OPINIÓN: La música, un motor que puede impulsar a la sociedad
Nota del editor: Ely Guerra es cantautora y productora musical. Ganó el premio Grammy Latino en 2010 por su álbum Hombre Invisible. Síguela en su cuenta de twitter: @ElyGuerra_
(CNNMéxico) — Es normal perderse en las aguas de una música incitante. Es normal responder al estímulo de una música armoniosa. Es normal recordar experiencias de vida a través de una música específica, así como es normal buscar en la música un refugio.
La música, como una esfera, encierra un ambiente y lo protege. La música como un vestido nos cubre, como un remedio nos cura.
La música una bandera, una luz, un color, un alimento. La música es una celebración, es una despedida, es también un consuelo.
Cuando a solas canto en mi estudio, ya con los audífonos sonando y un micrófono encendido, no existe nada más que ese inmenso mar de notas frente a mi. El aire, mi respiración y su ritmo me alejan del mundo y puedo sentir cómo van cambiando en mí las formas, puedo notar cómo se limpian mis pensamientos, cómo se aclaran mis visiones, cómo se enaltecen mis emociones.
Siento el latir de mi cuerpo y percibo detalles que se esconden cuando no estoy en contacto con la música: mi voz adquiere personalidad, mi espíritu fuerza, mis ojos no miran afuera sino que descubren mis adentros… ya luego siento que mis manos explican con ademanes los sonidos que mi voz conversa en la ilusión por alcanzar mis oídos, pero dentro de mí, la sangre hierve.
Cada célula de mi cuerpo se activa, es indispensable continuar cantando. Comienza una conexión especial entre los tejidos de mi cuerpo y soy presa de sanas sensaciones: amor desmedido, sutil melancolía, inmensa gratitud ¡Oh esperada quietud, oh, no permitas que me aleje!
Y entonces vuelvo, regreso al mundo para agradecerle a la vida este alimento que nutre, que satisface. He vuelto porque puedo reconocerme diferente, algo en mí ha cambiado, así como la música ha cambiado al mundo, así como la música sigue cambiado al mundo y así como continuará haciéndolo.
La sociedad, igual que un tejido del cuerpo humano, está llena de motores encendidos que trabajan a la vez, cada uno con características, tamaños y aspectos diferentes. Cada motor realiza una función específica y cada uno desempeña un papel indispensable para que todos, a su vez, puedan realizar su propia función. Cuando la música entra en las fibras de nuestra humanidad y forma parte de esta maquinaria, sorprendente energía juega a favor de cada uno de los motores que componen la misma, enseguida se manifiestan cambios orquestados para un bien común y el recorrido que emprende la música en el tejido de una comunidad es el estímulo que contribuye a restaurar aquello que necesita ser rehabilitado.
Exactamente como le ocurre al individuo, le ocurre al colectivo: la descarga positiva que emiten los sonidos de una música incitante, son un alimento que le nutre, es normal responder al estímulo de una música armoniosa, es normal sentir que algo ha cambiado, es normal sentirse rehabilitado.
La música lo transforma todo, esto no es un experimento, es una realidad.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Ely Guerra.