OPINIÓN: La sociedad civil debe asumir el liderazgo ausente en Río+20
Nota del editor: Mary Robinson es presidenta de la Fundación Mary Robinson para la Justicia Climática . Fue presidenta de Irlanda de 1990 a 1997 y sirvió como Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la Organizaciónde las Naciones Unidas (ONU) de 1997 al 2002. Es miembro de Los Mayores (The Elders) y del Club de Madrid; funge además como Presidenta Honoraria de Oxfam Internacional.
(CNN) — Fui feliz de regresar a Río de Janeiro, esa hermosa ciudad que he visitado muchas veces. Veinte años después de la primera Cumbre de la Tierra, vine aquí junto con muchas otras personas para poner al mundo en un camino diferente, uno que nos llevara a un desarrollo sustentable.
Pero los líderes que en esta ocasión se reunieron aquí vinieron sin una visión intergeneracional y no pudieron estar al nivel del reto; no rompieron los lazos con las viejas maneras de hacer las cosas; maneras que han probado ser insustentables e injustas.
Si los representantes de los gobiernos hubieran escuchado la petición de corazón por un cambio, por una visión que la gran mayoría de hombres, mujeres y hasta niños, compartieron durante numerosos eventos secundarios y en los Diálogos de Desarrollo Sustentable organizados por el gobierno brasileño, tal vez hubieran exigido un mandato más fuerte a sus negociadores: Un mandato para crear el futuro que queremos y el que necesita la tierra. Desafortunadamente estas voces no se incorporaron en el texto de declaración y muchos regresaron a casa frustrados y enojados.
Exhorto a los que están decepcionados por la falta de urgencia y compromiso a canalizar su frustración positivamente para trabajar en un camino paralelo para llenar los huecos que dejó el texto de la Río+20 y para proveer los futuros que todos necesitamos.
Tuve el placer de participar en numerosos eventos durante la conferencia en donde discutimos el papel del impulso de las mujeres en el desarrollo sustentable, la importancia de alcanzar un progreso real en la seguridad alimenticia y nutrición, así como la necesidad de mejorar el acceso a la energía sustentable para los más pobres.
Debajo de todas estas discusiones estaba la importancia de proteger los derechos humanos sin abandonar ninguno de los compromisos existentes y al mismo tiempo luchar por un mundo más equitativo.
La declaración de Río+20 sí logro un importante avance, como establecer los Objetivos de Desarrollo Sustentable, que se refieren a las tres dimensiones del desarrollo sustentable: lo ambiental, social y económico.
Esto debe de ser orientado hacia la acción, ambiciosa y medible, para que complementen los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Del mismo modo, los procesos establecidos reforzarán la gobernanza ambiental a nivel internacional y para financiar el desarrollo sustentable.
La declaración actual reafirma los Principios de Río y de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Sin embargo, me preocupa que las negociaciones revelaron un deseo de algunos de dar un paso atrás a los compromisos y principios establecidos. Replantear esos compromisos se consideró un triunfo solo por el hecho de que estaban amenazados de abandonarse.
Más seriamente, la recaída en los derechos reproductivos —establecidos por primera vez en 1994 en la Conferencia del Cairo de Población y Desarrollo y refrendados en la Conferencia de las Mujeres de Beijing — simplemente no es aceptable, como lo subrayaron varias mujeres líderes en sus testimonios en la Río+20 .
Como resultado de la falla de liderazgo político aquí en Río de Janeiro, nuestra esperanza es que la gente de todo el mundo acepte que todos tenemos que tomar responsabilidad y movilizarnos nosotros mismos. Apoyados en las redes sociales y por una comunicación más fácil alrededor del mundo, podemos asegurarnos que el mundo que heredaremos a nuestros hijos y nietos sea seguro, igualitario, próspero y sustentable.
Me animé al escuchar a muchos líderes de estado en la cumbre, quienes enfatizaron su deseo por un resultado más concreto. Pero este deseo llegó muy tarde: se debieron de haber comprometido antes, en el proceso, pues pudieron haber aprovechado el momento y haberle dado un liderazgo más fuerte.
Esta posibilidad única nos pasó de largo y lo lamentaremos. La falta de liderazgo político se encontró felizmente con una vitalidad increíble, con determinación y compromiso de la sociedad civil: jóvenes, mujeres, sindicatos, comunidades ciudadanas, organizaciones basadas en la fe y el sector privado.
El legado de Río+20 no solo será el texto de la Declaración, esperemos que sea la movilización de la gente para construir el futuro que ellos desean.
Lee este comentario en inglés en el sitio de CNN.com
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Mary Robinson.