OPINIÓN: Como lo vivió la reina Isabel II, la privacidad puede ser violada
Nota del editor: Bob Greene es colaborador de CNN y autor de libros que han sido bestseller, entre ellos Late Edition: A Love Story y Once Upon a Town: The Miracle of the North Platte Canteen. Aparece los domingos en el programa CNN Newsroom.
(CNN) — Así que allí estaba, sentado en la cama de la reina, vestido con una sucia camiseta y pantalones vaqueros, sosteniendo un cenicero roto y sangrando por un corte en su mano.
Un hombre llamado Michael Fagan, de 31 años en ese momento, había escalado la pared del Palacio de Buckingham, se arrastró a través de una ventana abierta y llegó al dormitorio de la reina Isabel II, que estaba durmiendo.
Cuando despertó, la reina se encontró con el tipo que estaba sentado allí, mirándola, y fue justo suponer que ella no estaba contenta, especialmente cuando Fagan le preguntó si tenía un cigarrillo de sobra.
Esto sucedió el 9 de julio de 1982, acaparando los encabezados de la prensa internacional, y solo porque la reina salió ilesa del incidente se lee como una comedia. Los errores fueron varios en esa ocasión, incluyendo los repetidos intentos de Isabel para pedir ayuda, que al principio no tuvieron éxito.
Pero ahora, 30 años después, durante la celebración del Jubileo de Diamante de la reina en Londres, es memorable el episodio del rudo despertar que tuvo la monarca por el intruso que estaba sangrando mientras buscaba un cigarrillo.
Suponemos que el puñado de personas que se encuentra en los altos niveles —la reina es el ejemplo principal—, con los medios y el personal en los equipos de seguridad, están al margen de los ultrajes que los simples mortales tienen que aguantar. Y, la mayor parte del tiempo, lo hacen.
Pero cuando hay violaciones a la privacidad, hombre, esto causa una gran conmoción.
No tenemos que ir atrás en la historia en busca de ejemplos de esto. Basta con contemplar lo que el papa Benedicto XVI está pensando ahora mismo debido a que su mayordomo, Paolo Gabriele, ha sido arrestado bajo la acusación de poseer documentos confidenciales del papa encontrados en su casa.
La investigación todavía está desarrollándose en Roma, pero si las acusaciones resultan ser ciertas, y resulta que Gabriele, una de las pocas personas que tenían acceso a los aposentos del papa, incluyendo su escritorio, entonces el papa sabrá con certeza que, a pesar de su posición privilegiada, no puede tener privacidad detrás de los muros vigilados del Vaticano.
En Estados Unidos, el presidente Ronald Reagan , después de un intento de asesinato en una acera de Washington durante su primer mandato, se aseguró de que los esfuerzos se redoblaron para que nadie pudiera hacerle daño y que nadie se le acercara a esa distancia de nuevo.
Así que era casi increíble que una tarde, en abril de 1992, cuando Reagan ya no estaba en funciones, pero aún protegido por el Servicio Secreto, estando en Las Vegas para recibir un premio fuera abordado desde el lado derecho del escenario.
Reagan acababa de recibir el premio —una estatua de un águila de 60 centímetros— cuando un hombre llamado Richard Paul Springer, de 41 años, se introdujo a través del cerco de seguridad que cuidaba al expresidente en el escenario, tomó el águila de cristal y la estrelló con fuerza en el suelo (Reagan fue golpeado por el cristal que volaba), y se apoderó del micrófono.
Reagan fue sacado del escenario por el Servicio Secreto, al igual que Springer. Pero había incredulidad generalizada que alguien pudiera pasar toda la seguridad federal, local y privada que está siempre cerca para la aparición de un presidente o expresidente.
Algunos incidentes son más cómicos que aterradores. Elvis Presley fue un famoso que se mantuvo lejos de las miradas y las manos de sus admiradoras cuando él no estaba actuando. Su privacidad en el hogar fue especialmente importante para él.
Pero sus viejos amigos y empleados a veces contaban la historia de lo que ocurrió cuando una caja con agujeros de ventilación llegó a su casa. El servicio de entrega dijo que los fanáticos le habían enviado, como un regalo, un perro de alto pedigrí.
Por lo tanto, de acuerdo con la historia, la caja fue llevada a la casa, y cuando se abrió de ella salieron dos jóvenes. Fueron escoltados fuera de la propiedad.
La persistencia de aquellos que atentan contra la privacidad de las celebridades pueden ser sorprendentes. Resulta que Michael Fagan, el visitante inesperado de la reina, había logrado colarse en el Palacio de Buckingham el mes anterior llevándose una botella de vino. Por ello fue acusado de robo, y no fue enjuiciado penalmente por el delito posterior cuando llegó al dormitorio porque en ese momento se consideró como una violación civil.
Y Squeaky Fromme, enviada a prisión por un intento de asesinato fallido contra el presidente estadounidense Gerald Ford, en 1975, le escribió mientras estaba encarcelada una carta que Ford calificó como "extraña".
Ella fue capaz de llegar el presidente una vez que dejó la oficina presidencial —la carta llegó a su casa, y la leyó— incluso mientras ella estaba apartada de la sociedad.
La rareza de estos encuentros se producen cuando el espacio personal de las personas más protegidas del planeta se viola —extraños momentos en los que se les recuerda que nada en la vida está garantizado— pueden ser a la vez fascinantes e inquietantes.
Habría que preguntarle a la reina Isabel, en el improbable caso de que alguna vez se estuviera lo suficientemente cerca de ella. Pero probablemente no debería de pedírsele un cigarrillo.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Bob Greene.