OPINIÓN: Los motivos de Isabel Miranda de Wallace
Nota del editor: María Elena Morera es Presidenta de Causa en Común, A.C., y presidió México Unido Contra la Delincuencia de diciembre de 2003 a febrero de 2009. Su twitter es @MaElenaMorera
(CNNMéxico) — Gustavo Madero, presidente nacional del PAN, salió a la pesca de líderes ciudadanos que le dieran a su partido mayores posibilidades de obtener los votos que no podían haber conseguido con sus cuadros políticos. En el camino, se encontró a Isabel Miranda de Wallace, quien seguramente será una excelente candidata.
Obtendrá más votos de los que ellos -militantes panistas- podrían conseguir y emprenderá una campaña mucho más interesante.
Pero Gustavo Madero, a pesar de lo legítimo de su búsqueda, debió respetar su proceso de selección interno, claro, incluyendo a Isabel entre los aspirantes a la candidatura para Jefe de Gobierno del Distrito Federal. En el PAN presumen de lo que carecen. Evidenciaron que sus procesos son dudosamente democráticos al dejar fuera por dedazo a sus aspirantes al gobierno capitalino.
Isabel es una activista valiente, que se ganó a pulso un gran reconocimiento social al negarse a ser espectadora de la injusticia tras la muerte de su hijo. Después, apoyó a víctimas e impulsó diversas reformas de seguridad y justicia.
Si decidió jugarse su prestigio con un partido político, está en su derecho como cualquier ciudadano.
Por ello se equivocan quienes creen que la están usando. Tal vez, en realidad, es ella quien los usa: porque gana en exposición pública y si lo maneja bien, le será útil para lo que decida hacer después -si es que no resulta favorecida en las urnas-.
Su reconocimiento social no se pierde por el hecho de ser candidata a jefa de Gobierno. No creo en la premisa de "buenos de este lado y malos del otro".
Sin embargo, lo que a muchos desconcierta en la sociedad civil, son las reiteradas declaraciones de Isabel de que no aceptaría ningún cargo de elección popular porque creía que se vería desprestigiada.
También nos desconcierta por la lucha que compartimos para hacer realidad la prioritaria reforma política y lograr las candidaturas independientes. Considero que estos dos temas, junto con la transparencia en sus acuerdos con el PAN, son asuntos pendientes que ella, cuando así lo decida, deberá explicar.
Como líder social, el discurso es de denuncia, de combate a la corrupción; de desenmascarar a los políticos abusivos, de exigir que cumplan sus compromisos. Vives criticando, proponiendo y haciendo programas. Para mantenerte en un activismo serio, eres incómoda, trabajas con todos los colores e ideologías, mantienes esa fina línea en la que participas en proyectos conjuntos, pero también preservas tus derechos. Criticas y exiges, porque no eres parte de ellos -las autoridades-.
Como candidata, Isabel jugará en el mismo campo que la sociedad civil, pero con reglas distintas. Será muy difícil que sea imparcial si sólo critica al PRI, al PRD y no al PAN. Puede seguir con el discurso de criticar y denunciar a todos, el problema es que va apoyada por los panistas: ellos financiarán su campaña con las prerrogativas y le ayudarán a consolidar un equipo.
¿Podrá ella sostener que es ciudadana, que no pertenece al PAN, que lo va a criticar con el mismo rigor que a los otros? Me parece complicado, a pesar de que ella así lo quiera.
Su candidatura por el PAN nos demuestra también que este partido mintió a los mexicanos al proponer la reforma política, porque realmente no quería democracia, sino simulación.
No quiere que los políticos le deban sus puestos a los electores, quiere que se los sigan debiendo a las cúpulas partidistas. Por lo visto, no están dispuestos a cedernos nada.
Posiblemente, Isabel aceptó porque estaba cansada de luchar desde afuera y ver que no sucede lo suficiente. No dudo que desde adentro se puede hacer mucho más, pero también creo que pronto se dará cuenta que para hacer cambios de fondo, el problema no es cambiar a una persona. Se tiene que cambiar todo un sistema.
Y como nada en política es imposible, si gana la Jefatura de Gobierno, su capacidad de gobernar será proporcional a la rapidez en su aprendizaje, su capacidad de liderazgo, de sumar a los mejores a proyecto y escuchar los consejos de las personas adecuadas.
Es evidente que si esto ocurre, los principios y los intereses del partido querrán imponerse, y posiblemente muchos de ellos no sean compatibles con sus principios. En la vida nada es gratis, en los partidos menos.
Respetamos la decisión de Isabel, sabedora que tuvo sus motivos y que no se dejará llevar por lo superfluo de los políticos.
Ha luchado mucho y sabe que los que decidimos quedarnos en la sociedad civil, apoyaremos, exigiremos y estaremos vigilantes de su desempeño como lo hacemos con cualquier otro funcionario público.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a María Elena Morera.