OPINIÓN: Los partidos políticos, en crisis porque incumplen sus tareas
Nota del editor: José Alberto Aguilar Iñárritu es político y escritor, con estudios de economía, derecho y ciencia política en la UNAM, de administración pública en el INAP y de investigación en Desarrollo Urbano y Regional en el Colegio de México. Fue diputado federal en la LIX Legislatura en el Grupo Parlamentario del PRI. Actualmente es coordinador técnico de la Comisión de Reforma del Estado de la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago). Puedes seguirlo en su cuenta de Twitter: @aguilarinarritu
(CNNMéxico) — México asiste hoy a múltiples manifestaciones de deterioro del actual sistema de partidos políticos.
El panorama nacional está amenazado por la propagación de lo que llamo islas antisistema —problemática que debe ser atendida por separado en distintos sitios y de distintas formas—. Unas se combaten desde su origen: la delincuencia y el lastimado tejido social; otras no se atienden desde su raíz: la incapacidad de los partidos políticos para representar causas ciudadanas y canalizar el conflicto por las vías del maltrecho Estado de Derecho.
En el contexto de un gobierno dividido —atrapado en la inoperativa premisa de que 'el que gana, gana todo y el que pierde, pierde todo', sin reglas para formar mayorías estables y obligado a maniobrar bajo el coyuntural Pacto por México— el sistema de partidos abandona su papel en la gobernabilidad y se convierte en otro de los grandes déficits que dañan la eficacia del ejercicio democrático del poder.
México se encuentra dividido, el pacto del gobierno, que no de cogobierno, saludable, pero a la larga insostenible, administra esa debilidad pero no la resuelve, y su operacioón contribuye también al deterioro del sitema de partidos y al conflicto con el legislativo..
Adicionalmente, la creciente debilidad que se observa en las oposiciones estimula la dominancia electoral del partido que ganó la Presidencia, además de provocar el riesgo de convertir al PRI, una vez más, en su representante solitario.
El artículo 41 constitucional, define a los partidos políticos como "entidades de interés público cuyo fin es promover la participación del pueblo en la vida democrática, contribuir a la integración de la representación nacional y como organizaciones de ciudadanos, hacer posible el acceso de estos al ejercicio del poder público, de acuerdo con los programas, principios e ideas que postulan y mediante el sufragio universal, libre, secreto y directo".
Sin embargo, considero que buena parte de esta misión no se cumple.
Construido de arriba hacia abajo a partir de la Ley Federal de Organizaciones Políticas y Procesos Electorales, el actual sistema de partidos políticos demostró en 30 años su eficacia para desmontar el régimen de partido hegemónico, pero también su ineficacia para garantizar la plena representación de las causas ciudadanas, su educación democrática y consecuente construcción de ciudadanía, así como para absorber el conflicto social y procesarlo por las vías institucionales.
Ya en la alternancia, su morfología sucumbió ante los apetitos de sus dirigencias y grupos internos de poder. Se convirtió en un poder franquiciatario que produjo verdaderas cofradías adineradas que enfatizaron el pragmatismo electoral y la negociación con los fortalecidos poderes fácticos, antes que la representación de las causas ciudadanas, cuya presencia se volvió coyuntural. Un mero asunto de marketing electoral.
Mientras la política dejaba de respetar principios éticos e ideológicos y se hacía un negocio cada vez más costoso, el sistema de partidos tendió a representar las causas del poder, de sus grupos internos y de sus negociaciones con los grupos externos, antes que a la gente.
Se requiere una nueva Ley de Partidos Políticos que enfatice su misión constitucional de crear ciudadanía y cultura democrática, democratice y transparente su vida interna, le otorgue certeza e imparcialidad jurídica, y obligue a la formación de sus propios cuadros, ideológica y programáticamente, a partir del debate cotidiano de las agendas de la gente y de interactuar con ellas 365 días, no solo en periodo electoral.
Solo el debate cotidiano de causas ciudadanas acercará la política a la sociedad y creará un compromiso programático exigible, so pena de revocar el mandato.
Por eso, corregir la inoperatividad partidaria es una prioridad a satisfacer, antes que la entropía del sistema ponga en serio riesgo la vigencia de nuestra democracia.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a J. Alberto Aguilar Iñárritu