OPINIÓN: Que el Vaticano se ocupe de la pobreza como lo hace por el sexo
Nota del Editor: Stephen Prothero es especialista en religión en la Universidad de Boston, autor de "La Biblia Americana: Cómo las palabras unen, dividen, y definen una nación", y colaborador del blog Belief de CNN.
(CNN) — Hace unos cuantos años fui parte de un jurado en un concurso de libros y me tocó evaluar los méritos del libro Solo Amor: Un Marco para la Ética Sexual Cristiana, de Margaret A. Farley, una monja de la orden de las Hermanas de la Piedad. Pensé que estaba bien investigado y bien argumentado, y no me sorprendió cuando ganó el premio Grawemeyer en religión (con un premio de 2,000 dólares).
El 21 de mayo, la Congregación para la Doctrina de la Fe de la Iglesia católica, con sede en el Vaticano, dirigió a la hermana Patricia McDermott, presidenta de las Hermanas de la Piedad, una notificación condenando el libro de Farley. El Vaticano publicó esa notificación en línea el lunes.
No es sorpresa que el tema le preocupe al Vaticano. No se trata de la pobreza o la hambruna o la opresión. Es el sexo.
"Entre los errores y las ambigüedades del libro", escribe la Congregación para la Doctrina de la Fe, "están sus posiciones acerca de la masturbación, los actos homosexuales, las uniones homosexuales, la separación del matrimonio, el problema del divorcio y el volverse a casar".
El libro Solo Amor investiga la ética sexual desde varias perspectivas filosóficas, históricas, religiosas y antropológicas, antes de enfocarse en su tema central: la ética del amor y el sexo.
Cuando se refiere al amor, argumenta Farley, el amor no es suficiente. "Ultimadamente la cuestión es, ¿qué es un buen amor, y un amor bueno, justo y verdadero?", se cuestiona.
¿Su respuesta? El amor es justo cuando cumple con tres criterios: "¿Es una respuesta verdadera a la realidad del enamorado?, ¿Es una unión genuina entre el que ama y el que es amado?, y ¿Es una afirmación exacta y adecuada del ser amado?". En corto, "las personas no deben de ser amadas como si fueran objetos".
Viendo la ética del sexo, Farley propone un argumento que articula en siete reglas: "no herir injustamente”, "libre consentimiento de las partes", "mutualidad", "igualdad", "compromiso", "fecundidad" y "justicia social".
Entonces, si estás en busca de un amor libre, aquí no la encontrarás. Pero como lo dijo el Vaticano y lo admitió la misma Farley el lunes en una declaración, esto tampoco está acatando la línea católica tradicional.
En lugar de fundamentar su pensamiento simplemente en la escritura y la tradición, Farley se basa también en las perspectivas seculares y la experiencia contemporánea. Y ella es consciente de la posibilidad de que parejas del mismo sexo pueden cumplir con sus criterios de justicia, incluido el de la "fecundidad", bien entendido.
En semanas recientes, la Iglesia católica Romana ha ido detrás de monjas en los Estados Unidos por luchar contra la pobreza, en lugar de pelear contra el sexo entre homosexuales. Ahora, el Vaticano tiene en la mira a una sola monja.
Un cínico podría decir que la iglesia está tratando de distraernos del escándalo de abuso sexual que sigue agudizándose. Si lo están haciendo, no está funcionando, y solo unos cuantos le están creyendo a la Congregación para la Doctrina de la Fe su declaración de que Farley es un tipo de renegada católica cuyo escrito debe de ser rechazado por los creyentes.
Docenas de teólogos la están apoyando públicamente, aunque el Vaticano ni siquiera ha tenido la cortesía con Farley de responder a su argumento. Mientras tanto, McDermott ha expresado su "profunda pena" por las Hermanas de la Piedad sobre la decisión del Vaticano de hacer una notificación en contra del libro.
Cuando bajé el libro de mi repisa el lunes por la mañana y hojeé sus argumentos, lo que me detuvo en seco fue el pasaje de introducción:
"En la cultura occidental, al menos desde su formación cristiana, existe una tendencia por dar demasiada importancia a la moral en las relaciones sexuales. El sexo ha amenazado con quitar el enfoque moral de muchas generaciones. Todo sobre el 'sexo' se considera 'moral' o 'inmoral' y la 'moralidad' se reduce a la 'moral sexual'. Todo termina en la falta de impartir mejor justicia económica, continuar con la opresión de los pueblos, la nula de honradez política, e incluso el permitir el robo y quitar la vida".
Farley continúa argumentando la importancia del pensamiento y escribiendo de sexo, desde el punto que "nos hacemos daño a nosotros mismos y a otros precisamente como seres sexuales". Como también pregunta: ¿Por qué el Vaticano está tan enfocado en un tema que el mismo Jesús casi ignoró totalmente?.
Reconozco el derecho de la Iglesia católica Romana de politizar su pensamiento y escritos. Pero seguiré decepcionado con el Vaticano hasta que me demuestre que al menos está preocupado por la justicia económica y social como lo está por la masturbación y el sexo gay.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Stephen Prothero.