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OPINIÓN: ¿Quién pagará el precio por "Rápido y Furioso"?

La ATF permitió la filtración de armas a México con el fin de rastrear cárteles de droga desatando crímenes en ambos lados de la frontera
vie 21 octubre 2011 08:01 AM
eric holder
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Nota del editor: Ruben Navarrette Jr. es colaborador de CNN.com y columnista independiente.

(CNN) - Entendamos de qué se trata todo el revuelo de la mal concebida operación Rápido y Furioso de la administración de Obama. No se trata de señalar culpables o de jugar “gotcha” o de cubrir errores. Tampoco de que los republicanos críticos estén tratando de que los altos funcionarios de esta administración renuncie, ni de que dichos funcionarios ofrezcan los discursos fantásticos que sean necesarios para evitar lo anterior. Se trata de quién paga el precio cuando las agencias gubernamentales toman malas decisiones.

Cuando los agentes de campo del Departamento de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF por sus siglas en inglés) permitieron deliberadamente la filtración de alrededor de 2,000 armas a México provenientes de tiendas de armas de Arizona como parte de un aventurado y peligroso esquema para rastrear a cárteles de droga mexicanos para luego perder el rastro del cargamento, desatando una serie de eventos mortales. Al poco tiempo, las armas de la operación fueron apareciendo en escenas de crímenes en ambos lados de la frontera.

Cuando una agencia gubernamental mete la pata, en ocasiones otras agencias pagan el precio. Incluso una de las armas apareció en la escena del crimen del agente de la patrulla fronteriza estadounidense , Brian Terry.

Sin embargo, el grupo que pagó el precio más caro –y por mucho– de esta fracasada iniciativa fue el pueblo mexicano. No hay forma de saber cuántos mexicanos murieron a manos de criminales equipados con armas cortesía de la ATF, aunque Carlos Canino, agente de la ATF de la Embajada de Estados Unidos en México, testificó ante investigadores del Congreso que armas de Rápido y Furioso aparecieron en cerca de 200 escenas de crímenes.

Este escándalo es por los mexicanos muertos.

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Y tal como se ha sabido que se preguntan los políticos de Washington: ¿Dónde está la indignación? No hay mucha y la poca que hay parece estar reservada para los adversarios políticos.

Los republicanos, liderados por el congresista Darrell Issa, presidente del Comité de Supervisión y Reforma Gubernamental de la Cámara, han expresado su indignación de que esta administración invirtiera meses obstruyendo una investigación sobre el programa al negarse a honrar las solicitudes de información.

Recientemente, se preguntaban si el Fiscal General, Eric Holder , incurrió en perjurio cuando –tras ser cuestionado por el comité en mayo de este año cuándo se enteró de la operación- respondió: “No estoy seguro de la fecha exacta, pero probablemente escuché de Rápido y Furioso por primera vez en semanas recientes”.

Sin embargo, correos internos obtenidos por la reportera de CBS Sharyl Attkisson –quien hace unos meses fue la primera reportera en dar a conocer esta historia en una cadena muy importante con la colaboración de informantes de ATF– sugieren lo contrario. Los correos demuestran que Holder recibía informes periódicos sobre el programa desde julio de 2010. Esto contradice su testimonio ante el Congreso.

Cuando Attkisson le preguntó a autoridades del Departamento de Justicia sobre la aparente contradicción, su respuesta inicial fue asegurar que los correos en cuestión eran de otra operación que comenzó antes de que Holder asumiera el cargo.

Posteriormente cambiaron de postura y dijeron que Holder malinterpretó la pregunta.

Señalaron que sí sabía de Rápido y Furioso, pero no los detalles. Más recientemente, la administración cambió de postura nuevamente y aparentemente decidió que la mejor defensa era una buena ofensiva.

No sorprende que Attkisson sea profundamente impopular tanto con el Departamento de Justicia como con la Casa Blanca. La reportera le comentó a la conductora de radio Laura Ingraham que –mientras trabajó en la historia- una mujer del Departamento de Justicia (a quien identificó como Tracy Schmaler) se la pasaba gritándole y que alguien de la Casa Blanca (a quien identificó como Eric Schultz) también le gritó e insultó.

La semana pasada, Holder fue al ataque. Arremetió contra Issa y otros críticos republicanos de su manejo de la operación, afirmando que utilizaban una “retórica irresponsable e incendiaria”. Asimismo, exhortó a los integrantes de ambos partidos a repudiar tal lenguaje “en los términos más firmes posibles”.

Holder también agregó: “Mi testimonio fue verídico y certero. No tengo recuerdos de haber tenido conocimiento de Rápido y Furioso o de escuchar el nombre antes de la controversia pública que se generó. Antes de principios de 2011, ciertamente nunca supe de las tácticas empleadas en esta operación”.

A este ritmo, ¿quién sabe cuál será la próxima estrategia del fiscal general? Lo descubriremos. Issa fue citado a Holder a comparecer ante su comité nuevamente.

Bravo por Issa. Tenemos que llegar al fondo de este escándalo y si la administración no coopera, más razón para seguir escavando. Eso también va para Attkisson y CBS News, quienes han hecho un trabajo de primer nivel.

Francamente, estoy sorprendido del uso de palabras de Holder como “irresponsable” e “incendiario”. ¿Qué podría ser más irresponsable que permitir el contrabando de armas a otro país, armas que luego terminan matando a ciudadanos de ese país? ¿Y qué podría ser más incendiario que aparentemente encubrir tal operación y distanciarse de ella, mientras personal presuntamente grita e insulta a reporteros que sólo hacen su trabajo?

¿Y cuál es el propósito de este presunto teatro? ¿Todos estos dimes y diretes tenían el objetivo de que Attkisson dejara la historia? Brillante.

Como experiodista, déjenme darle un consejo a la administración: Atacar a periodistas para dejar una historia es tan efectivo como usar gasolina para apagar el fuego.

 

Las opiniones expresadas en esta columna son únicamente las de Ruben Navarrette Jr.

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