OPINIÓN: ¿Encarna Breivik la inquietante visión occidental del islam?
Nota del Editor: Timothy Stanley es historiador en la Universidad de Oxford y escribe un blog para el diario británico Daily Telegraph. Es el autor del nuevo libro “The Crusader: The Life and Times of Pat Buchanan”.
(CNN) — El juicio del multiasesino Anders Breivik solo ha confirmado una cosa hasta ahora: parece estar bastante loco. Lució gordo y tonto, con marcadas entradas en la cabeza, el noruego lanzó un saludo levantando la mano derecha al entrar al juzgado y sonrió burlonamente durante la grabación de CCTV.
Breivik asegura haber matado a 77 personas en defensa propia en contra de la islamificación de Noruega, dijo ser miembro de los Caballeros Templarios y parte de una resistencia anticomunista hacia el multiculturalismo. Al leer su loco manifiesto, resulta tentador tacharlo de ser un loco con pistola.
Sin embargo, no podemos negar el contexto político en medio del cual actuó Breivik. Desde el 9/11, los políticos marginados y los tradicionalistas, tanto en Europa como en América, han dicho que el Islam es incompatible con los valores de occidente. Breivik citó a muchos de ellos en su manifiesto, por no decir que tomó inspiración directa de algunas de esas figuras públicas, o de que ellos tienen una responsabilidad personal por sus crímenes. Pero la paranoia de Breivik sí se ajusta a una visión popular, totalmente negativa, respecto a los problemas del Islam y el multiculturalismo. Trágicamente, es una visión que solo unos cuantos políticos tradicionales están dispuestos a desafiar.
Breivik hace dos declaraciones falsas. La primera es que el islam es éticamente inferior al cristianismo y que no pueden existir pacíficamente dentro de las democracias seculares de la era occidental posterior a la Ilustración. Esa es la visión abierta del Partido Holandés de la Libertades, el Frente Nacional Francés, la Liga de la Defensa Inglesa y los Verdaderos Finlandeses de Finlandia. Estuvo implícita en la aversión a los edificios de las mezquitas en la candidatura a la presidencia del republicano Herman Cain. También lo podríamos inferir por mucho del testimonio presentado en la audiencia del congreso del republicano Peter King acerca de la radicalización de la juventud de los musulmanes americanos. King ha opinado que hay “demasiadas mezquitas” en los Estados Unidos y que aproximadamente un 80% de los musulmanes americanos son radicales.
El error de todas estas personas es mezclar una pequeña minoría de los islamistas políticos, cuya ideología precisa surgió realmente hace apenas 30 años, con toda la comunidad global e histórica de los musulmanes. Es verdad que el Islam nunca ha pasado por una reforma total, pero sí ha experimentado épocas de mini-ilustraciones. La más celebrada es la Época de Oro del Islam (750-1258), ocurrida en Bagdad, en la que florecieron las artes y las ciencias de tal manera que dejaron muy atrás los tiempos más complicados para Europa. (También puedes encontrar en Persia poesía humanista y arte, y hasta un poco de erotismo en África del Norte).
El islam nunca rechazó abiertamente el método empírico científico, pero en cambio intentó integrarlo a sus creencias religiosas, con una sorprendente cantidad de debates acerca de la fe o de la razón. Rezaba que la divina revelación podría encontrarse en otras religiones y la tan practicada tolerancia en las tierras que conquistaba, una especie de islam multicultural. Voltaire, uno de los gigantes de la Ilustración europea, opinaba favorablemente respecto al hecho de que el islam era más tolerante en cómo trataba a las minorías que el cristianismo (tomaba en cuenta la persecución de los católicos en Irlanda o de los judíos en España).
La sociedad islámica de hoy se ve diferente en cada región en que la encuentres. Las familias reales de Arabia Saudita han promovido el ultraconservadurismo de Wahhabismo, que rechaza los vicios, la idolatría, la veneración de los santos, etc. En Bangladesh prefieren un Sufismo más místico, que le da mucho más énfasis a la experiencia subjetiva de Alá y es tradicionalmente más tolerante con las debilidades humanas y la disidencia.
Casi cada parte del mundo islámico ha producido movimientos progresivos, algunos lidereados por mujeres. Pakistán le dio al mundo a Benazir Bhutto e Indonesia a Megawati Soekarnoputri. En todos los casos, el desarrollo político de los países musulmanes ha sido formado tanto por la pobreza y el legado del colonialismo como por el islam. Irán pudo haber seguido en el camino hacia el liberalismo si en 1953 occidente no le hubiera dado un golpe maestro contra la democracia.
En corto, no hay ninguna historia o experiencia islámica monolítica, lo que hace difícil o hasta falso hablar acerca del reto que significa todo lo que tiene que ver con el islam para occidente. Puesto de otra manera, ningún estadounidense quisiera que nadie pensara que la Iglesia Bautista de Westboro habla por todos los cristianos.
La segunda declaración igualmente falsa de Breivik es que el crecimiento que el Islam ha tenido en occidente ha sido impulsado por las élites liberales como una manera de destruir la cultura tradicional cristiana. De hecho, el multiculturalismo ha sido fuertemente criticado por dos primer ministros británicos, Tony Blair y David Cameron. Cameron dijo que había “fallado” porque no atendió la propuesta de los principios liberales de género e igualdad sexual.
Pero el multiculturalismo no es una ideología marxista tramada cuidadosamente por los “radicales de Saul Alinsky”, tan odiados por Newt Gingrich. En su lugar, lo que causó la migración en masa de los musulmanes de oriente a occidente fue la economía y la globalización, y el multiculturalismo fue simplemente una respuesta política. El objetivo era proteger la integridad cultural tanto de las poblaciones anfitrionas y huéspedes permitiéndoles separar espacios para desarrollarse.
Lejos de que su intención sea amenazar las libertades religiosas o civiles de la mayoría de la población cristiana (que sigue siendo vastamente superior en cifras), el objetivo era crear un marco laboral común de leyes, porque de otra manera dejaría a todos con sus propios aparatos. Si el cristianismo falló en occidente, la culpa es de los cristianos, quienes dejaron de ir a la iglesia, y no de los pequeños grupos de musulmanes que acuden calladamente a su mezquita.
Y sin embargo, los musulmanes de los países de occidente ahora viven bajo las presiones de la vigilancia antiterrorista y el exilio social. Se ven forzados a defender su britanicidad, su francesidad o su americanidad, a pesar de que sean ciudadanos de tres o cuatro generaciones atrás de esos países. El ataque de Breivik ha alzado el nivel de amenaza en contra de los musulmanes de occidente: ahora ellos son el objetivo de los sociópatas comprometidos con la política.
Dada la manera en la que son condenados tanto el islam como el multiculturalismo en gran parte de occidente, a lo mejor podríamos describir a Breivik como un síntoma de la angustia psicológica occidental. Es una condición de neurosis que, desesperadamente, necesita un remedio.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Timothy Stanley.