OPINIÓN: La hipocresía de la política estadounidense hacia Cuba
Nota del editor: Roland S. Martin es un columnista que vende sus artículos a diversas publicaciones y es autor de The First: President Barack Obama’s Road to the White House. Es comentarista para la cadena televisa de cable TV One, y editor/anfitrión de su programa de noticias de los domingos por la mañana, llamado Washington Watch with Roland Martin.
(CNN) Durante más de 50 años, Estados Unidos ha mantenido un embargo contra la isla de Cuba , todo porque supuestamente odiamos el comunismo y porque creemos que el país que está como a 130 kilómetros de nuestras fronteras debe instituir la democracia.
En tanto que los candidatos del Partido Republicano pelean por votos para las elecciones primarias que se llevarán a cabo el martes en Florida, el tema de Cuba ha aparecido en un par de debates. Casi todos los candidatos, excepto el diputado por Texas, Ron Paul, han sonado ridículos en su intento por defender lo que claramente es una política fallida, todos por el intento de congraciar entre la gran población de electores cubanos que hay en Florida.
Tomemos, por ejemplo, a Newt Gingrich.
Fue la habitual arremetida del expresidente de la Cámara en el debate de NBC, cuando hizo un llamado a Estados Unidos para autorizar el cambio de régimen con el fin de sacar a Fidel y Raúl Castro de sus puestos como dirigentes del país.
“Les diría que la política de Estados Unidos debe ser agresiva para derrocar al régimen y hacer todo lo que esté a nuestro alcance con el fin apoyar a los cubanos que quieren libertad”, dijo Gingrich. “Ya saben, Obama es muy encaprichado con la Primavera Árabe. No parece ser capaz de mirar 130 kilómetros al sur de Estados Unidos para tener una Primavera Cubana.
“Por lo que intentaré establecer una política muy agresiva de llegar a todos los cubanos que quieran ser libres, ayudándolos a unirse en redes, contactando a la generación más joven que vive dentro de la dictadura, e indicándoles que no tiene un futuro como dictadura ya que la presidencia de Gingrich no va a tolerar cuatro años más de esta dictadura”.
En lo que fue el comentario más ridículo de la noche, el exsenador de Pennsylvania, Rick Santorum, dijo que si Cuba fuese China en términos de su proximidad geográfica con Estados Unidos, igual estaría en contra del país.
“Para EU es una doctrina importante el asegurarnos que nuestro hemisferio y los que están cerca de nosotros, son personas de las que podemos y debemos ocuparnos”, dijo Santorum.
“Y justo ahora tenemos y hemos tenido durante 50 años una dictadura en Cuba. Los hemos sancionado. Deben continuar. Deben continuar hasta que los Castro estén muertos, y entonces debemos poner muy en claro que si quieren montones de ayuda, si quieren la normalización de las relaciones, si quieren mejorar su economía, si quieren tener la oportunidad de libertad, Estados Unidos está listo para abriles los brazos ahora que se han librado de esos tiranos, quienes los han controlado durante más de 50 años. Esa es la razón de por qué las sanciones tienen que seguir, ya que debemos tener una oferta muy sólida por presentar y para ayudar al pueblo cubano”.
¿En serio? ¿Nos es posible aquí tener una conversación de gente adulta?
No hay ninguna razón lógica por la que los candidatos deben condenar el normalizar las relaciones con Cuba, mientras hacemos todo lo que está a nuestro alcance para ayudar a China.
Hmmm, veamos. Cuba es un país comunista. China es un país comunista. El pueblo de Cuba no vive en un sistema democrático. El pueblo de China no vive en un sistema democrático.
Sin embargo, a China se le ha otorgado el estatus de la nación más favorecida, permitiendo el libre flujo de bienes, tanto de aquí para allá como de allá para acá. Disculpa, Rick, eso no tiene nada que ver con la proximidad. Es porque China es un gran sitio para los negocios estadounidenses, y por el hecho de que el país comunista es esencialmente el banquero de Estados Unidos, acreedor de cientos de miles de millones de dólares de nuestra deuda.
Santorum quiere insinuar que Cuba está en contubernio con Nicaragua y Venezuela, y que éstos están alineados con Irán , lo cual ayuda a potenciales terroristas. Hasta donde tengo conocimiento, tenemos relaciones con Rusia, y ellos hacen grandes negocios con Irán. Despreciamos a Corea del Norte, sin embargo China tiene muchos negocios con Corea del Norte.
Estimados, apoyo totalmente la democracia, y debemos predicar ese evangelio donde quiera que vayamos. Pero no hay manera en que pueda creer que el deshielar nuestra relación con Cuba dañe de forma alguna a Estados Unidos.
La comunidad cubanoestadounidense es fuerte, tiene gran influencia política y elabora grandes cheques, principalmente para el Partido Republicano. Pero sin duda es hora de que los adultos admitan que el embargo no ha obligado a Castro a dejar el poder, y todo lo que ha conseguido es darle el pretexto que podría tener cuando le habla a los ciudadanos cubanos.
Estados Unidos tiene que redoblar el paso y ponerle fin al embargo contra Cuba, y reconocer que el tener relaciones reales y de peso con ese país podría alentar la democracia que decimos querer.
“Creo que es hora ...de dejar este asunto aislado de no hablar con la gente”, dijo Paul. “Hablamos con los soviéticos. Hablamos con los chinos. Y nosotros abrimos al comercio, y ahora no nos estamos matando los unos a los otros. Luchamos con los vietnamitas durante mucho tiempo. Finalmente cedimos, empezamos a hablar con ellos, ahora comerciamos con ellos. No sé por qué el pueblo cubano debe ser tan atemorizante.
"Creo que vivimos en la Edad Media, cuando no podemos siquiera hablar con el pueblo cubano. Creo que ya no estamos en 1962. Y no tenemos que emplear la fuerza y la intimidación ni derrocar a los gobiernos en turno. No creo que eso vaya a funcionar”.
Es hora de que los candidatos del Partido Republicano y de que los funcionarios de ambos partidos detengan la demagogia política dirigida a los cubanoestadounidenses, y de que digamos que si queremos una Cuba libre, esto puede comenzar poniéndole fin a un embargo fallido y sin sentido.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Roland S. Martin.