Publicidad
Publicidad

OPINIÓN: El pueblo de EU en el que nadie es gay (o no lo reconoce)

Franklin es un pueblo en Mississippi, EU, en el que no hay personas gays, de acuerdo con un censo realizado por la Universidad de California
lun 25 marzo 2013 04:28 PM

Nota del editor: John D. Sutter escribe sobre derechos humanos y cambio social para CNN Opinión. Escríbele a CTL@CNN.com o síguelo en Twitter ( @jdsutter ), Facebook o Google+ . Este artículo utiliza un lenguaje que podría ofender a algunos lectores.

CONDADO FRANKLIN, Mississippi (CNN) — Estadísticamente, el condado de Franklin debería ser más heterosexual que John Wayne. Este condado ubicado en medio de la nada, en el suroeste de Mississippi, es famoso por sus bosques de pinos, la caza de jabalíes y un infame crimen de odio. Según un análisis de los datos del censo, no hay una sola pareja gay.

En otras palabras: en este lugar no existen los gays.

Al menos no en papel.

Antes de visitar el condado Franklin, pensé que en el condado heterosexual deberían vivir personas gay. Sin embargo, no esperé que nadie lo reconociera abiertamente y por una buena razón. Como parte de este proyecto periodístico, recientemente clasifiqué al "Estado de la Hospitalidad" como el menos hospitalario para las personas lesbianas, gay, bisexuales y transgénero, con base en la falta de protección de la ley. Además de que se permite despedir a cualquiera de ellos solo por sus preferencias, también se se les puede expulsar si son inquilinos.

Esos son buenos motivos para que una persona homosexual se mantenga invisible, incluso para evadir a los encuestadores del censo.

Publicidad

Conduje hacia este lugar con unas cuantas preguntas en mente: ¿Es posible que exista un condado completamente heterosexual? Si es así, ¿cómo será conocer a alguien que nunca ha conocido una persona gay? ¿Te das una idea simplemente viendo el programa de televisión, Glee?

Y si las hay, ¿cómo se esconden?

Dediqué algunos días a buscar las respuestas antes de entender que mis suposiciones eran incorrectas. No necesariamente las personas gay de esta región quieren estar en el clóset. Más bien el resto de las personas los obliga a entrar y cierran la puerta.

"Los límites solo existen en tu mente"

Mi primera misión en Franklin fue buscar cualquier indicio superficial de homosexualidad.

Hay una gasolinera llamada ABBA y un salón de belleza pintado de púrpura con el nombre de Sassy Fraz. En el aparador de la tienda de segunda mano en Bude hay un trozo de tela que tiene las palabras "LOS LÍMITES SOLO EXISTEN EN TU MENTE" bordadas sobre un arcoíris.

Fuera de eso, el condado Franklin es el lugar más heterosexual que podrías imaginar. Sus 8,000 habitantes (hay una densidad de población de una persona cada 18 hectáreas) están concentradas principalmente en tres pueblos: Bude, Meadville y Roxie.

El centro de Roxie cuenta con unos columpios vacíos y unos cinco edificios abandonados y derruidos. Parece el escenario de una película post-apocalíptica.

Bude tiene una estación de trenes y una ferretería en cuyo aparador hay un letrero que advierte sobre los ataques de los lagartos. Hay camuflaje pintado por todas partes.

Meadville, la cabecera del condado, presume un restaurante llamado The Feed Mill, cuya especialidad es el budín de pan. En una tienda de conveniencia que se encuentra entre ambos pueblos hay trompa de cerdo en salmuera junto a la caja registradora.

Racialmente, el condado refleja al resto del estado de Mississippi: 65% blancos y 35% negros. La población no está integrada. Si cruzas las vías del tren, te encontrarás en los Quarters, la principal zona negra del pueblo. Si comentas que irás hacia allá, los habitantes blancos preguntarán por qué no llevas un arma.

En 2007, un hombre de la localidad llamado James Ford Seale, quien se reportó que era un miembro del Ku Klux Klan, fue procesado bajo cargos de secuestro y conspiración en relación con la muerte de dos hombres negros en 1964.

De acuerdo con los fiscales, los dos hombres de 19 años fueron raptados y golpeados, antes de atarles un motor y unas pesas de hierro para ahogarlos en el río Mississippi. Seale murió en prisión en 2011.

Sin embargo, casi cualquier persona en el condado a la que le preguntes acerca de las relaciones entre las razas, te dirá que las cosas están muy bien.

"Todos se conocen"

Esa misma negación se aplica a las personas homosexuales.

Algunos habitantes de Franklin estaban felices de confirmar lo que habían leído en el reporte del Instituto Williams de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA): no hay gays en la región.

Algunas personas son amables al respecto.

Dorothy Creech, una mujer de 74 años, dijo que nunca ha visto en persona a un homosexual, pero que no le molestaría, en parte porque le encanta el programa de televisión The Ellen DeGeneres Show.

"No estoy de acuerdo con su estilo de vida, pero no podría juzgarla por eso", dijo Creech acerca de la conductora lesbiana.

La anciana afirmó que la gente gay podría pasarla bien si vivieran aquí, porque las personas son muy amigables con todos.

Otras personas se mostraron menos abiertas a la idea. Cuando mencioné el tema a otra mujer canosa, básicamente me dijo que no existen.

"No creo que exista esa clase de personas. No lo creo", dijo. "No necesitamos el matrimonio entre personas del mismo sexo. ¡Eso está mal!".

"Todos sabemos que está bien y qué está mal", dijo, mientras subía a su auto y me miraba por la ventanilla. "Averigua qué es lo que está mal antes de que rindas cuentas a nuestro Dios en el cielo… Tienes que volver a nacer o no irás a su reino. Sólo hay un lugar al que puedes ir y estoy segura de que no es lo que quieres. ¡Cuídate!".

Acto seguido, se fue.

Ni siquiera pude decirle que estaba hablando con una persona gay real.

En un lugar en el que "todos se conocen", como lo dijo Richard Pickett, muy pocas personas parecen estar dispuestas a hablar de ello. Eso podría ser, en parte, culpa de los posibles homosexuales. "Si hubiera una pareja del mismo sexo bajo el mismo techo, probablemente lo mantendrían en secreto", me dijo Pickett, de 54 años.

"No van a marchar por las calles con un letrero" para anunciarse. El sentido común en el condado de Franklin parece indicar que los gays, al igual que los unicornios o los dragones, viven detrás de la siguiente colina cubierta de pinos; no los ven ni piensan en ellos. No son mis hijos, no son mis vecinos, están en otra parte. Tal vez.

Pero el asunto es que ciertamente hay personas gay en el condado Franklin. En su mayoría, no están en el clóset. Muchos de ellos hablan alegremente al respecto.

Son sus vecinos y familiares quienes evitan hablar de ello.

"Hay ciertas cosas de las que no se habla"

Este es un ejemplo impresionante: decidí charlar con dos hombres que elegí al azar, ambos usaban el tipo de sombrero de los que sirven para evitar que los confundan con venados cuando están en el bosque. 

Comencé a conversar con uno de ellos, Willie Garner, de 60 años. Le comenté sobre la estadística —no hay gays aquí— y le pregunté si pensaba que era acertada.

"No tengo conocimiento de que haya o no", dijo Garner. "No se habla mucho de eso por aquí".

"Hay algunas cosas de las que simplemente no se habla", agregó el otro hombre.

Parte de mi trabajo es hacer que la gente hable de esas cosas, así que insistí.

¿Están de acuerdo con el matrimonio entre personas del mismo sexo?

Garner dijo: "No, no lo estoy".

"Yo creo que la gente debería poder casarse con quien quiera", comentó el otro hombre, quien parecía no querer intervenir mucho en la entrevista.

Me acerqué para preguntar sobre su postura tan progresista en un lugar donde la gente parecía a gusto con la idea de no tener gays.

"Yo soy gay, esa es la razón", dijo en un susurro que indica urgencia y secrecía; ese tono que escuchas con frecuencia en cintas como Argo.

Quedé atónito.

"En verdad es un infierno", dijo.

"¿El otro hombre sabe?", pregunté.

"Aquí todo el mundo sabe quién es quién", dijo. "Vivo abiertamente, pero no puedo vivir con alguien o algo así porque te persiguen".

"No existimos… ¿No lo sabías?", agregó. "No somos nada".

Los estereotipos

Durante un lapso de tres días en el condado Franklin, el camarógrafo de CNN, Brandon Ancil, y yo nos reunimos con nueve personas gay, lesbianas o bisexuales; cuatro de ellos eran parejas que vivían juntas. Sin embargo, ninguno de ellos participó en el censo ya sea porque las preguntas les parecieron confusas, no recibieron el formulario o no vivían juntos cuando se hizo la encuesta.

Para el gobierno y sus ayuntamientos, son mayormente invisibles.

Pero efectivamente existen.

Lo más difícil fue encontrar a la primera pareja gay del condado Franklin. La gente nos dijo que no había personas gay, o que simplemente no los conocían, otros decían que algunos parecían gay pero que no estaban seguros.

Nuestras opciones se agotaban, así que recurrimos a los estereotipos gay. Nos acercamos al salón de belleza de Meadville (sí, ya sé; está trillado y es ofensivo. Pero estábamos desesperados).

En el salón, conocimos a tres hombres que no estaban precisamente dispuestos a conceder una entrevista. Uno de ellos amenazó (en broma, estoy seguro) con ir a Atlanta a golpearme si la historia no presentaba al condado Franklin bajo una luz positiva y exacta.

"Esas piernas no parecen difíciles de romper", dijo, mientras miraba mis muslos, que son unos palillos en comparación con sus piernas que parecen troncos.

Reí y mentí cuando dije que probablemente corría más rápido que él.

La propietaria del salón, Jennifer Whitehead, y su esposo, Braxton, estaban felices de conversar acerca de sus amigos gay. Ambos dijeron que la iglesia cristiana es la base de su comunidad y por eso la gente tiende a oponerse. Afirmaron que odian el pecado de ser gay, pero no juzgan a nadie.

"Un pecado es un pecado", dijo Jennifer. "Yo peco todos los días".

Llamó a sus amigas, una pareja de lesbianas a quienes les corta el cabello, y les preguntó si estarían dispuestas a hablar sobre el tema.

"Este es mi hogar"

Kristyn Lovett y Bobbie Jones viven en una casa con un un letrero en su jardín: La loma de la felicidad.

Lovett, de 28 años, rió cuando le mencioné lo del censo y me dijo que ella y Jones, de 35 años, son totalmente abiertas acerca de su orientación. Si hubieran recibido un formato del censo, dijo, lo habrían completado verazmente.

La pareja relata que la vida aquí es buena: sus familiares las incluyen en las parrilladas, están criando a una hija de 12 años, ambas provienen de pueblos pequeños en Mississippi y se sienten ligadas a la tierra. "Este es mi hogar", dijo Lovett, "y no iré a ninguna parte. No podrías sacarme de este condado".

Sin embargo, a pesar de su insistencia, su revelación les ha causado algunos problemas.

Cuando estábamos en Mississippi, la pareja estaba planeando celebrar una ceremonia de compromiso. Estaba programada para el pasado fin de semana en Florida, un estado en el que, como en Mississippi, una enmienda constitucional prohíbe los matrimonios entre personas del mismo sexo.

Dijeron que aunque el papel no tenga un significado, por lo menos las reafirmará como familia al igual que a cualquier otra pareja. Hablé acerca de la ceremonia con la madre de Lovett, Angie Watson, quien dijo que planea asistir porque ama a su hija. Sin embargo, planea mirar hacia otro lado cuando las novias se besen.

"Es algo extraño para mí". No puede soportar la idea de ver a su hija besar a otra mujer.

La única persona gay del mundo

Un activista de los derechos de los gay con quien hablé dijo que eso se conoce con el término de Clóset Sureño. Knol Aust me dijo que la puerta puede estar "abierta de par en par", pero que la gente gay en Mississippi sigue dentro.

La gente heterosexual no se atreve a mirar. Los homosexuales temen salir y ser vistos. Ambas partes se toleran a una distancia cómoda, mientras la angustia, el odio, la ignorancia y el miedo bullen justo debajo de la superficie, tácitos, pero siempre presentes.

Esto puede no parecer tan malo. Es mejor que ser abiertamente hostil, ¿no? Todos se llevan bien mientras no se hable de ello. No es necesario demostrarlo. No está a discusión.

Sin embargo, a veces las emociones salen a relucir.

Tenemos el caso de Nicky Jones, de 35 años. En un condado en el que la gente deja abierta sus puertas y las llaves dentro del auto, ella instaló una cámara de seguridad en su porche. Hace algunos meses, un vecino esparció tachuelas por toda su entrada para tratar de ponchar las llantas de su auto, dice ella.

"Aquí los niños pequeños te llamarán 'marica'", dijo Zac Case, de 24 años, quien no es gay, pero ha escuchado esa clase de cosas porque tiene amigos que lo son.

Además de "marica", que parece ser el término favorito de los locales, se dice que los hombres gay del condado "orinan brillantina", "arrojan arcoiris en lugar de gases" y tienen "azúcar en su tanque".

Para las mujeres gay hay otros términos. Los compañeros de trabajo de Christina Gibbs, la pareja de Nicki Jones, le dicen que su jefe la llama "lamegatos" y "muerdealfombras" cuando no está presente. Gibbs dijo que la pareja tiene una buena vida en Franklin. Sin embargo, saben que no deben llamar la atención. "Estás en el Cinturón Bíblico. No diré que la gente te considera diferente, pero supongo que no tienes muchos amigos".

Las palabras también pueden transformarse en actos.

Uno de los entrevistados dijo que su hermano lo golpeaba regularmente porque le gustaba leer a Shakespeare y cortar flores. Los niños del condado Franklin juegan futbol americano y van de cacería. Nada de cosas de "mariquitas".

"Por mucho tiempo pensé que era la única persona gay del mundo", dijo.

Nicki Jones también ha sido herida con más que palabras. El movimiento de su tronco es rígido, como si se tratara de un muñeco, porque en 1994, cuando vivía en Covington, Tennessee, fue atacada por un hombre que la acusaba de haber dormido con su novia. Ella dice que no era cierto, pero conserva las lesiones: una larga cicatriz en su cuello narra la historia de las cuatro vértebras fracturadas. A consecuencia del accidente se hizo adicta a los analgésicos y no pudo superar la adicción sino hasta hace poco.

"Aquí no nos verás tomadas de la mano", dijo.

El condado fue bendecido con el disimulo.

No puedes omitir tus creencias

Las personas gay reaccionan a este ambiente de diversas formas.

Conocí a un pintor de 56 años quien trata de alejarse "del ambiente" porque se contrapone a sus creencias religiosas. "No puedes omitir tu crianza", dijo.

Tampoco puedes atreverte a ignorar el medio que te rodea.

Robbyn Raquel Wallace no tiene novia, en parte porque dice que no quiere molestar al pueblo y porque su prioridad es criar a su hija adolescente.

"Personalmente nunca he tenido un problema grave con alguien por ser gay", relató. "No soy liberal. Soy muy conservadora, pero soy abierta. Si ves mi perfil de Facebook, verás que dice que estoy interesada en las mujeres. Soy abierta, no estoy en el clóset. No voy a colgar una bandera y decir: '¡Oigan todos! ¡Esa soy yo!', Mi prioridad es ser madre".

Un hombre de 20 años —temeroso de que su padre lo eche de casa— dijo que ahora ignora los insultos en vez de tomarlos en serio. "Una vez una chica me dijo que iría al infierno por ser gay. Dije: 'Bueno, ¡tú te irás al infierno por ser una zorra!'", me contó sonriente.

Otra de las reacciones es vivir una vida plena y feliz para que los demás lo noten. Eso es lo que la pareja de Lovett y Bobbie Jones intentan a pesar de que sus padres no aprueban la relación completamente, pero saben que las aman.

La pareja trata de no llamar la atención, pero tampoco se avergüenzan de ser quienes son. No se esconden.

Eso a veces es aterrador, pero creen que vale la pena.

"Estos son los perfiles del valor estadounidense", dijo Greg Nevins, un abogado de derechos humanos de Atlanta, mientras hablábamos de la vida gay en el mundo rural.

A pesar de que se habla de un momento "crucial" en el movimiento de los derechos de los gays,  aún hay muchos lugares como el condado Franklin, en donde ser gay se considera pecaminoso, aunque la gente como Lovett y Jones siguen viviendo su vida.

Ellos son los auténticos héroes del movimiento de los derechos LGBT .

Al principio, era fácil culpar a la gente del condado Franklin por perpetuar los sentimientos antigay. Sin embargo, durante mi estancia pude notar que todos somos responsables, tanto gays como heterosexuales, porque no denunciamos con rapidez cualquier retórica antigay, no estamos listos para tolerar a las personas que son diferentes, preferimos mantenerlos a una distancia cómoda antes que entenderlos.  

El que nuestra sociedad titubee al enfrentar la orientación sexual tiene consecuencias reales. El 40% de los jóvenes sin hogar en Estados Unidos se identifica como LGBT.

Durante nuestro último día en el condado compramos unas ensaladas empaquetadas, unos pretzels y jugo; no era exactamente la comida sureña que ves en la mayoría de los restaurantes de la zona.

No pensé en ello hasta que nos sentamos en una banca en la calle principal en Bude, cerca de las vías del tren.

¿Sabrán que soy gay por lo que como? ¿Debería haber pedido una hamburguesa?

De la ferretería cercana entraban y salían camionetas.

¿Estarán demasiado ajustados estos pantalones? ¿Por qué no usé una gorra en vez de gel para el cabello? ¿Estos lentes me harán ver fuera de lugar? Chico de ciudad. Probablemente es gay.

Dejé de cruzar las piernas. Planté los pies sobre el pavimento y separé las rodillas.

Sé que esto es estúpido.

No quería que nadie se diera cuenta.

Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a John D. Sutter.

Newsletter

Únete a nuestra comunidad. Te mandaremos una selección de nuestras historias.

Publicidad

Publicidad