OPINIÓN: 'Los Muppets', un viaje nostálgico para adultos
¿Recuerdas a los Muppets? Pregunta tonta: ya tienes edad suficiente para leer, por lo que probablemente ellos te ayudaron a aprender.
Cuando yo era niño, ellos eran grandes. The Muppet Show tuvo cinco temporadas, de 1976-1981, y dio lugar a media docena de películas.
El primer filme de los Muppets (More entertaining than humanly possible! o ¡Más entretenido que lo humanamente posible!) contaba con cameos de Bob Hope, Mel Brooks, Edgar Bergen, Milton Berle, Steve Martin y Richard Pryor —por no hablar de Orson Welles— una historia que coloca a la rana René y compañía como los herederos naturales de medio siglo o más de espectáculos vodevil en horario estelar.
Sin embargo, la marca ha caído en el abandono, y es muy posible que un niño de 10 años, por demás inteligente, no los conozca. (“¿Fred la rana?”, dijo mi hijo cuando le pedí que nombrara a un Muppet. “¿Y no había un cerdo?”)
La cinta que ahora se estrena, Los Muppets, presenta a Jason Segel, quien confesó que las marionetas cantantes en Forgetting Sarah Marshall eran un fetiche para él, y quien asumió el reto de presentar a la nueva generación digital las creaciones de tela e hilo de Jim Henson
Segel, quien protagoniza y coescribe la película (junto con el director de Sarah Marshall, Nicholas Stoller) tomó el toro por los cuernos, por así decirlo, al reconocer que los días de gloria de los Muppets son cosa del pasado. Esa estrategia arriesga a convertir este regreso en un viaje demasiado nostálgico como para atraer a los niños, pero sus padres probablemente acudirán.
Gary y Walter son hermanos, y son inseparables, excepto que Gary (Segel) es de carne y hueso, y Walter... bueno, digamos que hay una razón por la que la serie favorita de Walter es Los Muppets.
Cuando Gary invita a su novia Mary (Amy Adams) a una escapada romántica a Los Ángeles, es natural que invite a Walter también. Desde que recuerda, el sueño de Walter ha sido visitar los estudios de los Muppets.
Pero cuando llegan, el edificio está en ruinas y al borde de caer en manos de un petrolero sin escrúpulos, Tex Richman (Chris Cooper). La única manera de salvarlo es convencer a la Rana René de reunir a la vieja pandilla y lanzar un teletón: un especial de comedia del reencuentro.
No es exactamente una idea nueva, pero Segel y el director primerizo James Bobin (Flight of the Conchords) se divierten —y a nosotros— al burlarse de las convenciones de las películas musicales. Cuando Mary estalla en una balada melancólica, el aguacero repentino en su ventana no proviene de los cielos, sino de la manguera de un jardinero.
Una rutina de canto y danza con la participación de toda la población de Smalltown culmina con los ciudadanos agotados.
El tema Man or Muppet, que se supone refleja la crisis de identidad de los hermanos, no tiene mucho sentido dadas las circunstancias. Podemos ver claramente quién es quién y a donde pertenece el títere.
No me gusta ser un aguafiestas. En el mejor de los casos, se trata de un brillante y colorido entretenimiento perfectamente inofensivo, pero la película es también bastante descuidada y decepcionantemente lenta.
Tim Burton y Paul Reubens trabajaron mejor este tema de la imitación paródica inocente en La Gran Aventura de Pee-wee hace 25 años (y Amy Adams también lo hizo en Enchanted).
Segel no ha puesto lo suficiente de sí mismo como para ser Gary, cuya característica definitoria es descuidar a Mary; y si vas a tomarte la molestia de inventar un nuevo Muppet (Walter), ¿por qué hacer de él un cero a la izquierda?
En cuanto a las verdaderas estrellas del show, René y Miss Piggy, es bueno tenerlos de vuelta, pero debo decir que nunca han tenido la misma chispa desde que los originales artistas de voz Jim Henson y Frank Oz pasaron la estafeta a Steve Whitmire y Eric Jacobson. Piggy, en particular, es una pálida sombra de la diva psicótica que solía ser.
En conclusión, es un resultado mixto: Los Muppets no es lo mejor o lo peor de las aventuras de René en la pantalla grande. Por lo menos es un recordatorio de que aquí hay una rana que no está a punto de estirar la pata.