OPINIÓN: ¿Incitan a la violencia los fanáticos del futbol americano?
Nota del Editor: Donald McPherson en un ex quarterback de la NFL y de la Liga de Futbol Canadiense y es miembro del Salón de la Fama del Futbol Americano Colegial. Es un consultor independiente, feminista y educador de justicia social, también es un analista deportivo en SportsNet NY. Síguelo en su cuenta de twitter @donmcpherson
(CNN) — “Denle al hombre su dinero”.
Fue la indicación de Jerome Brown, mi compañero de equipo, cuando jugaba para las Águilas de Filadelfia hace más de 20 años. Era sábado por la noche y estábamos en una de nuestras juntas regulares de equipo especial, en donde veíamos lo más importante de la semana anterior y repasábamos los grandes aciertos y jugadas.
Jerome propuso una recompensa de $100 dólares al jugador que interceptara un balón o forzara un balón suelto. Era 1988 y así era la NFL en la que crecí. Soñaba con ser un jugador exitoso.
En 1989, a mediados de mi segundo año con las Águilas, cambiamos al pateador Luis Zendejas con los Vaqueros de Dallas. Varias semanas después jugamos contra ellos en Dallas, y la noche anterior hablé con Luis y le recordé mantenerse alerta.
Él supo exactamente de lo que estaba hablando. A ese juego se le conoció como el “Bounty Bowl” y Buddy Ryan, nuestro entrenador, fue acusado de poner una recompensa por su cabeza.
Pero no fue así, no apuntamos contra ningún jugador. El incentivo fue la gran jugada que cambiaría el juego. El golpe tenía que ser limpio y legal. Tiros baratos, golpes tardíos o ilegales no sólo no estaban permitidos, sino que eran recibidos con abucheos. El dinero que habíamos apostado era sólo ceremonial. Para jugadores que ganaban el mínimo de la liga, se convirtió en parte de su servicio, como la propina a un mesero.
Cuando se hicieron públicas las recompensas que jugadores de los Santos de Nueva Orleáns obtenían por golpear sus oponentes, lo primero en lo que pensé fue en la tasa de inflación: $10,000 parecía una cifra excesiva, pero también lo parecía un contrato de $100 millones de dólares para alguien de mi generación.
Tanto dinero hizo que el gran golpe se viera más perverso; aun así, todo eso se me hacía rutina.
Debo admitir que cuando me retiré del futbol americano por primera vez no lo veía como un juego violento. Sí estaba consciente del apetito de nuestra sociedad por el entretenimiento violento, pero la violencia del juego no tenía nada que ver con su objetivo.
Pero es imposible ignorar la realidad de que el juego ha crecido. Grandes golpes, grandes etapas, jugadores muy buenos y grandes salarios han caracterizado el crecimiento del juego y su imagen. Y cada contrato de los jugadores está cargado con incentivos de rendimiento que sirven como aliciente para elevar el nivel de competencia. Me parece que los entrenadores y los jugadores de los Santos estaban actuando de acuerdo con el modelo que les dieron.
Escuchando la indignación con la que el público y sobre todo los medios deportivos internacionales condenaban el comportamiento de los jugadores y entrenadores de los Santos, me resulta complicado no percibir algo de hipocresía. Para asegurarse, la liga ha presentado el juego a través de los años como un espectáculo de golpes duros, donde pelean los atletas guerreros. Y, atletas jóvenes, como lo era yo en la década de 1970, crecimos esforzándonos por llegar al momento de aparecer en la liga.
Los golpes deben de ser limpios y nunca se debe intentar lastimar al oponente. Sin embargo, como bien dijo Tom Jackson de ESPN, la intención es dañar física y psicológicamente a un jugador con un golpe. Como alguien que casi siempre recibía los golpes, entiendo eso bastante bien.
Hoy estamos más conscientes de las lesiones cerebrales y la naturaleza violenta del americano. Pero este juego nunca se ha vendido como el tochito que jugaban los niños, es de conocimiento público que no es un deporte de contacto sino de colisión. Si bien debemos hacer todo lo posible para prevenir lesiones, también debemos de reconocer el apetito insaciable que tenemos por la violencia, y la recompensa que le sigue, de admiración y de dólares, se lo debemos a los jugadores de la NFL.
También tenemos que ser honestos acerca de lo que esperamos. Esto no va a desaparecer con una amonestación de los medios o de sanciones de la liga, a menos, claro está, de que los medios y la liga dejen de promocionar la violencia.
La tradición no parará en un centavo, así como un jugador no puede parar cuando arremete en contra de su oponente a máxima velocidad. Todo jugador de americano ha escuchado la frase “abandono imprudente”. Fue de esa manera como nos enseñaron a jugar.