OPINIÓN: Los debates vicepresidenciales pueden destruir políticos en EU
Nota del Editor: Julian Zelizer es profesor de historia y asuntos públicos en la Universidad de Princeton. Es autor de Jimmy Carter y del nuevo libro Governing America.
(CNN) — El debate vicepresidencial del jueves no concentrará tanta atención como el encuentro entre Mitt Romney y el presidente Barack Obama. Después de todo, la reunión entre los candidatos vicepresidenciales es algo así como ver beisbol de poca categoría. En este momento, la mayoría de los votantes están enfocados en los candidatos postulados para el puesto político más importante de una nación.
Sin embargo, los debates vicepresidenciales tienen una historia interesante. Aunque no hacen mucho por afectar los resultados de la campaña en sí, pueden tener un efecto en el futuro de la carrera de un candidato, sin importar si gana o pierde.
En varios casos, la imagen de los postulantes ha sido dañada profundamente por su desempeño, con percepciones públicas que probaron ser difíciles de quitar .
Con la posibilidad de que Joe Biden se postule para presidente en el 2016 y Paul Ryan, representante de Winsconsin, considere ampliamente ser una de las promesas estrella del Partido Republicano, ambos tienen mucho por perder si su encuentro del jueves no resulta bueno.
En 1976, el senador Bob Dole, representante de Kansas, destrozó a su oponente en varios frentes, pero sus posturas fueron percibidas como groseras e innecesarias. Algunas de sus declaraciones habían sido tan controversiales que levantaron dudas acerca de si sería capaz de dirigir la oficina, particularmente porque los electores todavía eran cautelosos debido al rencor que sobresalía del paso de Richard Nixon por la Casa Blanca.
Durante el debate Dole dijo que “si se sumaran los muertos y los heridos de la guerra a la contienda demócrata del siglo sería de unos 1.6 millones de estadounidenses, lo suficiente para poblar la ciudad de Detroit”.
Walter Mondale midió la magnitud de la declaración y dijo que “el senador Dole se había ganado a pulso su reputación de 'hombre hacha'”. Esa frase cobró notoriedad, incluso más que los comentarios de Dole, y por mucho tiempo los republicanos estuvieron escépticos de que Dole pudiera ser un candidato presidencial de peso debido a su imagen negativa.
En 1988, el senador Lloyd Bensten, quien contendió junto a Michael Dukakis, hizo a un lado al senador Dan Quayle. El conservador y carismático joven de Indiana era una voz fresca en el partido, un político que muchos observadores pensaron que podría ser a la larga un nuevo líder para los republicanos. Es por esto que el vicepresidente George H.W. Bush lo seleccionó como compañero.
Cuando Quayle, que había tenido unos deslices al inicio de su postulación, se ganó el aprecio del presidente John F. Kennedy, Bentsen se defendió: “yo serví con Jack Kennedy. Conocí a Jack Kennedy. Jack Kennedy era mi amigo. Senador, usted no es Jack Kennedy”. La declaración hizo que la gente temiera que Quayle fuera un débil que no podría manejar las obligaciones de la presidencia . Cuando Quayle parecía tener la victoria asegurada, su imagen recibió un gran golpe como resultado del debate y otros eventos durante la campaña.
En el 2004, John Edwards, senador de Carolina del Norte que trabajaba al lado del senador John Kerry de Massachusetts, también sufrió en el encuentro con un candidato más experimentado, el vicepresidente Dick Cheney. En esa época Edwards era uno de los favoritos del Partido Demócrata, un senador fotogénico que hablaba con sentimiento acerca de problemas de pobreza y desigualdad, algo que energizó la base del partido. Pero su actuación en el debate no fue exitosa.
Cheney abatió a Edwards en el argumento, “la primera vez que te conocí fue cuando caminaste al escenario esta noche”, una declaración que resaltó la preocupación de Edwards por estar más interesado en avanzar en su carrera que en la política y las diferentes ocasiones en las que había perdido votos.
Cuando Edwards sacó a la luz el tema sobre la hija de Cheney, Mary, quien es homosexual, para retar su oposición al matrimonio gay, Cheney contraatacó con, “permítanme simplemente agradecerle al senador por las amables palabras que dijo acerca de mi familia y nuestra hija”, y dio fin a la participación de Edwards en el momento. La actuación de Edwards dejó incómodos a varios. El senador quedó como un imprudente y muchos se retiraron incrédulos acerca de si podría manejar la presión de la presidencia.
El debate del 2008 entre el senador Joe Biden y Sarah Palin no tuvo tantos momentos dramáticos. Aún así fue doloroso para Palin. La gobernadora de Alaska inició el debate con bajas expectativas después de una serie de entrevistas televisivas fallidas que llevaron a los votantes a cuestionar si realmente ella estaba calificada para mantener la oficina de la Casa Blanca.
Durante los debates, Palin no hizo mucho por impresionar a los electores. Su decisión de evadir ciertas preguntas y dar respuestas vagas alimentó la discusión de que no estaba preparada para el puesto.
Algunos se rascaron la cabeza cuando ella le preguntó a su oponente, “¿Puedo llamarte Joe?”. En otro momento admitió que ella “no podía contestar las preguntas de la manera en la que el moderador y los demás las quieren escuchar”.
La actuación se convirtió en material para los comediantes de Saturday Night Live, con Tina Fey interpretando a Palin, con un parpadeo constante y el discurso de ser una oposición sin sustancia alguna. Cuando el segmento termina, Fey pregunta: “¿No tendremos un segmento de talentos?” (en referencia a la participación de Palin en Miss Alaska).
Puede ser que después del primer debate presidencial, a raíz del cual Mitt Romney logró captar la atención de los medios a su favor y se posicionó con una gran victoria , ese interés será mucho más grande de lo normal en este debate vicepresidencial, y una ventaja decisiva de cualquiera podría jugar un papel importante en el resto de la campaña. Pero las oportunidades aún son limitadas.
Independientemente de lo que suceda, lo que sí sabemos es que las malas actuaciones en los debates vicepresidenciales pueden dañar las posibilidades de que un candidato pueda postularse para un puesto más alto en el futuro. Aunque ellos obviamente estarán enfocados en el 2012, tanto Ryan como Biden necesitarán ser cuidadosos de no actuar de cierta manera que limiten la oportunidad de aspirar a la presidencia dentro de cuatro años.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Julian Zelizer.