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OPINIÓN: Hagamos una norma sobre el acoso sexual

El caso del aspirante presidencial de EU Herman Cain pone en perspectiva la ambigüedad de las insinuaciones sexuales en el trabajo
mar 08 noviembre 2011 04:30 PM
Herman Cain
Herman Cain Herman Cain

Nota del editor: Barbara Risman es profesora y jefa del Departamento de Sociología de la Universidad de Illinois en Chicago, y directora ejecutiva del Consejo sobre Familias Contemporáneas. Es la autora de Gender Vertigo: American Families in Transition (Vértigo de Género:las familias americanas en transición) y editora de Families as They Really Are (Las familias como realmente son). También es directora ejecutiva del Consejo sobre Familias Contemporáneas.

(CNN) — En mi mente y en la ley hay dos clases de acoso sexual. El primer tipo es conocido como quid pro quo y es fácil de detectar. Un hombre realmente detestable da a su (usualmente) empleada, subordinada o estudiante un ultimátum: satisfacerlo o perder alguna oportunidad, ya sea un grado, un trabajo o una promoción.

Durante la era Mad Men, los jefes se salían con la suya, y las mujeres creían que era el precio de una vida fuera de la cocina. No más. Las mujeres ya no creen que esto esté bien . Incluso los profesores pierden su estatus por este comportamiento claramente sexista e ilegal. Hemos recorrido un largo camino hacia la igualdad en este frente. Los abogados ya no se conforman con ganar demandas de unos cuantos meses salario y una promesa de silencio.

Nadie sabe ahora mismo si éste es el tipo de acoso sexual del que se acusa a Herman Cain , aspirante republicano a la presidencia de Estados Unidos, pero lo dudo. Por un lado, muchas personas afirmaron que fueron testigos del acoso de las mujeres en cuestión, y este tipo de amenazas no se hacen a menudo durante la cena en un restaurante, con observadores.

Pero luego está el otro tipo de acoso sexual: el comportamiento que hace que el lugar de trabajo sea incómodo, que crea un ambiente hostil para las mujeres en general, o para una persona a causa de su sexo, género, raza o etnia.

Cuando se involucran el sexo y el género los conflictos suelen enfocarse en declaraciones del tipo: “él dijo/ella dijo”. Por ejemplo, los hombres pueden creer que los chistes sobre las mujeres son divertidos. Ellas piensan que son ofensivos y que originan un clima organizacional de nosotros (los hombres) contra las mujeres. Donde ellas siempre estarán fuera de circuito, de las conversaciones informales y de las redes sociales importantes.

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Otro ejemplo es cuando un hombre poderoso se siente atraído por una de sus compañeras de trabajo y quiere iniciar algún tipo de amistad sexual, una oferta que tal vez había hecho muchas veces antes y en ocasiones fue aceptada. Pero esta vez, la mujer interpreta la insinuación sexual como una intimidación desagradable. Para ella el clima de trabajo cambiará para siempre. Incluso si él nunca amenazó su posición después de la invitación, la mujer no pensará que la relación profesional se mantendrá igual, al haber percibido ese trato como acoso sexual.

Si nos fijamos en el acoso sexual en estos términos: con un él dijo/ella dijo, nunca vamos a encontrar una solución ética, legal o moral para el problema. En este punto, todavía tenemos que crear un consenso alrededor de la forma adecuada para hacer frente a la atracción y el deseo sexual en el lugar de trabajo . Nadie puede negar que los lugares de trabajo son a menudo sitios donde los adultos conocen a sus parejas. En un entorno de trabajo 24/7, ¿dónde más ibas a encontrar un cónyuge? En un mundo donde las personas suelen definirse por lo que hacen, tiene sentido que aquellos que laboran en lo mismo tengan suficiente en común para caer en el amor, o incluso en la lujuria.

Y sin embargo, todavía estamos en un mundo donde la clase más poderosa siguen siendo los hombres de edad avanzada. No vivimos en un mundo postfeminista, donde el poder se divide en partes iguales . Nadie quiere la ira o el desagrado del jefe, ni siquiera un poco. Tampoco vivimos en un mundo donde los lugares de trabajo han integrado verdaderamente a los dos sexos. De hecho, las investigaciones más recientes sugieren que, en la última década, nos hemos estancado en la integración de hombres y mujeres. A pesar de que cada vez las mujeres obtienen más y más títulos, permanecen en campos tradicionalmente dominados por las mujeres, y no avanzan a los dominados por los hombres.

Mi hipótesis sobre eso es que las ocupaciones dominadas por los hombres, incluyendo la política, son fuertemente masculinas en sus culturas. Están llenas de insinuaciones sexuales y quizás el tipo de acoso sexual del que se le culpa a Cain.

No tengo una respuesta fácil, pero sí sé que nunca vamos a resolver el problema tratando de averiguar lo que él o ella dijo. En lugar de eso, tenemos que decidir lo que, como sociedad, queremos que sea aceptable o no en nuestros lugares de trabajo, y en las escuelas, y hacer cumplir las normas con sanciones legales. He aquí una primera idea: debería ser ilegal para los hombres (o mujeres) hacer proposiciones sexuales a sus subordinados.

Fin de la historia.

El poder siempre se interpone en el camino de un simple rechazo. Pero más que eso, si queremos que los lugares de trabajo no privilegien a los hombres que ya han dominado el espacio social, tenemos que cambiar la cultura en la que las bromas sexuales convierten en un objeto a las mujeres. Y también tomar en serio las afirmaciones de las mujeres de que los hombres las acosan.

El tipo más sutil de acoso sexual no sólo tiene consecuencias para la mujer en particular que finalmente se queja, sino para todos nosotros, porque mantiene la cultura donde las posiciones de poder en muchas profesiones, incluyendo la política, siguen siendo dominadas por los hombres.

¿Deben ser las bromas groseras y acercamientos sexuales no deseados el precio de entrada a las ocupaciones dominadas por los hombres?

Depende de nosotros como sociedad establecer las normas. Aquí hay un momento en el tiempo para hacer un balance: Escuchemos lo que las mujeres que fueron silenciadas después de recibir un pago tienen que decir sobre el comportamiento privado de un hombre muy público que quiere ser candidato a la presidencia.

Las opiniones expresadas en este comentario pertenecer a Barbara Risman y no a CNNMéxico. 

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