fuerte impulso propagandístico en momentos en los que tratan de improvisar una coalición creíble que pueda gobernar. Además, rompe la barrera psicológica del miedo que muchos libios todavía sentían, como resquicios de décadas de gobierno dictatorial.
Sin embargo, las ganancias, si bien son importantes, son más simbólicas que prácticas.
Gadhafi fue el mayor unificador que los libios podrían haber pedido. Era errático, brutal y un mal administrador por excelencia y, como tal, logró movilizar a un amplio grupo de libios en torno a un objetivo común: la caída de su odiado régimen. Ahora que Gadhafi ha desaparecido de escena, los rebeldes y su incipiente gobierno han perdido su razón de ser.
Libia fue la primera revolución verdadera de la Primavera Árabe, la única en la que los revolucionarios tienen ahora los resortes del poder . Y, a diferencia de Egipto y Túnez, Libia no tiene que lidiar con las viejas y decadentes instituciones. El viejo régimen no tiene que adaptarse a lo nuevo. Sin embargo, la hoja en blanco es tan prometedora como peligrosa.
El Consejo Nacional de Transición ha estado plagado de luchas internas y el surgimiento de facciones. Las divisiones han adoptado un tono cada vez más ideológico. Es la misma vieja historia: los liberales y los islamistas se unen durante la revolución, sólo para separarse después, a menudo de una manera acre.
Por encima de todo, un gobierno necesita gobernar. Requiere tener el monopolio en el uso de la fuerza, y esto es un reto en uno de los países más fuertemente armados del mundo . Las diversas milicias que ayudaron a derribar a Gadhafi representan en la actualidad los centros de competencia por el poder e influencia. El desarme de estas milicias, o su integración al ejército nacional, es una tarea clave a futuro para los nuevos líderes de Libia.
La euforia que estamos presenciando hoy en las calles de Trípoli y Bengasi es alentadora, pero también es prematura y engañosa. Es probable que sea recordado como una aberración breve, pero bienvenida en una dura transición hacia algo parecido a una democracia. Todos los actores que tienen intereses en Libia deben ajustar rápidamente sus expectativas en consecuencia. Yo, y muchos otros, somos optimistas sobre las perspectivas de Libia, pero sólo si los libios, y el apoyo internacional y los donantes, conjuntan los componentes claves de la transición adecuadamente y lo hacen de inmediato.
Las revoluciones son mucho más glamorosas cuando se están luchando, pero no tanto cuando se está construyendo a través de la a veces desagradable construcción de consensos en un toma y daca.
Con Siria desintegrándose, Túnez prorrogando unas históricas elecciones y Egipto pulverizándose de manera poco convincente, la atención de la comunidad internacional se encuentra comprensible dividida, pero no puede darse el lujo de olvidar a Libia.
Afortunadamente, Libia es quizás el único país árabe donde a la gente parece que le gusta realmente Europa y Estados Unidos por el decisivo apoyo que ofrecieron a la revolución. Esa clase de buena voluntad no se presenta todos los días. Existe la esperanza de que la usemos y que lo utilicemos para bien.