México arrastra rezago en salarios
México lleva décadas de rezago en la distribución tanto de los ingresos como de los beneficios generados por el crecimiento de la economía y por los cambios en la productividad. En este sentido, nos podemos hacer las siguientes preguntas: ¿ha aumentado la clase media en las últimas décadas?, ¿ha mejorado el poder de compra de los trabajadores? o ¿qué grupos se han favorecido más con los beneficios económicos que se producen cuando existe crecimiento?
El trabajo en México y el salario se han desvalorizado al grado de considerarlo sólo como un costo en libros para la empresa cuyo nivel debe ser el más bajo posible. Los años de rezago en materia de distribución del ingreso se deben a tres razones fundamentales. En primer lugar, al bajo nivel que tiene el salario mínimo , que es el salario líder de la economía. La segunda razón es que durante décadas no se han redistribuido las ganancias que produce el crecimiento económico entre los factores de la producción de forma equitativa. También, porque no existen leyes ni instituciones que procuren una adecuada distribución del ingreso en el país.
Abaratar los costos del trabajo y no reconocer los incrementos en la productividad han traído una tendencia permanente de precariedad en los ingresos de las familias que se asocia con baja escolaridad, informalidad, pobreza, crimen y división social. En la actualidad, México tiene una posición competitiva favorable relativa a otros países por sus bajos costos laborales, hecho que para un empresario es un oasis, pero es una verdadera pérdida para el país.
Salarios bajos y sus efectos en la economía
Los salarios generales de la economía son bajos en relación con el costo de vida en el país. Si comparamos la suma de necesidades como alimentación, salud, vivienda, educación, esparcimiento y ahorro, contra la línea de salarios, el diferencial debe ser grande.
Tomemos como ejemplo el salario promedio de cotización al IMSS. Este salario que ronda los 8,000 pesos mensuales, aplica únicamente para 15.7 millones de trabajadores beneficiarios y puede considerarse de los más altos de la economía. Sin hacer grandes cálculos, ¿será posible que este salario alcance para que una familia cubra sus necesidades básicas?
Los bajos salarios en México se pueden asociar con distorsiones en la economía de todo tipo, por ejemplo: trabajo informal, migración, actividades ligadas al crimen y deserción escolar, entre los más importantes. Todo ello porque la gente busca mejorar sus ingresos o simplemente tener un trabajo . Basta con preguntar a un migrante la razón de su salida del país o bien analizar la razón por la que un niño deja la escuela.
Además, cuando los salarios son bajos no se puede ahorrar en el corto ni en el largo plazo. Por ello, las pensiones que están ligadas a los bajos salarios son insuficientes. Ahí tenemos la pensión que otorga el IMSS a trabajadores jubilados o incluso las pensiones otorgadas bajo el esquema actual. Con salarios bajos, el crédito al consumo se vuelve indispensable, pero dadas las circunstancias de precariedad del empleo, el crédito se vuelve costoso y selectivo. Es decir, salarios bajos se asocian también con bajo ahorro y crédito inaccesible, un círculo vicioso. Además, al gobierno le afecta significativamente que los salarios de la economía sean bajos ya que parte de sus ingresos tributarios están en función de los mismos.
El papel del salario mínimo
Supuestamente, el salario mínimo juega el papel de defensor del poder de compra del trabajador, tal que sea suficiente para cubrir las necesidades normales de vida del trabajador y de su familia. Por otra parte, el salario mínimo sirve para fijar los costos del trabajo en el país para profesiones y oficios. Alrededor del salario mínimo orbitan la mayor parte de los ingresos de los mexicanos. No obstante, la línea del salario mínimo es realmente baja y además de que no defiende el poder de compra porque consistentemente pierde terreno contra los aumentos de precios, tampoco alcanza para proveer lo básico al trabajador y a su familia.
Durante décadas los incrementos al salario mínimo han estado atados a la inflación y muchas veces por debajo de ella, provocando pérdidas en el poder de compra. Esta política puede ser un acierto para mantener controladas las expectativas de inflación, pero es un gran error porque promueve desigualdad al no redistribuir los beneficios que se generan cuando la economía crece. Además, cuando existen incrementos en productividad que se trasladan hacia incrementos al salario, no deben existir presiones inflacionarias.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), de los 48.2 millones de trabajadores ocupados al cuarto trimestre de 2012, 6.3 millones perciben hasta un salario mínimo (menos de 1,900 pesos al mes). Cerca de 11.1 millones de trabajadores perciben más de uno y hasta dos salarios mínimos (hasta 3,790 al mes); 10.5 millones perciben más de dos y hasta tres salarios mínimos (hasta 5,680 al mes); 7.2 millones perciben más de tres y hasta cinco salarios mínimos (hasta 9,470 al mes) y solo 3.8 millones perciben más de cinco salarios mínimos (más de 9,470 al mes). Según INEGI, el resto no percibe ingresos.
Por ejemplo, en el caso de los 11 millones de trabajadores que reciben alrededor de 3 mil pesos al mes (valor mediano) resulta imposible pensar que les alcance para pagar una vivienda, alimentación, salud, transporte, educación, vacaciones y para mantener a una familia. No se necesita tener ningún conocimiento especial para reconocer que la mayoría de los mexicanos viven al día, sin ahorros y sin oportunidades de escalar socialmente, haciendo milagros cada día por sobrevivir.
Ley de distribución de rentas y crecimiento de la clase media
El objetivo radica en incorporar a amplios sectores de la población en la participación de los beneficios que genera el crecimiento económico. El problema de la mala distribución es de carácter económico y por ello, requiere una solución basada en un análisis técnico exhaustivo que produzca recomendaciones cuyos ajustes estén apoyados en una ley de aplicación general. Debe realizarse un trabajo de investigación que evalúe los incrementos en la productividad de la economía y la redistribución de esas ganancias entre gobierno, empresas, familias y sistema financiero. Además, un análisis que compare la línea de salarios generales con el costo de vida. Si la línea de salarios ha estado deprimida por décadas habrá que subirla, lo que posiblemente implicaría pérdidas para algunos sectores por el efecto redistributivo que conlleva. No obstante, hay que hacerlo y pagar el precio por el bien del país.
Una ley de distribución de rentas debe ser aplicada y vigilada por una nueva institución de análisis y procuración del salario, que sea independiente y cuyo objetivo sea redistribuir el ingreso y detener el deterioro del salario de millones de familias. Por cierto, debe desaparecer la comisión de salarios mínimos y se debe refundar a la Secretaría del Trabajo para que coadyuve en el proceso e implemente una política laboral efectiva con una perspectiva económica. Actualmente la secretaria cumple más una función de conciliación de conflictos laborales pero no realiza ninguna tarea visible en términos de política laboral.
Finalmente, es necesario considerar que el trabajo y el capital son una sola unidad que funciona de manera armonizada, nunca separada. Habrá que reconocerle a cada uno su participación en la economía de una forma equitativa y proporcional, repartiendo el producto del trabajo, de la inversión y la innovación a fin de generar círculos virtuosos que impacten positivamente en el consumo y en el ahorro del país. México lo agradecerá.
*Iván Franco es gerente de Desarrollo de Negocios en Euromonitor International.