OPINIÓN: La industria de los libros parece tener un oscuro panorama en EU
Nota del Editor: Mark Coker es fundador de Smashwords , una compañía de publicación y distribución. Síguelo en Twitter .
(CNN) — El miércoles 11 fue un día negro para el futuro de los libros.
El Departamento de Justicia demandó a Apple y a cinco otras editoriales por conspirar para aumentar los precios de los libros electrónicos. Tres de las cinco editoriales se rindieron rápidamente antes de enfrentar el riesgo y los gastos de una extensa batalla legal.
Buena parte del caso gira alrededor de la decisión que tomaron cinco de las seis casas editoriales de adoptar simultáneamente el modelo de precios de agencia inmediatamente antes de que Apple lanzara el iBookstore, en abril del 2010. En esa época, Amazon controlaba el 90% del mercado de los libros electrónicos. Amazon puso muchos libros a $9.99 dólares, por debajo del costo que Amazon le pagaba a la editorial, para ver si los usuarios aceptaban los libros electrónicos y también para hacerse de parte del mercado.
Los editores obstaculizaron la estrategia de Amazon porque estaban preocupados de que los precios bajos pudieran 'canibalizar' las ventas de los libros impresos, que pusieran expectativas irreales en las mentes de los compradores y que obligaran a Amazon a demandar precios concesionados a las editoriales.
Cuando Steve Jobs le propuso el modelo de los precios de agencia de Apple a las casa editoriales, las grandes editoriales aceptaron la entrada de Apple porque querían un contrapeso de Amazon. Bajo el modelo de agencia, los editores ponen los precios y los vendedores no le descuentan nada.
Los que critican al modelo de agencia lo ven como un intento por aumentar los precios de los libros electrónicos, creen que lo que descuentan los vendedores provee un servicio público importante. Yo lo veo desde otra perspectiva.
Soy un gran fan de los descuentos y de la competencia de precios, pero creo que la responsabilidad de poner los precios debería de ser de los autores y los editores. Si ponen los precios de una manera justa y competitiva, los compradores los recompensarán. Si los precios son muy altos, los usuarios comprarán libros más baratos.
Pero lo más importante es que el modelo de precios de agencia balancea el terreno de juego para los vendedores de libros electrónicos. Previene que los vendedores se llenen de dinero o las artimañas de algunos para participar en una guerra enferma de precios para dañar a sus competidores o para no permitir la formación de nuevos competidores. Permitirá que el mercado reciba a más vendedores, lo que significará que habrá más tiendas de libros promoviendo la alegría de leer entre más lectores. Y obligaría a los vendedores a competir con las experiencias de los usuarios en lugar de hacerlo con sus precios. Los lectores son mejor atendidos cuando contamos con un ambiente de venta de libros electrónicos dinámico.
Para autores y editores, el modelo de agencia les da un mejor control de los tiempos de sus promociones y mejores ganancias por unidad de hasta un 70% de precio de lista, en luagr del 50% que les da el modelo de precios convencional. Le permite a los editores ponerle un precio más bajo a sus libros, para beneficio de los consumidores, y aún así obtener las mismas o mayores ganancias.
Ya hay señales de que algunas editoriales y autores que usan al modelo de precios de agencia están bajando los precios para competir por clientes. En mi compañía, donde distribuimos más de 100,000 libros electrónicos en nombre de 40,000 autores independientes y pequeños editores, el promedio de los precios de nuestros libros es de $3.41 dólares. Bajaron un 25% en estos 18 meses.
Si el Departamento de Justicia sigue con esta demanda de falta de confianza, la decisión podría tener consecuencias negativas, sin que sea su intención, para aquellos que escriben, editen, vendan y disfruten libros electrónicos. La intención del gobierno por proteger a los compradores podría tener un revés para los usuarios afectando a los vendedores, autores y editores.
Podría acelerar la caída de las editoriales más grandes del mundo al forzarlas a cumplir con las pesadas condiciones que les impone el Decreto de Impacto de Competitividad del Departamento de Justicia. Estas condiciones, incluyendo restricciones en la colaboración con otras editoriales y un aumento en la auditoría federal y reportes de requerimientos, aumentarán los gastos de las editoriales y alentarán sus decisiones empresariales cuando deberían de ser competidores más rápidos y ágiles.
Normalmente no soy un gran defensor de las grandes casas editoriales. Le ponen precios muy altos a sus libros, mientras que muchos de sus autores ganan salarios extremadamente bajos. Les toma de 12 a 18 meses publicar un libro, algo absurdo en el mundo de la autopublicación. Muchas veces rechazan a escritores talentosos que no ofrecen las plataformas de celebridades de autores más comercializables como Snooki o Justin Bieber.
A pesar de los errores de las editoriales más grandes, no quiero que se vayan. Quiero que prosperen y que se hagan más receptivos con sus consumidores y sus autores.
Desafortunadamente, las heridas autoinflingidas de las grandes editoriales han hecho que su negocio sea menos importante para el futuro de la industria editorial. Los autores están empezando a darles la espalda a las editoriales tradicionales para autopublicarse. Ahora contratan a sus propios editores, diseñadores de portada, y consultores de mercado. Al asumir los papeles que antes hacían los editores, los autores están ganando hasta el 70% del precio de lista por las regalías de su libro electrónico, en comparación con el 17.5% que les pagaban las editoriales tradicionales. Publican libros electrónicos de bajo costo y llegan a las listas de los mejor vendidos. El acceso total a todo lo importante de la distribución, que antes era controlado exclusivamente por las editoriales, ahora está disponible para los autores que se autopublican.
La próxima vez que veas un libro demasiado caro, échale la culpa a la casa editora, pero no al modelo de precios de agencia.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Mark Coker.