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OPINIÓN: El milagro de Jeremy Lin, la figura del baloncesto

El jugador de los Knicks es la nueva sensación de la liga de basquetbol más importante del mundo: la NBA
mar 21 febrero 2012 01:56 PM
Lin
Lin Lin

Nota del Editor: Stephen Prothero es especialista en religión de la Universidad de Boston, autor de "God is Not One: The Eight Rival Religions that Run the World", y colaborador del Blog Belief de CNN.

(CNN) — No creo en los milagros, pero sí en Jeremy Lin.

Toda mi vida he apoyado a los Celtics de Boston y claro que por eso he odiado a los Knicks desde que Bill Bradley, de Princeton, llegó al Madison Square Garden en la década de 1970. Pero cuando vi anotar tres puntos a Lin, de pronto ya estaba animado, casi en contra de mi voluntad.

¿Porqué todo este escándalo por Jeremy Lin?

Obviamente, están los que en lenguaje político son conocidos como "la base", es decir, los fanáticos de los Knicks. Pero también están los estadounidenses de origen asiático que apoyan al primer estadounidense de origen chino en la NBA. Y también están los cristianos evangélicos que adoran a Lin por sus creencias religiosas.

Hace unos días lo comparaba con Tim Tebow -quarterback titular de los Broncos de Denver, equipo de futbol americano de la NFL-, una teoría que verdaderamente aplica en este caso: un jugador poco conocido que lleva a su equipo, acostumbrado a la derrota, de triunfo en triunfo, probablemente, con un poco de ayuda divina.

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De hecho, la noche del 14 de febrero, Lin nos regaló su versión de Tebow, liderando la remontada de su equipo, que perdía por 17 puntos, al anotar 12 puntos en el último cuarto (incluyendo un milagroso tiro de tres puntos para sellar la victoria).

Cuando Estados Unidos ganó la medalla de oro de hockey en la Olimpiada de 1980, el comentarista de deportes Al Michaels hizo una pregunta que se volvió famosa: "¿Crees en los milagros?", pues Lin sí.

Después de ese juego, él dijo que en la racha de victorias del equipo vislumbra "la huella de Dios" y se refirió al repunte de su carrera como un "milagro de Dios". 

No creo que ningún Dios está facilitándole las cosas a los Knicks. Como sugirieron recientemente en la emisión de Saturday Night Live, a propósito de un sketch en el que se hizo referencia a Tim Tebow, seguramente Dios tiene que resolver cosas más importantes que un concurso de belleza o algún evento deportivo.

Es más, la mayor parte de la historia de Lin puede entenderse sin tener que recurrir a la intervención divina.

Hace unos días, el boxeador Floyd Mayweather escribió en su cuenta de Twitter que "Jeremy Lin es un buen jugador, pero todo el revuelo a su alrededor se debe a que es asiático. Los jugadores negros hacen cada noche lo mismo que él, pero no los alaban tanto como a él". No creo que sea así. Lin anotó más puntos en sus primeros cinco juegos que ningún otro jugador en los años recientes en la NBA. Pero Mayweather, a pesar de que no lo hace con buena intención, está en su derecho de poner sobre la mesa este fenómeno desde la perspectiva racial.

No tengo ninguna duda de que el racismo existe en el deporte tal y como sucede en la sociedad estadounidense, pero no está focalizado en una sola raza. El mismo Lin ha tenido que soportar comentarios de ese tipo. Cuando jugaba para la Universidad de Harvard, los fans de los equipos rivales le ponían apodos y lo instaban a regresar a China, a pesar de que él nació en Los Ángeles.

Después de ver sus milagrosas actuaciones en sus primeros seis juegos como titular, me pregunto lo siguiente: ¿cómo es posible que nadie haya detectado su talento con más antelación?, ¿cómo entender que el jugador del año a nivel preparatoria en California no consiguiera una beca para jugar basquetbol en una universidad de primer nivel?, ¿qué tuvo que suceder para que un jugador que rindió de tal forma en Harvard no fuera seleccionado por ningún equipo y tuviera que pasar tanto tiempo en la banca? ¿cómo es posible que no recibiera oportunidades de jugar hasta que una serie de lesiones orillaron a los Knicks, su propio equipo, a tomarlo en cuenta?

Tal vez haya influido la mano de Dios. Sin embargo, no puedo dejar de lado mi teoría de que esta situación, más que un análisis teológico, es digna de una evaluación sociológica. ¿Acaso los estereotipos raciales no deben ser tomados en cuenta para encontrarle explicación a esta historia de CeLincienta?

Mahzarin Banaji, profesora de Harvard, estudia lo que pasa en nuestro cerebro cuando vemos a alguien de otra raza. Con su estudio Project Implicit, ha comprobado que la mayoría de nosotros tendemos a elaborar prejuicios de los que nuestro cerebro no es consciente.

Mientras escribía este artículo, hice un test en su página de internet que mide qué tan próximos creemos que son los estadounidenses de origen europeo con los estadounidenses, y qué tanto identificamos como extranjeros a los estadounidenses de origen asiático. Debo reconocer que yo también veo a los estadounidenses de origen asiático, como a Lin, como alguien que no es uno de los nuestros.

Pero lo que creo es que lo que frenó la carrera de Lin no fue la percepción de que era extranjero, sino la idea de que no era lo suficientemente atlético o comprometido con el basquetbol como sus compañeros.

"Pueden pensar que esto es cuestión de suerte", le dijo Lin a la prensa, "pero finalmente, tuvieron que haberse combinado 20 o 30 cosas para que yo pudiera estar aquí". Entre esos factores, según mi punto de vista, se encuentra la idea, probablemente generalizada, de que un estadounidense de origen chino no sería capaz de trabajar con tanto ahínco para triunfar en el basquetbol como lo hubiera hecho para ser aceptado en la escuela de medicina. 

Como bien dije, no creo mucho en los milagros, y a pesar de que en este caso en particular hay varias cosas dignas de análisis, lo más importante es lo siguiente: el caso Lin es un llamado de atención sobre los prejuicios existentes en Estados Unidos. Sí, los estadounidenses de origen asiático son capaces de saltar...y en la NBA.

Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Stephen Prothero.

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