OPINIÓN: Barack Obama tuvo una buena convención, pero ¿fue convincente?
(CNN) — La tercera y última noche de la Convención Nacional Demócrata en Charlotte, Carolina del Norte, tuvo discursos del presidente Obama y del vicepresidente Joe Biden. Los siguientes colaboradores ofrecieron sus evaluaciones.
LZ Granderson: Obama mostró que sabe pelear
El presidente Obama no prometió el cielo y la tierra, como lo hizo hace cuatro años. Y eso es algo bueno porque dudo que muchos le hubieran creído. En cambio, su discurso de esta noche en la Convención Nacional Demócrata sirvió como recordatorio de que detrás de la retórica de moda y la sonrisa que derrite corazones está un hombre cuya vida adulta ha sido acerca de luchar por el little guy. No para ganar las elecciones sino porque alguna vez él fue el pequeño y proviene de una familia trabajadora, de clase media y diversa.
En ese contexto habló de la importancia de establecer políticas que sean diseñadas no para cargar a la gente sino para extender una mano de ayuda cuando se necesite. Hizo énfasis en la educación y en el ímpetu detrás de la reforma de salud pública.
Cierto, tuvo unos grandiosos comentarios incisivos acerca de la falta de experiencia en política exterior de Mitt Romney y Paul Ryan, pero para mí la parte más importante del discurso fue que consideró las nociones de ciudadanía y cambio y les dio una nueva vida, recordándole a la gente acerca de los cambios que ya han hecho juntos al votar por él, y los cambios que vendrán en un segundo periodo. Puede que no haya sido su mejor discurso, pero si fue su mejor mensaje.
LZ Granderson, quien escribe una columna semanal para CNN.com, fue nombrado el periodista del año por la Asociación Nacional de Periodistas Lesbianas y Gay, y es finalista para el premio 2011 de Periodismo en línea por comentario. Es redactor y columnista de la revista de ESPN The Magazine y para ESPN.com. Síguelo en Twitter: @locs_n_laughs .
Anne-Marie Slaughter: La verdadera doctrina Obama es "Con el poder viene responsabilidad"
El eje clave del discurso inaugural de Barack Obama en el 2009 fue el llamado a una “nueva era de responsabilidad, un reconocimiento a cada estadounidense porque tenemos responsabilidades con nosotros mismos, con nuestra nación y con el mundo”. Como un padre que pasa mucho tiempo tratando de que los hijos asuman la responsabilidad por sus actos y fracasos, como por sus logros, pensé: ¡Barack Obama tuvo una buena madre!
Pero este es un tema recurrente, tanto que desde hace mucho he dicho que la verdadera doctrina Obama acerca de asuntos internacionales viene del Hombre Araña: “Con poder viene la responsabilidad”. Su mensaje consistente a otras naciones es que si buscan los beneficios de ser una superpotencia, también tienen que aceptar las obligaciones de sostener el orden global y jugar con las reglas globales.
Esa misma filosofía se notó constante en el discurso de su convención. El discurso realmente despegó cuando dejó de señalar los puntos que estaban dirigidos a varios distritos electorales y empezó a hablar acerca de la ciudadanía: las obligaciones que tienen los estadounidenses al igual que derechos; que depende de nosotros gobernarnos a nosotros mismos y no solo esperar que el gobierno nos dé todo. Tiene un profundo compromiso con el contrato social con obligaciones mutuas de ambas partes.
Cuando llegó al tema de política exterior, lo que me impactó más fue que nunca habló de “ganar dos guerras”, sino de “terminarlas”. Estaba dispuesto a enfrentar su responsabilidad como comandante en jefe, de reconocer todo el costo de vidas que terminaron y cambiaron para siempre, y de observar la inevitable verdad de que Iraq y Afganistán no son guerras que pueda ganar en el sentido tradicional de desaparecer a un enemigo e irse a casa. Por lo tanto, ha decidido que su responsabilidad con los soldados es regresarlos a casa tan rápido y seguro como sea posible.
¿Pero cuál es nuestra responsabilidad con la gente de Afganistán que ha confiado en nosotros, cuyas vidas cambiaron profundamente por nuestra culpa desde hace una década? ¿Con la gente de Iraq? Y avanzando, ¿cuál es la responsabilidad de Estados Unidos y otras superpotencias no para el orden de la abstracción internacional si no para la realidad brutal y concreta de cientos o hasta miles de sirianos asesinados cada día? Esas son preguntas que una segunda administración de Obama tendrá que contestar.
Anne-Marie Slaughter es profesora de política y asuntos internacionales en la Universidad de Princeton.
Ana Navarro: Nos espera el viaje de nuestras vidas
La convención Demócrata contra la Convención Republicana... ¿dónde empiezo? Los republicanos fueron organizados, metódicos y formales. Los demócratas tuvieron una convención que muchas veces apenas controlaba el caos, pero tuvo mucha energía y alma. Fue un Mardin Gras político.
Las dos muy diferentes convenciones tuvieron unos nominados dramáticamente diferentes. El discurso de Mitt Romney se enfocó en presentar a Mitt Romney a la nación. Su discurso de aceptación tuvo la intención de decirnos quién es, lo que le ha dado forma y lo que está en su corazón. Eso es lo que necesitaba hacer. Los estadounidenses no sabían mucho de él antes de la convención y antes de que confiemos en él, tenemos que conocerlo.
El discurso de Barack Obama no fue una presentación. Ya lo conocemos. Fue un recordatorio de lo que representa. Admitió que no ha sido rápido o bonito, pero él es un presidente y comandante en jefe en control. Eso es lo que necesitaba hacer. Hace cuatro años, Barack Obama era la esperanza del cambio. Hoy, mantener esperanzados a los estadounidenses es su única esperanza para su reelección.
Asistí a ambas convenciones. De hecho, sería más exacto decir que sobreviví a ambas y que viví para contar la historia.
Detesto admitirlo, pero si la carrera presidencial se basara solo en quién tuvo una mejor convención, Mitt Romney estaría peleando por respirar. Pero no lo es. Las convenciones marcan el principio del último tramo hacia la meta. Los dos caballos ya están fuera de la jaula, y nos espera el viaje de nuestras vidas.
Ana Navarro, estratega republicana y comentarista, sirvió como presidenta de campaña Hispana nacional para John McCain en el 2008 y como copresidente Hispana nacional para la campaña del 2012 de Jon Huntsman.
Robert Dallek: Espera ver un claro aumento
La convención demócrata fue notable por los discursos conmovedores, especialmente de Bill Clinton, del presidente Barack Obama, Michelle Obama y Elizabeth Warren. Los discursos acentuaron dos verdades fundamentales acerca de la política estadounidense actual.
Primero, que ganar las elecciones y llevar a cabo el apoyo público para una agenda nacional dependen del atractivo personal del presidente o, probablemente puesto de una mejor manera, de su simpatía. Fue una característica convincente de la convención. Los presidentes más exitosos del siglo pasado fueron aquellos que crearon conexiones personales con el público: Theodore Roosevelt, Franklin Roosevelt, Harry Truman en 1948, John F. Kennedy y Ronald Reagan. “Extraño la manera en la que su esposo solía hablarme acerca de mi gobierno”, alguien le dijo a Eleanor Roosevelt después que FDR muriera. En una encuesta reciente, JFK y Reagan tuvieron cifras de aprobación de un 85% y 74% respectivamente.
Una segunda característica distintiva de estos discursos de convención fue el énfasis en el papel vital del gobierno para avanzar en el bienestar nacional. Todos estos oradores hicieron el caso para la parte del gobierno en promover la expansión económica y mejorar la calidad de vida de millones y generaciones futuras de estadounidenses.
Cualquiera que haya tomado nota de cómo construyeron los diques en Nueva Orleans los Cuerpos de la Armada de Ingenieros con un costo de 11 mil millones de dólares, los que preservaron la ciudad de otro desastre, o hayan escuchado las noticias acerca del proyecto del genoma, financiado federalmente, que nos está acercando a entender los orígenes de muchas enfermedades, se verá ridículo disputando el valor del gobierno.
Es difícil imaginar que el presidente Obama y los demócratas no vean una clara mejora en el estilo y sustancia de estos discursos.
El historiador presidencial Robert Dallek está completando un libro que habla de John F. Kennedy y sus consejeros.
Donna Brazile: Un mensaje para los ciudadanos. No caminan solos
Esta semana, el expresidente Bill Clinton dijo que ningún presidente podría haber reparado en su totalidad, en solo cuatro años, los daños que heredó el presidente Obama. Los estadounidenses reconocieron eso. Ellos saben qué tan profundo es el vacío económico y que tan penetrante es el virus de la desesperación.
Parecen estar dispuestos a reconocer que el presidente Obama ha hecho mucho: nos sacó de la Gran recesión y también de Iraq. Como lo dijo el vicepresidente Biden, “GM está vivo y Bin Laden está muerto”. De hecho, con cualquier objetivo estándar, el presidente Obama ha hecho mucho. Considerando la pequeña e intratable oposición republicana para cada iniciativa e idea, es notable, casi milagroso, que ahora tengamos un sistema de préstamos estudiantiles, hayamos renovado las regulaciones de Wall Street y el crecimiento económico, y oh, sí, el Obamacare.
Sin embargo, no estamos en donde queremos o necesitamos estar. La recuperación es más lenta de lo que cualquiera quisiera. Entonces el presidente tuvo que responder una pregunta fundamental: Sabemos dónde hemos estado, pero como el reverendo Martin Luther King Jr. preguntó una vez ¿a dónde vamos ahora?
El viernes por la noche, el presidente Obama contestó esa pregunta. Nos dijo que la esperanza es un camino difícil, pero es un camino correcto hacia la dignidad. Nos dijo que es un camino que todos debemos de andar por nuestra cuenta, pero que ninguno de nosotros puede hacerlo solo porque en algún momento titubearemos o nos tropezaremos con nuestro propio pie en el camino.
Salí inspirado después de haber escuchado el discurso del presidente, porque no vaciló lejos de la verdad: “América, nunca dije que este viaje iba a ser fácil, y ni lo prometeré ahora. Sí, nuestro camino es más difícil, pero nos llevará a un lugar mejor”.
El presidente Obama nos dio un mapa: “Celebramos la iniciativa individual, pero también creemos en algo llamado ciudadanía. Como ciudadanos, entendemos que América no es acerca de lo que puede hacer por nosotros. Es acerca de lo que nosotros podemos hacer, juntos, con el trabajo duro y frustrante pero necesario del autogobierno”.
El presidente nos dijo, con toda razón, que el camino fácil es regresar, buscar atajos, o parar cuando el camino ante nosotros es un poco más intenso de lo que esperamos.
Entonces, ¿Nos dio una visión del futuro? Lee estas palabras y tú dime:
“… viajamos juntos. No volteamos. No dejamos a nadie atrás. Nos levantamos unos a otros. Tomamos fuerza de nuestras victorias, y aprendemos de nuestros errores … sabiendo que la Providencia está con nosotros”.
Donna Brazile, colaboradora de CNN y estratega demócrata, es vicepresidenta para el registro y participación del electorado en el Comité Nacional Demócrata. Es una columnista nacionalmente sindicalizada, profesora adjunta en la Universidad de Georgetown y autora de Cooking with Grease. Fue administradora de la campaña presidencial de Gore-Lieberman en el 2000.
Alonzo Hambt: Un discurso elevado, pero corto en detalles de la recuperación económica
Nunca ha habido un mejor orador en la presidencia.
Barack Obama expresó una corriente de populismo que ha salido una y otra vez a lo largo de la historia del partido demócrata. Él ve un conflicto social a largo plazo: la gente virtuosa en contra de los interese especiales opresores motivados por la codicia. Él echa su suerte con la gente.
Para los sofisticados, ese tipo de visión parece desesperanzadoramente simplista. Para muchos demócratas creyentes, es una verdad evidente, proclamada en el pasado por líderes desde Andrew Jackson hasta George McGovern y Jimmy Carter. Para el presidente Obama, un hombre de orígenes humildes, es un artículo de fe.
Lo que faltaba era una plática dura y detallada acerca de la débil economía y un plan para una recuperación total. No hubo siquiera un rápido reconocimiento de los programas de derecho insostenibles de la nación. O de una deuda creciente que necesita ser controlada antes de que descubramos que tenemos más en común con Grecia de lo que creemos. ¿Es posible manejar estas amenazas sin más dolor de lo que queremos soportar?
Cualquier crítico de mente justa debe de felicitar al presidente por su retórica elevada. Y admitamos que los republicanos tienen sus propios mitos apreciados y valorados. Uno solo puede esperar y esperar que la siguiente campaña sea más que otro acto en el triste espectáculo político hasta ahora presentado por ambos partidos.
Alonzo L.Hamby, profesor de historia de Edwin and Ruth Kennedy Distinguished, en la Universidad de Ohio, ha escrito de manera extensiva acerca de Harry Truman, Franklin D. Roosevelt y de los políticos del siglo 20.
Timothy Stanley: Los republicanos pueden respirar aliviados
Barack Obama ofreció uno de los discursos más débiles de su carrera política nacional al final de la convención demócrata. El estándar había sido puesto muy alto con lo que pasó con anterioridad. Michelle Obama hizo un fantástico trabajo al personalizar los problemas, Bill Clinton fue un cálido recordatorio de épocas más felices, y hasta Joe Biden impresionó con su increíble reavivamiento de los temas de New Deal.
Lo que la audiencia probablemente esperaba del presidente era algo personal, una plegaria que lo siguiera por los tiempos difíciles, coloreada por reflexiones acerca de su juventud y su familia. En cambio el discurso empezó con una lista de compras de promesas entregadas demasiado rápido con muy poca pasión. Los pasajes de en medio satirizando al partido republicano como el partido que quiere “una libertad sin amor o caridad u obligación o patriotismo” fueron más efectivos. El final fue casi apasionado, pero sin la misma unidad retórica o fuerza de la antigua “audacia de la esperanza”.
El tono era como el del Estado de la Unión en lugar de un discurso truncado. A lo mejor el presidente calculó que no necesitaba un cambio de juego. Dada su fuerza residual en las encuestas, podría estar en lo correcto. Pero la campaña del partido republicano puede respirar aliviado. Obama no los humilló del todo.
Timothy Stanley es historiador en la Universidad de Oxford y escribe un blog para el Daily Telegraph de Inglaterra. Es el autor de “ The Crusader: The Life and Times of Pat Buchanan ”.
Rubén Navarrete: Obama pide más tiempo
¿Qué tal esto para estampa de carro? "Barack Obama puede curar lo que lastima a Estados Unidos. Solo necesita más tiempo”.
¿Cuánto tiempo? Es difícil decirlo. “La verdad es”, dijo Obama en su discurso de aceptación del viernes por la noche, “tomará más de unos cuantos años para que podamos resolver los retos que hemos construido en décadas”.
¿Cuánto tiempo? Otros cuatro años bastarán. En 1992, los demócratas estaban ansiosos por sacar a George W. Bush. En el 2008, no podían esperar a voltear la página y remplazar a Bush. En ambas ocasiones, contaban con que los estadounidenses iban a estar impacientes por que mejoraran las cosas. Eran los que estaban diciendo: “Se acabó el tiempo. Ya haz hecho demasiado daño. Tienes que irte”.
Ahora que las elecciones están en otra etapa, los demócratas piden paciencia y les piden a los estadounidenses una extensión de su renta. “Sacamos fortaleza de nuestras victorias”, dijo Obama a los delegados. “Y aprendemos de nuestros errores”. Obama ha cometido muchas equivocaciones. A lo mejor la mayor fue esperar más de un año antes de priorizar el problema número uno de los estadounidenses: los empleos y la economía.
¿Pero Obama realmente ha aprendido de sus errores? Es difícil de decir porque, como su predecesor republicano, es raro que admita haber hecho alguno. ¿Qué seguridad tienen los electores de que, si lanzan los dados otra vez, y le dan al presidente más tiempo para cumplir sus metas, mejorará nuestra situación? ¿Y cómo pueden estar seguros de que las cosas no empeorarán?
No encontrarás las respuestas en el discurso de Obama. Estuvo cargado con grandes promesas y una retórica florida, pero iluminó las garantías.
Rubén Navarrete es colaborador de CNN y columnista nacionalmente sindicalizado con el Washington Post Writers Group.
Alan Brinkley: El atractivo emocional de Obama con los estados oscilantes
Ésta fue una noche particularmente buena para los demócratas. Joe Biden, que no muchas veces se piensa que es un gran orador, ofreció un discurso un poco cargado pero muy efectivo y emocional que despertó a la audiencia. Obama no había mostrado tanta emoción en público en mucho tiempo, a lo mejor nunca, y me sorprendió no solo por el buen discurso que dio, sino más aún por lo poderoso que fue.
Desde su primera campaña no había hablado así, como un predicador, y hasta mostró algo de humildad, algo que no vemos muy seguido. Ya si va a funcionar para los electores no sé, pero ciertamente emocionó a los demócratas. Pero de lo que realmente se trató esta noche fue de algo que debería ser muy obvio: Ohio y Michigan, los dos estados que podrían asegurar su reelección.
Es por eso que tanto Biden como Obama hablaron tanto acerca de los trabajadores, y acerca de los trabajadores automotrices. Con el objetivo de que aumentar su atractivo en Florida y en Virginia, también hablaron bastante de los soldados. Una decisión inteligente, si funciona.
Alan Brinkley es profesor Allan Nevins de historia en la Universidad de Columbia.
Julian Zelizer: Buena convención, ahora a convencer que puede arreglar la economía
Los demócratas han completado una relativamente exitosa convención. Basándose en el discurso del expresidente Bill Clinton del miércoles por la noche, los demócratas mandaron un mensaje claro de que ellos son el partido de la clase media y, más importante, que darle otro periodo al presidente Obama le permitirá completar su trabajo en políticas de economía que, dicen ellos, están a punto de ser exitosas. “El camino que nosotros ofrecemos puede que sea más difícil, pero lleva a un mejor lugar”, dijo el presidente. Los demócratas presentaron al Partido republicano como uno que está atado a ideas desgastadas acerca de la economía centrada en las ofertas que producirán una repetición del 2008 en lugar de una resolución a la crisis económica que enfrenta la nación.
Sin embargo, el problema para Obama es una economía que sigue siendo lenta y donde hay poca evidencia para una resucitación fuerte. Mientras que la clase media está ansiosa e insegura, los demócratas tendrán que luchar por convencer a los votantes en los estados indecisos que deberían de tener otros cuatro años para hacer que funcionen estas políticas.
Julian Zelizer es profesor de historia y asuntos públicos en la Universidad de Princeton. Es autor de Jimmy Carter (Times Books) y de Governing America (Princeton University Press).
Ilse Hogue: Una apuesta para ganarle las elecciones a los intereses especiales
La primera línea chistosa del discurso de aceptación del presidente Obama en Charlotte se refería a la batalla de anuncios de campaña sin precedentes golpeando a los electores en los estados oscilantes. “Si ya te hartaste de escucharme ‘aprueba este mensaje’, créeme, yo también lo estoy”.
Mientras que el presidente gastó la mayor parte de su discurso enfocándose en su visión por los empleos y reconstruyendo la base manufacturera en la que la clase media en este país descansó en algún momento, espolvoreado a lo largo del discurso hubo referencias al flujo de dinero sin precedente en esta elección. No es de sorprenderse. Grupos externos están gastando mucho más en Obama en nombre de Romney, mucho de ese dinero viene de un puñado de individuos ultra ricos. La confianza en el Congreso está en el punto más bajo y la corrupción política queda en segundo lugar en la lista de preocupaciones de los electores.
Obama hizo su oferta final para que los electores no cedan ante la apatía y que cedan al terreno de juego a los grupos de presión y a los intereses especiales que quieren comprar nuestra democracia. Y ese combo puede ser su boleto ganador.
Ilse Hogue es coedirectora de Friends of Democracy, un súper PAC enfocado en candidatos elegibles que defienden la reforma del financiamiento de las campañas. Es la exdirectora de abogacía pública y comunicaciones de MoveOn.org y ha sido una especialista estratega para grupos demócratas y progresivos. Es colaboradora regular de la revista The Nation.