OPINIÓN: Sobre cómo hacer frente al riesgo del terrorismo nuclear
Nota del Editor: Richard J. Chasdi es profesor adjunto en el Centro para la Paz y Estudios de Conflictos en la Wayne State University y es autor del libro 'Counterterror Offensives for the Ghost War World: The Rudiments of Counterterrorism Policy'.
(CNN) — Los líderes del mundo están reunidos esta semana en Seúl, capital de Corea del Sur, para discutir cómo enfrentarán la amenaza del terrorismo nuclear.
Los esfuerzos para prevenir el uso inadecuado de materiales nucleares y la proliferación de este tipo de armas, han provocado que se ponga mucho más énfasis en tomar medidas preventivas al respecto desde hace tiempo. Esta estrategia se encuentra enfocada a los suministros, que pretenden ahogar el flujo de los componentes de armas y materiales de esa naturaleza a los terroristas. Pero parece haber otra manera, a lo mejor más eficaz, para alcanzar el objetivo.
Una de las más graves amenazas para la proliferación nuclear proviene de las naciones que se valen de grupos de poder que, parecen ser organizaciones independientes, pero en realidad son financiadas para cuidar los intereses de ciertos gobiernos.
Terminar o reducir el uso e influencia de esos grupos, resulta clave para limitar la posibilidad de que los terroristas tengan acceso a ese tipo de suministros.
Probablemente, la principal amenaza de seguridad nuclear proviene de Pakistán, país que dispone de ojivas nuclerares, y que permite la operación de estos grupos.
Las ventas a terceros, como por ejemplo cuando un país recibe o vende armas a otro, siempre es un riesgo, y con ello surge la posibilidad de que ocurra una catástrofe en caso de que armas nucleares lleguen a las manos equivocadas.
Es claro que el gobierno de Estados Unidos trabaja arduamente en conjunto con oficiales de Pakistán para garantizar que sea cada vez mayor la seguridad en las instalaciones nucleares y los depósitos de material radiactivo. Esto ha pasado por años. Por ejemplo, en un artículo del 2007 del diario The New York Times, David E. Sanger y William J. Broad, describían las iniciativas que se asumieron en los tiempos de las administraciones de Clinton y Bush, y las complejidades asociadas a los esfuerzos por trabajar con un aliado que todavía sospecha de las intenciones de Estados Unidos.
Pero sigue en el aire la pregunta más importante: ¿Por qué los líderes pakistaníes parecen apoyar con tibieza las prácticas antiterroristas de los grupos que están en posición de adquirir esos materiales peligrosos?
En primer lugar, Pakistán tiene el antecedente de usar a estos grupos de poder para promover sus intereses de seguridad nacional desde 1950. En esa época, el primer ministro de Afganistán, Mohammad Daud Khan, trabajó para avivar las demandas nacionalistas y las aspiraciones de la población del grupo étnico de los Pashtun en localidades geográficas cerca de la “Línea Durand”, frontera disputada entre Pakistán y Afganistán.
A cambio, líderes paquistaníes usaron a sus propios grupos como contrapeso para promover una visión alterna de una región unificada sin restricciones a causa de la inestabilidad política y social.
Probablemente, el grupo paquistaní más prominente es el Lashkar-e-Tayyiba porque es reconocido por haber perpetrado ataques terroristas en Mumbai en el 2008. A este grupo se le ha conocido desde hace mucho tiempo por su intensa lucha en Kashmir en contra de los líderes políticos apoyados por India y las fuerzas de seguridad indias.
Paquistán no es el único país ubicado al sur de Asia que practica sus políticas internacionales de esta manera; India también ha usado su propio listado de grupos para promover sus intereses de maneras efectivas e ininterrumpidas en lugares como Afganistán y Bangladesh.
Pero mientras el uso de grupos de poder en la región no es algo nuevo, ahora los riesgos se han agravado por la presencia de armas nucleares y materiales radiactivos.
Es vital que Pakistán maneje de una mejor manera a sus grupos de poder. El uso de los grupos de poder como política nacional también tiene implicaciones con respecto a Irán, con sus intentos por tratar de aumentar su poder en Iraq, apoyando a los insurgentes y adiestrándolos para la fabricación de dispositivos explosivos un tanto improvisados.
En Afganistán, donde el débil gobierno de Karzai sigue sin poder o querer enfrentar sus obligaciones de seguridad afuera de Kabul, los grupos de poder de Irán ejercen su influencia.
Es probable que los líderes iraníes apoyen a las organizaciones chiítas en el área de Pakistán dominada por los sunitas, al igual que el grupo chíta Sipah-e-Muhammad, con la meta de desestabilizar a Pakistán, y por supuesto minimizar los esfuerzos de EU en la región.
¿Eso qué significaría para las relaciones a corto plazo entre Israel y Pakistán si Irán es considerado como una amenaza constante? De igual forma, ¿qué le depara a Estados Unidos desde su propia posición geoestratégica?
Deberíamos de desaparecer una página del manual para la resolución deconflictos y utilizar técnicas de negociación que busquen aislar e identificar los motivos detrás de la posición de Pakistán respecto a la utilización de grupos de poder.
Por ejemplo, los miedos y las ansiedades políticas que experimentan los líderes políticos por lo general llevan a unas posiciones rígidas en cuanto a negociaciones en estos temas, y conocer cuáles son los temores de Pakistán puede permitir que Estados Unidos, con su liderazgo, ofrezca algunas alternativas de ayuda.
Otra opción sería separar en partes pequeñas los grandes problemas sin resolver para que se puedan manejar mejor. Por ejemplo, la política de los aviones teledirigidos de EU pueden fragmentarse en políticas más pequeñas en las que pueda haber concordancia.
A su vez, ese tipo de compromisos pueden y deben estar ligados a los temas de importancia para EU, como un apoyo mayor de Pakistán hacia las pláticas de Estados Unidos con el Talibán y una mayor transparencia de los pakistaníes acerca de sus políticas de seguridad. Dichas pláticas podrían empezar un proceso que tiene el potencial de llevarnos hacia nuevos acuerdos que estarían más cerca para confrontar el uso de grupos de choque de Pakistán.
Todo esto requiere un compromiso americano inequívoco hacia Pakistán a largo plazo, para despejar el miedo del abandono. Con ese contexto, esos esfuerzos por resolver los problemas generarán alternativas que pueden llevar a un pensamiento innovador acerca de nuevos arreglos de seguridad en Pakistán y en otros países como India y Afganistán.
Es posible reducir la amenaza de armas nucleares y la diseminación de material radiactivo reduciendo la dependencia de los grupos de poder, y esa puede ser nuestra herramienta más efectiva en la batalla que estamos viviendo.
Las opiniones recogidas en este texto corresponden exclusivamente a Richard J. Chasdi.