OPINIÓN: La razón por la que Demián Bichir fue nominado al Oscar
Nota del editor: Joaquín Cosío es un actor mexicano. En los años recientes, participó en las cintas Backyard: El Traspatio, 007 Quantum of Solace y El Infierno, donde interpretó el personaje de El Cochiloco. Compartió el set de A Better Life (Una vida mejor) con Demián Bichir.
(CNNMéxico)— La interpretación de un actor no requiere de los juicios de una Academia o de críticas especializadas: el actor desarrolla un trabajo en el que la verosimilitud y la emoción son determinantes para que un espectador reconozca su trabajo o lo rechaze. Con eso basta.
Esa capacidad de creer o incluso emocionarse con el trabajo actoral, la tienen todos quienes forman parte de un auditorio -algunos la manifiestan a través del aplauso, por ejemplo, y otros simplemente la viven en su interior-.
El vínculo actor-espectador es personal, y se cumple en silencio y sin que medien la razón o el juicio. Desde luego que el encuentro entre el espectador y el desempeño de un actor está acotado por una gran cantidad de factores –la promoción de una película, entre ellos- que en la mayoría de las ocasiones pueden provocar que dicho encuentro no tenga lugar o que un gran trabajo actoral pase desapercibido o incluso sea flagrantemente ignorado.
La forma en que se justifica la existencia de academias -como la que entrega el Oscar- u otros organismos especializados, radica en la oportunidad de llevar a cabo un exhaustivo escrutinio en el universo de las interpretaciones a su alcance.
Esto último me ha quedado claro con la nominación al Oscar de Demián Bichir en la cateogoría de mejor actor por su interpretación en la cinta A Better Life (Una vida mejor).
La Academia pudo distinguir el trabajo extraordinario de nuestro actor en una película de bajo presupuesto, cuya proyección en los cines, además, pasó desapercibida.
Hace muchos años que Demián demostró que el público mexicano cree en sus interpretaciones. Ha sido protagonista de notables éxitos de cartelera, como Sexo, Pudor y Lágrimas -en tiempos más difíciles para el cine que los que vivimos hoy, y siendo un actor que también ha deslumbrado en teatro y televisión, me atrevería a decir que es pionero en el actual cine mexicano.
Demián ha dejado cuenta de su talento en proyectos innovadores y trascendentes, como la telenovela Demasiado Corazón, producida por Argos para TV Azteca en 1998, y en la cual se abordaba la política mexicana.
¿Por qué lo nominan al Oscar?
Encuentro varias razones, y muy poderosas.
La más evidente es haber construido un personaje profundamente sensible, al que dotó de una sinceridad que está presente en cualquier acto o palabra de Carlos Galindo -nombre del personaje que interpreta-, un mexicano indocumentado con una aflicción mal escondida debajo de su gastada chamarra, pero que ocasionalmente deja entrever ese complicado vía crucis del bracero mexicano en Estados Unidos: pobreza, jornadas de trabajo interminables, problemas familiares y un horizonte permanentemente amenazado.
Todo lo anterior fue amalgamado por Demián en un rostro invadido por una energía que bien podría tocarse.
No hay un solo momento en el que la 'dupla' Bichir-Galindo no pronuncie la verdad, por más ficticia que ésta pudiera ser. Todo fluye de una manera tan verosímil que la que podría ser una historia más sobre los periplos de los migrantes indocumentados, se convierte en un sentido drama humano, conmovedor y entrañable. Además, la cinta ofrece acción y sorpresas -mérito, desde mi punto de vista, de un estupendo guión-.
Es entonces cuando aparece la gran aportación de Demián, a través de su interpretación: escapar del personaje convencional y renovarlo.
Construyó al indocumentado de siempre, pero con otra calidad, con otra textura. ¿De qué manera logró que Carlos Galindo -el personaje- escapara del estereotipo del típico bracero?
El migrante de Bichir se mueve siempre en una cuerda floja que además de tensa, es invisible, pero siempre real. Por ello, de pronto, Demián puede ofrecernos momentos de gran impacto dramático sin que aparentemente ocurra nada, como en la escena final de la cinta, por ejemplo, donde algo que proviene desde las profundidades del corazón de Galindo, ocasiona que pronuncie unas palabras que, literalmente, impactan.
Es así como cierra el círculo dramático de la historia: incluyendo en sus diálogos esperanza, fatiga, convicción y tristeza. Todo en un instante, para mí, inolvidable.
Con su interpretación, Demián convence.
Pero además, la Academia sabe algo que, ciertamente, los espectadores comunes desconocemos: hacer cine no es fácil.
El actor puede empezar el día filmando la escena final seguida de otras que nada tienen que ver con la que acaba de hacer, y por supuesto, todo debe parecer, todo debe ser, tan natural y lógico como la vida diaria. O como se ve en el cine: fluido. Ese es el gran reto: vivir la escena como se vive la vida.
Y Demián Bichir lo hace, y espléndidamente.
Por eso merece, al menos, la nominación.
Porque trasciende una simple interpretación, verosímil, para entregarnos instantes de vida -ciertos, tangibles, rotundos- de un ser humano, que como usted o como yo, es ambiguo y vulnerable, lleno más de dudas que de convicciones.
Un ser humano, Carlos Galindo, que sabe que ama a su hijo por sobre todas las cosas y que no habrá barrera, ni cerca, ni río, que le impida ofrecerle una vida mejor: A Better Life.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Joaquín Cosío.