OPINIÓN: La postura de los Obispos de EU respecto a la anticoncepción
Nota del Editor: Keith Soko es profesor asociado de ética religiosa y teología moral en la Universidad de Davenport, en Iowa, EU. Imparte clases en bioética y cuidado de la salud, justicia social, paz y justicia en religones comparadas, y temas morales. Es el autor de "A Mounting East-West Tension: Buddhist-Christian Dialogue on Human Rights, social Justice and a Global Ethic".
(CNN) — Recientemente, el Director del Comité de Libertad Religiosa de Obispos de Estados Unidos argumentó que, la disposición establecida por la administración de Obama en la que se señala que la mayoría de los planes de seguros de salud deben cubrir la anticoncepción, va en contra del mandato de Jesucristo.
Pero por supuesto que Jesús no dijo nada acerca de la cobertura de la anticoncepción o de ningún otro tema relacionado con la sexualidad. ¿Entonces, cuál es el tema?
El mandato demandaría que las instituciones católicas, entre ellas universidades y hospitales, incluyan en sus planes de cobertura tanto la anticoncepción como la esterilización. Pero este tema va más allá de lo que le concierne a la Iglesia Católica y llega incluso al ámbito público.
Los obispos católicos de los Estados Unidos y otros grupos cristianos conservadores, han argumentado que los requerimientos de la administración de Obama transgreden la libertad religiosa y el rol de conciencia.
El domingo pasado, varios obispos leyeron unas cartas en sus respectivas misas implorando a los católicos que se opusieran a esta resolución. Los periódicos han escrito historias de obispos que hacen predicciones apocalípticas como el cierre de universidades y hospitales en caso de que dicha disposición entre en vigor.
Pero, ¿realmente quién prepara estos argumentos, además de los obispos y una minoría de católicos y cristianos conservadores, especialmente cuando los estudios muestran que el 98% de las mujeres católicas sexualmente activas han usado anticonceptivos?
Para empezar, recordemos datos importantes. Desde la década de 1930, a raíz de la Conferencia Lambeth de la Iglesia Anglicana, la mayoría de las iglesias cristianas han permitido los anticonceptivos, permitiendo que sean las parejas quienes tomen sus propias decisiones. Pero la Iglesia Católica rechazó esa posición, quedando relativamente sola en esta discusión, aunque desde 1951 permitió el método anticonceptivo del ritmo.
Tras la realización del Concilio Vaticano II, a mediados de la década de 1960, el Papa formó un comité fuera del concilio para evaluar la postura de los integrantes del mismo respecto a los anticonceptivos. El resultado: 75 de los 90 integrantes recomendó que la Iglesia aceptara el uso de los anticonceptivos en las parejas casadas.
Aún así, en 1968, el Papa Pablo VI emitió su encíclica (documento papal) Humanae Vitae (De la Vida Humana), en el que rechazaba la conclusión del comité y mantenía la oposición de la Iglesia para el uso de anticonceptivos en las parejas casadas.
Inmediatamente, los teólogos católicos emitieron una declaración en contra de la encíclica, argumentando en contra de sus métodos y sus conclusiones, y sosteniendo que los católicos pueden actuar de una manera responsable siguiendo sus conciencias bien informadas en el tema.
Desde entonces, varios estudios han documentado que muchas parejas católicas emplean algún tipo de anticonceptivo. La mayoría de los teólogos católicos (profesores de teología en colegios y universidades) rechazan las enseñanzas de la Iglesia en este tema, y han argumentado que una enseñanza que es rechazada por la mayoría de los creyentes no es válida.
Esos son los hechos históricos.
Volvamos ahora a esta época, en la que los obispos y otros grupos cristianos apelan al rol de la "conciencia", un concepto en el que los mismos obispos y recientes Papas han puesto poco entusiasmo, en contraste con el rol de la "obediencia". Si van a apelar a la conciencia, entonces ellos también deben de respetar las conciencias de los adultos responsables, hombres y mujeres católicos, y no católicos que trabajan en instituciones católicas.
Deben de respetar el rol que los padres tienen para decidir el número de hijos que quieran y que puedan cuidar. Nadie está forzando a los católicos a utilizar anticonceptivos. Es una cuestión de acceso, y por lo tanto, de justicia.
También de respetar el rol de los católicos para compartir sus experiencias en cuidado de la salud y en políticas públicas, como lo argumenta el Concilio Vaticano II. Teólogos cristianos y profesores universitarios tienen la responsabilidad de buscar la verdad y de trabajar por la justicia. La tradición moral católica ha argumentado desde hace tiempo que existe una diferencia entre moralidad y política pública.
Pero esto tiene su lado sucio. La Iglesia Católica dice que la vida humana debe de ser protegida desde el momento de su concepción. Así, la anticoncepción que trabaja después de la concepción previniendo la implantación (de 6 a 10 días después de la concepción), sería considerada como un tipo de aborto.
Entonces, mientras la legislación de Obama no requiera cobertura de aborto, ese "lenguaje de aborto" también ha sido parte del argumento católico.
Esto parece justo para aquellos que dirían que un embrión fertilizado pre-implantado debe de ser protegido desde el tiempo de concepción. Pero ¿la mayoría de los católicos no se opondrían a la cobertura de anticonceptivos que funcionan antes de la concepción?, y, ¿no deberían ser las mujeres las que tomen esa decisión? ¿muchos católicos y cristianos rechazarían la cobertura de cuidado de la salud para las mujeres debido a esto?
Como yo lo veo, esta debe ser la pregunta, desde mi perspectiva de teólogo cristiano y católico de toda la vida, educado casi en su totalidad en instituciones católicas, y a quien le fue inculcado trabajar por la dignidad humana, el bien común y la justicia social: ¿Los obispos de los Estados Unidos deben de hablar en nombre de todos los católicos en materia de política pública nacional respecto a un tema con el que muchos de los católicos están en desacuerdo dentro de su propia iglesia?
Los obispos se han negado a discutir este tema con sus pares católicos por más de 40 años. Y todos los obispos son hombres. ¿Qué pasa con los teólogos católicos, académicos, trabajadores sociales y profesionales del cuidado de la salud? ¿Qué pasa con las mujeres católicas?
La política pública envuelve discusión, diálogo, debate, y algunas veces hasta compromiso.
Eso no significa comprometer nuestros principios morales, pero sí puede resultar comprometedor debido a la manera en que dichos principios son legislados y convertidos en política pública en una sociedad democrática y plural.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Keith Soko.