OPINIÓN: Occidente debe seguir apoyando la lucha contra el VIH/sida
Nota del editor: El médico Julio Montaner es presidente de la International AIDS Society y director del Centro Británico de Columbia para la Excelencia en VIH/sida , en Vancouver.
(CNN) — Debería ser el momento para celebrar hitos clave en la respuesta contra el VIH y el sida. Naciones Unidas anunció que las nuevas infecciones por VIH y las muertes relacionadas con el sida cayeron a su nivel más bajo desde el pico de la epidemia. En la actualidad, 6.6 millones de personas en países de bajos y medianos ingresos están recibiendo la terapia antirretroviral que salva vidas , y las personas con VIH viven más tiempo.
Estos logros son significativos. Pero debido a la falta de visión de muchos países ricos, estamos de nuevo en riesgo de perder la oportunidad de contener y controlar esta epidemia mortal.
El anuncio de estos avances, realizado por el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida (ONUSIDA), fue rápidamente seguido por noticias mucho más preocupantes. El Fondo Mundial de Lucha Contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria —el principal financista de los programas de VIH en todo el mundo— reportó un déficit profundo de financiamiento a medida que los países occidentales reducen u omiten sus pagos prometidos del Fondo Mundial.
El Fondo Mundial está congelando los gastos para programas existentes de tratamiento del VIH y está retirando cientos de millones en fondos para nuevos programas. ¿El resultado? Menos personas recibirán tratamiento contra el VIH, más VIH, más sida, más huérfanos, más miseria, más muerte.
El mundo ha estado antes en la cúspide de una prometedora nueva era en la lucha contra el VIH . En la Cumbre del G8 de 2005 en Gleneagles, Escocia, las economías más poderosas del planeta se comprometieron a financiar el acceso universal a la prevención, el tratamiento y la atención para el año 2010. La comunidad mundial no llegó ni a la mitad. Debido a esto, hubo millones de nuevas —y prevenibles— infecciones por VIH, con una morbilidad y mortalidad generalizada y costos económicos y sociales masivos. Trágicamente, la pandemia del VIH siguió expandiéndose.
A principios de este año, en la ONU, los mismos participantes renovaron su compromiso de financiar el acceso universal para 2015. Sin embargo, ahora escuchamos noticias de reducción de recursos ante una enorme necesidad.
Seamos claros: Estados Unidos es un líder en el financiamiento de la lucha contra el VIH. Desde el Plan de Emergencia del entonces presidente George W. Bush para el Alivio del sida (PEPFAR, por sus siglas en inglés), lanzado en 2003, el apoyo de Estados Unidos ha proporcionado a millones de personas que viven con VIH acceso a la terapia antirretroviral.
Hoy en día, el compromiso de Estados Unidos sigue siendo fuerte, a través de Estrategia Nacional de VIH/sida en Estados Unidos del gobierno del presidente Barack Obama, la Iniciativa de Salud Global, y los llamados recientes de la secretaria de Estado, Hillary Clinton, para una generación libre de sida. La meta de Clinton depende de un puñado de iniciativas clave, incluyendo la expansión inmediata de un programa conocido como “tratamiento como prevención” y el correspondiente aumento de recursos para el Fondo Global.
El tratamiento como prevención, que exige pruebas generalizadas de VIH y tratamiento para aquellos que resulten positivos, fue iniciado en el Centro de Columbia Británica para la Excelencia en VIH/sida, en Canadá.
El tratamiento eficaz de una persona que vive con VIH pone al virus en remisión virtual a largo plazo y reduce el riesgo de transmisión, previniendo nuevas infecciones. Las principales organizaciones mundiales de salud como la International AIDS Society, ONUSIDA y la Fundación Clinton apoyan la expansión de los programas de “tratamiento como prevención” en todo el mundo, llamando a los beneficios preventivos del tratamiento un “cambio de juego” en la lucha contra el VIH.
Una prueba más convincente de que el tratamiento como prevención funciona fue proporcionada por un ensayo clínico en Estados Unidos (HPTN052) en mayo de 2011. Se encontró que el tratamiento antirretroviral inmediato de una persona infectada por VIH cuya pareja no tiene VIH redujo la morbilidad y la mortalidad relacionada con el sida en la persona infectada en un 41% y disminuyó el riesgo de transmisión del VIH a la pareja sexual en un 96%.
En conjunto, estos resultados fueron decisivos para convencer a la comunidad internacional de renovar el compromiso de acceso universal. ONUSIDA indica que 12.2 millones de casos de VIH y 7.4 millones de muertes relacionadas con el VIH podrían evitarse entre 2011 y 2020 si el financiamiento se ampliara a 24,000 millones anuales para 2015. Los dólares requeridos son considerables, pero —teniendo en cuenta que el G8 comprometió 40,000 millones prácticamente en ese mismo momento para la Primavera Árabe— es totalmente asequible.
Financiar el acceso universal no es sólo una obligación moral y ética, sino que también es altamente rentable. China lo entiende. El país más poblado del mundo está implementando el tratamiento a nivel nacional como estrategia de prevención para cumplir su objetivo de tener bajo control el VIH y el sida en 2015. En su programa, China realizó cerca de 67 millones de pruebas de VIH en los primeros 10 meses de este año.
El esfuerzo global por combatir el VIH no puede permitirse más retrasos, ya que la magnitud y el impacto de la pandemia crece sin cesar. En la actualidad, 34 millones de personas viven con el VIH y 7.6 millones de personas necesitan tratamiento. Seguimos tratando de acortar las diferencias. Por cada persona que inicia el tratamiento contra VIH, dos resultan contagiadas.
Es hora de financiar completamente al Fondo Mundial para que podamos cumplir la promesa de acceso universal y alcanzar la meta de una generación libre del sida. Millones de vidas dependen de ello.
Las opiniones expresadas en este comentario son únicamente de Julio Montaner.