OPINIÓN: Estados Unidos necesita una vía de salida a la crisis con Irán
Nota del editor: Gary Sick colaboró con el Consejo de Seguridad Nacional durante las administraciones de los presidentes Ford, Carter y Reagan, y fue el principal asesor de la Casa Blanca sobre Irán durante la Revolución Iraní y la crisis de rehenes. Sick es académico senior de investigación y profesor adjunto de asuntos internacionales de la Universidad de Columbia, miembro del consejo de Human Rights Watch en Nueva York y fundador de su comité asesor sobre Medio Oriente y África del Norte.
(CNN) – Cuando dos importantes naciones parecen estar provocándose para entrar en una guerra peligrosa y sin sentido, puede ser útil tomarse un respiro profundo, dejar a un lado la retórica por un momento y regresar a lo básico.
Durante las últimas semanas, se ha registrado un fuerte aumento en la guerra de palabras de tres décadas entre Estados Unidos e Irán. Éste ha realizado maniobras en el crítico Estrecho de Ormuz, combinado con amenazas de interrumpir el comercio en ese lugar. Estados Unidos ha perdido su tercer avión no tripulado sobre Irán, y las partes no identificadas están llevando a cabo una campaña sin precedentes de una guerra cibernética encubierta y asesinatos dentro de Irán. Teherán dice que ha desarticulado una red de espionaje de EU y ha condenado a un ciudadano americano a la muerte.
El presidente Clinton puso en marcha las sanciones de EU contra la industria petrolera de Irán por orden ejecutiva en el año electoral de 1995; en ese momento, Irán no tenía ni una centrifugadora de giro. Después de una década y media de sanciones crecientes de Estados Unidos y de la comunidad internacional, Irán cuenta con más de 8.000 centrifugadoras de giro y una gran cantidad de existencias de uranio de bajo enriquecimiento. Es la definición de una política fracasada.
En diciembre, el Congreso de EU aprobó un proyecto de ley de autorización de defensa que incluía disposiciones destinadas a derrocar al Banco Central de Irán. Aunque el presidente Obama expresó sus reservas, lo convirtió en ley. Este reciente paquete de sanciones intenta privar a Irán de sus ingresos petroleros. El hecho de prohibir a otros países tratar con bancos de Irán pretende impedir que Teherán venda su petróleo. Eso es el equivalente de un acto de guerra, un bloqueo financiero de los puertos petroleros de Irán, que privaría al país de más de la mitad de sus ingresos presupuestarios.
No debe de extrañar que un país que enfrenta la guerra económica recuerde al mundo que también puede hacer daño. Irán no puede cerrar el Estrecho de Ormuz por un período prolongado de tiempo, pero es capaz de impedir el tráfico de petróleo del Golfo Pérsico durante muchos meses. La pérdida de sus exportaciones de petróleo propio sería el detonante de dicha acción, lo que haría subir el precio del petróleo a niveles imprevisibles y aumentaría el riesgo de una guerra regional más amplia.
Una guerra contra Irán no sería breve o unilateral. Como hizo ver el general Anthony Zinni, si te gustaron Iraq y Afganistán, amarás Irán. Es un país enorme, bien defendido, con un feroz sentido del nacionalismo. Ninguna campaña aérea, incluso si se prolonga, acabaría con el problema.
El resultado más previsible de un ataque militar sería la retirada de Irán del Tratado de No Proliferación Nuclear y la expulsión de los inspectores de la Agencia de Energía Atómica y de las cámaras que vigilan cada paso del proceso de enriquecimiento iraní. Además, la manera más segura para unir al pueblo iraní en torno a este sistema corrupto y represivo es que un poder externo lo ataque.
En los últimos días, el secretario de Defensa de EU, Leon Panetta, nos ha recordado que Irán no ha tomado ninguna decisión para construir un arma nuclear. Paralelamente, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, al tiempo de denunciar la decisión de Irán de seguir adelante con sus instalaciones de enriquecimiento subterráneo cerca de Qom, ha reiterado el llamado de EU a Irán para que regrese a la mesa de negociación.
Un buen punto de partida sería la oferta original de Estados Unidos de cambiar el 20% de las placas de combustible para el reactor de investigación, por el uranio iraní enriquecido. Las placas de combustible fueron originalmente un regalo de EU para que se usaran en la producción de isótopos médicos. Irán aceptó tentativamente tal oferta en 2009, sólo para descartarla dada la oposición doméstica. Más adelante aceptó la propuesta por escrito, garantizada por Turquía y Brasil, para ser rechazada posteriormente por Estados Unidos en 2010. Desde entonces Irán ha manifestado su voluntad para retomar las discusiones sin condiciones.
La política estadounidense ha sido presionar para las negociaciones. Irán también ha buscado una política de doble sentido, con amenazas combinadas con ofertas de negociación. Lo que necesitamos ahora es una vía para salir de la crisis. Quizá este es el momento de explorar el camino de las negociaciones que ambas partes afirman preferir.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Gary Sick.