Maurice Sendak, el recuerdo de la primera lectura en la infancia
Nota del Editor: Kate DiCamillo es ganadora de la Newberry Medal y autora de Because of Winn-Dixie, entre otros títulos de libros para niños y adultos. Vive en Minneapolis, Minnesota.
(CNN)— El primer libro que leí sola fue Little Bear, de Else Holmelund Minarik. Las ilustraciones eran de Maurice Sendak.
Cursaba el primer año de primaria en Clermont, Florida. Estaba sentada en una silla de plástico color naranja. Estudiaba la tercera historia del libro —Little Bear Goes to the Moon— y me le quedé viendo a una imagen del presonaje principal, con su casco espacial hecho en casa, mientras flotaba hacia la luna. Debajo de la imagen estaba escrito: "Volaré hacia la luna".
De repente, de alguna manera, estaba leyendo esa oración. Y después la siguiente: "'¡Vuela!', dijo Mamá Osa, 'Puedes volar'".
Un torrente de electricidad viajó a través de mi cuerpo. Los pies me hormigueaban, me picaban los hombros. ¡Estaba leyendo! ¡Estaba leyendo un libro yo sola!
Aquellas primeras palabras que leí quedaron íntimamente ligadas a la imagen que aparecía con ellas. Era como si el arte fuera la puerta que me condujo hacia las demás palabras, esperándome del otro lado.
Entré al texto a través del arte. Fue uno de los momentos más importantes de mi vida.
Cuando leí que Maurice Sendak había muerto saqué mi copia de Little Bear del estante y lo abrí en la tercera historia del libro, mientras observaba la imagen de Little Bear con su casco hechizo dirigiéndose hacia la luna y volví a sentir ese golpe de electricidad.
Ojeé las hojas y me topé con una imagen de Little Bear volando sobre un pueblo. Estas eran las palabras debajo de la imagen: "Little Bear pensó: 'saltaré de un lugar muy alto, muy arriba hacia el cielo, y volaré alto, alto, alto'".
Y comencé a llorar.
No conocí a Maurice Sendak, lo vi brevemente una vez. Pero siento una soledad terrible cuando pienso que él ya no está en el mundo.
Su trabajo representa ese "lugar muy alto" desde el cual salto. Era el lugar muy alto a mis siete años. Y continúa siendo ese lugar muy alto ahora, 40 años más tarde.
El arte de Maurice Sendak fue mi portal para leer, para contar historias, para la magia, para el mundo. Veo esa imagen de Little Bear flotando sobre el pueblo y todo lo que pienso es: "Espera, no te vayas. Quiero contarte una historia".