OPINIÓN: Nuestros propósitos incumplidos nos inspiran a mejorar
¿Para qué molestarse haciendo propósitos de año Nuevo? ¿Existe realmente algo bueno en hacer los mismos propósitos año con año? Perder peso, organizar nuestras finanzas, pasar más tiempo con la familia, etcétera.
Las resoluciones de Año Nuevo parecen promesas vacías, así que ¿para qué gastar tu tiempo?
Bueno, gracias a mi esposa, acabo de encontrar una muy buena razón.
Hace diez años mi familia inició una tradición de hacer los propósitos de año nuevo en la mesa, durante las celebraciones.
Era divertido, nos reíamos, discutíamos, comparábamos y después escribíamos nuestros propósitos en una hoja que colgábamos en el refrigerador.
Mi esposa, el cerebro detrás de la mayoría de las cosas en nuestra familia, guardaba esas pilas de papel y ahora vemos nuestros propósitos con una década de perspectiva.
Al leer lo que escribí durante estos años, existen muchos propósitos que sí cumplí . Escribirlos una y otra vez durante años fue de gran ayuda.
Durante siete años (de 2002 a 2009) mi resolución fue dominar difíciles y complicadas habilidades de computación. Gracias a nuestro ritual de Año Nuevo ahora soy un profesional certificado. Hecho.
Las resoluciones que involucran algo físico no pueden tomar siete años, si somos realistas. Decidí que el 2008 debería ser el año en que aprendería a nadar y lo hice. Justo como en el 2003, cuando mi propósito fue correr medio maratón y en el 2007, cuando decidí renovar la habitación de mi hija. Todo está hecho.
Algunos propósitos que hay que evitar son aquellos que para cumplirlos dependen de una tercera persona. Como en el 2005: “aprender a hacer un dueto con un violinista”. El violinista nunca apareció.
O algunos otros demasiado subjetivos como: “Reducir mi ingesta de café y azúcar”. ¿Eso qué significa?
De todos mis propósitos, los fracasos resultaron ser las mejores lecciones.
En el 2005 comencé a hacer propósitos relacionados con mis hábitos alimentarios. “Cinco raciones de verduras al día” sólo duró un par de meses, pero me ayudó a entender cómo contar lo que como. El propósito del 2010: “Pensar en lo que quiero antes de ver el menú”, se convirtió en un nuevo hábito arraigado.
En retrospectiva, los montones de promesas no cumplidas relacionadas con mis hobbies musicales tienen siempre el mismo error: Son demasiado ambiciosas. Músicos amateurs, tomen nota: te sentirás mucho más realizado si eres honesto sobre tus límites para practicar.
Tal vez no estén sorprendidos de que mis propósitos de Año Nuevo sean similares a los de la década pasada. Al inicio de la lista se encuentran: pasar más tiempo con mi familia, organizar mejor mis finanzas y perder unos kilos.
Sin embargo, la experiencia muestra que si los mantengo y sigo preguntándome por qué sigo fallando en lo mismo, los cumpliré. Tal vez 2012 sea el año en que tenga éxito.