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OPINIÓN: Según yo, si escuchas que Dios te habla, no estás loco

Una investigadora estudia los casos de personas que afirman haber tenido percepciones sensoriales de Dios
vie 22 febrero 2013 09:51 AM
diversidad religiosa religiones dios fe
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Nota del editor: Tanya Marie ("T.M.") Luhrmann es psicóloga antropóloga en la Universidad Watkins, profesora del departamento de Antropología de la Universidad de Stanford, en California y autora del libro: When God Talks Back: Understanding the American Evangelical Relationship with God (Cuando Dios responde: cómo entender la relación del evangélico estadounidense con Dios).

(CNN) — En la Biblia, Dios habló directamente con Abraham. Habló directamente con Moisés. Habló directamente con Job. ¿Pero qué hay de tu vecino de al lado?

La mayoría de la gente que lee las antiguas escrituras entiende que esos relatos sobre la voz de Dios son milagros que en verdad ocurrieron pero que ya no se dan actualmente, o los consideran adornos folclóricos en historias antiguas. Incluso los cristianos que creen que los milagros pueden ser cosa de todos los días pueden dudar cuando alguien les dice que percibieron audiblemente la voz de Dios. Hay un viejo chiste que dice: Si hablas con Dios, se llama oración; si Dios te habla, se llama esquizofrenia.

Solo que usualmente no es así.

Escuchar una voz cuando estás solo o ver a alguien que nadie más puede ver es bastante común. Al menos una de cada diez personas dirá que ha tenido una experiencia similar si les preguntas sin tapujos. Cerca de cuatro de cada diez dirá que han tenido experiencias perceptivas inusuales entre el sueño y la vigilia cuando se les entrevista acerca de sus hábitos de sueño.

Si les preguntas de forma que les des espacio para reconocer su error, la cifra aumenta. En contraste, la esquizofrenia, la más incapacitante de las enfermedades mentales, es bastante inusual. Solo puede diagnosticarse este trastorno en una de cada cien personas.

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Más aún, los patrones son bastante distintos. La gente que tiene esquizofrenia y escucha voces las escucha frecuentemente. A menudo las escuchan durante el día, a veces como una lluvia de sonidos o como un martilleo incesante. No solo oyen frases sino párrafos enteros: palabra tras palabra tras palabra. Lo que dicen las voces es horrendo: insultos, desdén y burlas llenas de desprecio. "Sucio, eres sucio". "Zorra estúpida", "Deberías haberte quedado debajo del autobús, no dentro de él".

Eso no fue lo que experimentaron Abraham, Moisés y Job, aun cuando Dios estaba en su momento más feroz.

Durante los últimos 10 años, he llevado a cabo investigaciones antropológicas y psicológicas entre evangélicos con orientación empírica, la clase de personas que buscan una relación personal con Dios y esperan que Dios les responda. Para la mayoría de ellos, la mayor parte del tiempo Dios les responde a través de un murmullo que escuchan en sus mentes o a través de imágenes que les vienen a la mente durante la oración. Sin embargo, muchos de ellos también reportaron experiencias sensoriales divinas. Dicen que Dios les tocó el hombro o que les habló desde el asiento trasero y les dijo, de forma que lo percibieron con los oídos, que los amaba. De hecho, en 1999 Gallup reportó que el 23% de los estadounidenses habían escuchado una voz o tenido una visión en respuesta a sus oraciones.

Esas experiencias fueron breves: cuando mucho constaron de unas cuantas palabras o frases cortas. Eran inusuales. Quienes las reportaron no reportaron más que unas cuantas, si acaso. Esas experiencias no fueron perturbadoras, aunque a menudo fueron desconcertantes y siempre impresionantes. Por el contrario, esas experiencias a menudo hicieron que la gente se sintiera más cercana a Dios y amada más profundamente.

De hecho, en mi investigación descubrí que esas inusuales experiencias sensoriales son más comunes entre quienes oran de manera que usan la imaginación, por ejemplo: cuando la oración comprende hablar a Dios en tu mente. Las experiencias sensoriales inusuales en general no estaban relacionadas con enfermedades mentales (nos aseguramos). Eran más comunes entre quienes se sentían cómodos al dejarse llevar por su imaginación. También fueron más comunes entre quienes oraban por periodos más largos. La oración incluye poner atención a las palabras y a las imágenes en la mente y darles significado. Hay algo acerca de la práctica constante de poner atención a la mente de forma que cambia —solo un poco— la forma en la que diferenciamos lo que es real.

Sin embargo, muchos de esos cristianos que querían con todas sus fuerzas tener una relación recíproca con Dios dudaban un poco sobre hablar acerca de haber escuchado con sus propios oídos la voz de Dios. A pesar de todos los ejemplos bíblicos de que Dios habla de forma audible, dudaron. Augustine reporta que cuando estaba al límite, sollozando al pie de una higuera, escuchó una voz que dijo: "Toma, lee". Tomó la escritura y se convirtió. Cuando los cristianos que conozco escucharon hablar a Dios, con frecuencia pasó por sus mentes que estaban locos.

En su Nuevo libro, Hallucinations (Alucinaciones), el sobresaliente neurólogo Oliver Sacks cuenta su historia acerca de una experiencia alucinatoria que cambió su vida. Tomó una fuerte dosis de metanfetaminas cuando era joven y se calmó con un libro del siglo XVI acerca de las migrañas. Le encantó el libro por su observación detallada y su humanidad. Quería más. Mientras buscaba en su mente a alguien que pudiera escribir más de lo que él podía leer, una sonora voz interior le dijo: "Tú, pedazo de tonto", ese alguien era él. Entonces empezó a escribir. Nunca volvió a consumir drogas.

Ahora, Sacks no recomienda que nadie tome drogas de esa manera. Cree que lo que hizo fue peligroso y cree que tuvo suerte de haber sobrevivido.

Sin embargo, lo que me interesa es que se permitió confiar en la voz porque la voz era buena. Hay una distinción entre las voces asociadas con enfermedades psiquiátricas (a menudo malas) y las que se encuentran entre la población "normal" (a menudo buenas). Hay otra distinción entre quienes eligen hacer caso a una voz si les da buenos consejos y quienes no lo hacen. Cuando la gente como Sacks escucha una voz que les da buenos consejos, la experiencia puede transformarlos.

Esto es importante porque con frecuencia, cuando se habla de las voces en los medios o alrededor de la mesa de la cocina, las voces se consideran invariablemente como síntomas de locura. Además, claro está, escuchar voces se relaciona con enfermedades psiquiátricas.

Pero no todo el tiempo. De hecho no la mayor parte del tiempo.

Cerca de una tercera parte de las personas a las que entrevisté cuidadosamente en la iglesia en la que hice mi investigación reportó una experiencia sensorial inusual que relacionaban con Dios. Mientras sentían que esas experiencias eran asombrosas, también sintieron que eran profundamente reconfortantes.

La ciencia no puede decirnos si Dios generó la voz que escucharon Abraham o Augustine, pero puede decirnos que muchos de estos eventos son normales, parte de la fibra de la que está hecha la percepción humana. La historia nos dice que esas experiencias permitieron que la gente eligiera el camino que debían tomar pero que por varias razones dudaban en tomarlo.

Cuando durante el invierno de 1956, el reverendo Martin Luther King Jr. se sentó a su mesa aterrado por lo que podría ocurrirle a él y a su familia durante el boicot a los autobuses en Montgomery, dijo que escuchó la voz de Jesús, que le hacía una promesa: "Estaré contigo". Siguió adelante.

Las voces pueden formar parte del sufrimiento humano, pero también pueden inspirar la grandeza humana.

Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a T.M. Luhrmann.

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