OPINIÓN: El deporte y los entrenadores gentiles, como el agua y el aceite
Nota del Editor: Roxanne Jones es editora fundadora de ESPN The Magazine y exvicepresidenta de ESPN. Es catedrática nacional en deportes, entretenimiento y temas de mujeres. Fue acreedora del premio Mujer del Año 2010 por parte de Women in Sports and Events. Es coautora de Dilo fuerte: Una historia ilustrada del atleta negro (Random House) y es CEO de Push Media Strategies.
(CNN) — Los deportes no son bonitos.
Y despedir al entrenador de basquetbol de la Universidad de Rutgers, Mike Rice, no eliminará la brutalidad de los deportes universitarios. Esto no cambia nada. Incluso en estos tiempos políticamente correctos, la esencia del deporte siempre recaerá en el Neandertal que existe en todos nosotros.
Al ver el video de Rice agrediendo a sus jugadores , pensé en las decenas de veces en las que presencié escenas similares durante los partidos de mi hijo, auspiciados por la Amateur Athletic Union, en los centros de juego informal.
Y pensé inmediatamente en ver a entrenadores como Bobby Knight y P.J. Carlesimo.
Los momentos más destacados del video no son fáciles de observar, sin embargo, no cuentan la historia completa.
"Sí, él se excedió. Pero las imágenes más destacadas y trasmitidas por ESPN tampoco dan una buena sensación. Nadie tenía miedo del entrenador Rice. No le temíamos. Solo lo comprendimos", dijo al Star Ledger de Nueva Jersey el jugador Mike Coburn, quien jugó para Rice en la temporada 2010-11.
En efecto, hoy el mundo se encuentra en un mejor lugar, y más informado, en el que no está bien llamar a la gente con un nombre obsceno u homofóbico. En donde golpear a la gente en la cabeza, darle un pelotazo con un balón de basquetbol o darles una patada en el trasero no se considera como la mejor táctica motivacional. Pero el ámbito deportivo no se ha puesto a la par de este mundo más amable y gentil. Francamente, no creo que debería, al menos no totalmente.
Puede que esto sea difícil de entender para algunas personas. Pero nadie que haya sido cercano a los deportes puede estar honestamente sorprendido por las técnicas de entrenamiento de Rice.
Él no es una anomalía, sobre todo en el mundo de los deportes universitarios, donde hay que ganar a toda costa, y el dinero fluye a lo grande. Solo fue grabado en un video.
Podemos debatir sobre si el hecho de entrenar por medio de la agresión es una herramienta de motivación eficaz. Pero no hay discusión de que esto se practica en todos los deportes, desde las ligas menores en adelante.
Para la mayoría de los aficionados, los deportes son una experiencia para sentirse bien, que enseña lecciones de vida como liderazgo, aprender a perder y presionar a uno para llegar al máximo potencial. Vi con asombro cómo mi hijo pasó de ser un chico tímido, torpe y grandulón a ser un líder fuerte y seguro de sí. El cambio comenzó cuando él se enamoró del basquetbol a una edad temprana. ¿Tuvo entrenadores tiránicos? Sí, uno.
Su entrenador de la AAU era un terror. Gritando toda la práctica, a menudo degradaba a sus niños de 10 años. Les decía que eran nada, que solo eran pequeños chicos negros que probablemente acabarían muertos o en la cárcel antes de llegar a los 21.
Con los ojos desorbitados exclamaba que no serían nada sin el basquetbol. Los empujó cuando pensó que nadie estaba mirando. Y quién sabe lo que le decía al equipo sin tener a los padres cerca.
Mi hijo pensó que su entrenador era raro y enojón. La mayoría de los integrantes del equipo eran estudiantes negros preuniversitarios de escuelas privadas. No importaba. El entrenador los estereotipaba. Para él era un mundo rudo, racista y los chicos debían ser forjados desde temprano.
Su equipo era derrotado todos los partidos, pero mi hijo nunca quiso dejarlo. Recuerdo haber preguntado a algunos de los atletas profesionales con los que trabajé si debía sacarlo del equipo. Dijeron "claro que no". Esto sería una buena lección para él.
"Se juega por amor al juego, no por adorar a los entrenadores", me dijo un acreedor al Salón de la Fama.
Resulta que todos habían experimentado un entrenador a la Bobby Knight. Un Mike Rice. Y los atletas argumentaron que era importante para un jovencito aprender a no dejar que un entrenador agresivo los hiciera decaer.
Aseguran que sus peores entrenadores los prepararon para los intimidadores que conocieron más tarde en sus vidas, en la cancha y en sus oficinas centrales.
Rice nunca fingió ser un líder amable. En parte, fue su salvaje pasión por el juego lo que llevó al director de deportes de la Universidad de Rutgers, Tim Pernetti, a contratarlo para entrenar a los Scarlet Knights.
"Sabía exactamente lo que había logrado y todavía lo tengo", dijo Pernetti cuando contrató a Rice. "Mike entrena con agudeza. Esa personalidad es ideal para nuestro programa aquí, en Nueva Jersey".
La División 1 del basquetbol apunta alto. Rice y su equipo estaban bajo presión de lograr triunfos y demostrar que pertenecían a las grandes ligas. Es por eso que Rice no fue despedido cuando por primera vez le fue mostrado el video al director atlético. Fue suspendido tres juegos y multado con 50,000 dólares.
Pero la historia no termina ahí. Fue necesaria la amenaza de una demanda por despido injustificado de Eric Murdock, exjugador de la NBA y exdirector de desarrollo de jugadores de los Scarlet Nights, quien se quejó con Pernetti sobre el indignante comportamiento de Rice. Murdock fue despedido por sus problemas, según su abogado, Raj Gadhok.
Tras lo ocurrido, el video fue lanzado a los medios. La escuela decidió que la historia era demasiado peligrosa como para explicarla, así que era mejor despedir al entrenador y evitar un desastre de relaciones públicas. Fue una solución por reflejo, una acción de mercadotecnia.
Pero no crea ni por un minuto que Rice no encontrará una manera de rehabilitar su reputación. Él irá a clases para manejar la ira. Sus compañeros dirán que ha cambiado. Mostrará remordimiento ante los medios. Después volverá como entrenador en un abrir y cerrar de ojos.
Siempre habrá un lugar para los agresivos en el mundo de los deportes.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Roxxane Jones.