OPINIÓN: Libia evidencia el desafío de EU en el mundo árabe
Nota del Editor: David Rothkopf es Director General y director editorial del FP Group, editores de Foreign Policy Magazine , y académico invitado del Carnegie Endowment for International Peace .
(CNN) — El brutal asesinato del embajador de Estados Unidos en Libia y tres miembros del equipo diplomático estadounidense en Bengasi señala la profunda fragilidad de las relaciones de Estados Unidos en la región. Es difícil recordar una época en donde una crisis como la que ocurre en Medio Oriente lastimara tanto los intereses de EU simultáneamente, o siquiera imaginar que las autoridades diplomáticas estuvieran en riesgo.
Los trágicos eventos representan la culminación de los hechos que iniciaron y se desarrollaron fuera del eje de vida en Libia o de la relación de EU con ese país.
Un cineasta clandestino de Los Ángeles produjo un video sobre un grupo extremista de estadounidenses, quienes en el pasado se han distinguido por ser la mezcla de un coctel tóxico de odio y estupidez que rige sus acciones.
Su vileza, la cual anteriormente hubiera sido ocultada como merecía ser, se contagió a través de internet y provocó el estallido de las protestas en el consulado de EU en Bengasi, Libia, y en la embajada en El Cairo.
Fuentes de Estados Unidos informaron este miércoles a CNN que el ataque de Bengasi estaba planeado, y los atacantes solo usaron la protesta por el filme como una distracción. Los informantes no aclararon si los atacantes incitaron la manifestación o solo se aprovecharon de ella. Por otra parte, creen que el embajador Chris Stevens era el objetivo.
Pero en la mira o no, las víctimas eran diplomáticos estadounidenses que voluntariamente tomaron la riesgosa misión de intentar lograr una democracia en el lugar.
La violencia acentúa el profundo odio que hay en la región, incluso en países donde la relación con Estados Unidos ha tenido dimensiones positivas importantes, ya sea recientemente o en un largo periodo de tiempo.
Los problemas son intensos para la región y la administración de Barack Obama.
Primero, los levantamientos y la violencia ilustran que las circunstancias políticas en los países de la Primavera Árabe siguen sin resolverse y son potencialmente vulnerables a daños serios, incluso por parte de pequeños grupos opositores. El gobierno de Morsi, lento para condenar los ataques ocurridos en Egipto este martes, también se encuentra alterado por la violencia en el país desde hace un par de meses.
Segundo, difícilmente son estas las únicas tensiones que acontecen en Medio Oriente y el sur de Asia. La situación en Siria no solo empeora día con día, sino que recae sobre los refugiados que buscan el paraíso en Jordania y Turquía. El gobierno iraquí, cada vez menos confiable como amigo de EU, envió vuelos de ayuda hacia Damasco, a pesar de las protestas de Estados Unidos. Los aliados afganos recurren a las tropas estadounidenses con una alarmante regularidad. El Departamento de Estado destacó la creciente amenaza por parte de grupos extremistas de Pakistán, de los cuales se distingue la afiliada al Taliban, Haqqani, como una corporación terrorista.
Pero quizá la mayor preocupación para el equipo de Obama, además de recibir las malas noticias que se filtraron fuera de Bengasi, es el estancamiento de las negociaciones con Irán sobre detener su programa nuclear y el deterioro de su relación con Israel, históricamente el aliado más cercano en la región.
La relación Estados Unidos e Israel alcanzó un nuevo declive este martes cuando el primer ministro Benjamin Netanyahu reaccionó con enojo ante la Secretaria de Estado , Hillary Clinton, cuando aseguró que Washington no especificaría "líneas rojas" con respecto al programa nuclear de Irán, y después el rumor de que Obama no quería reunirse con el diplomático israelí durante la próxima Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York. El resultado fue una llamada a altas horas de la noche entre Obama y Netanyahu, la cual tenía la intención de mostrar que los aliados seguían en comunicación y actuando en conjunto. La Casa Blanca negó que los israelíes hayan pedido tener una reunión con Obama en Nueva York, esto esclareció la profundidad del problema. Cuando los aliados no pueden "ni ponerse de acuerdo en lo que no están de acuerdo" entonces la relación está en problemas.
Ambos están desesperados por controlar los daños, pero detrás del escenario están irritables. Ninguno siente que el otro se comporta como un amigo. Se debe a que existen muchas dificultades reales entre los grupos líderes de los dos países, y esto complica aún más la situación. Cada señal de tensión y cada retraso cae en las manos de Irán y le permite continuar con el desarrollo de armas nucleares.
Las profundas tensiones hacen que el equipo de Obama busque desesperadamente evitar una sorpresa en octubre, un mes antes de las elecciones presidenciales, que se realizarán en noviembre. El equipo republicano, por su parte, planea reuniones y viajes de alto nivel para revelar riesgos durante la campaña de Mitt Romney.
El martes Romney publicó un comunicado en el que condenaba la reacción del equipo de Obama sobre la violencia en Egipto y Libia. El discurso fue opacado por la noticia de Bengasi provocando que la crítica de Romney se viera mal. No fue un buen momento y tampoco fue bien visto. Fue mal considerada y no fue en un buen momento, y destaca que en las campañas presidenciales, ningún candidato puede escoger las historias que llaman la atención en los principales diarios. Una postura sobre política exterior muchas veces puede complicar los problemas y poner a prueba al candidato. Romney, con sus comentarios anteriores sobre Rusia e Israel con respecto a los palestinos, demostró que necesita más asesoramiento.
Querer dominar los encabezados y los dotes de mando rara vez van juntas, como se demostró en las pasadas 24 horas por la pelea de palabras entre Israel y Estados Unidos, y el desliz de Romney. En tiempos difíciles y cuando los intereses a largo plazo están en riesgo, los frenos suelen averiarse.
El mejor trabajo generalmente se hace en silencio, tras bambalinas. Personas como el embajador estadounidense Chris Stevens hicieron esa labor, junto con sus colegas, quienes también murieron. Y aquellos que siguen en territorio libio y a lo largo de la región.
Ellos sabían que corrían un riesgo muy grande, al igual que su gobierno. Lo hicieron por voluntad propia, porque sabían que solo con aceptar la misión y el compromiso a largo plazo, la región podría alcanzar el progreso. Ese debe de ser su legado y el mensaje que necesita ser escuchado y entendido por el pueblo estadounidense antes de actuar de una manera u otra, para todas o alguna de las crisis actuales. De hecho, es en tiempos como este en el que debemos tomar las mejores cualidades de la vida que llevaron y ponerla en práctica con nuestras políticas.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a David Rothkopf