OPINIÓN: Las protestas en Brasil, más que un conflicto por el transporte
Nota del editor: Bernardo Baranda es director para latinoamérica del Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo (ITDP por sus siglas en inglés). Es Ingeniero Civil por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y tiene una maestría en Ingeniería del Transporte por IHE-TU de Holanda. Síguelo en su cuenta de Twitter: @BernardoBaranda
(CNNMéxico) — Las protestas de los últimos días en varias ciudades de Brasil son un llamado muy importante a los gobernantes para escuchar y atender los reclamos de la ciudadanía y en especial, de los jóvenes.
Lo que comenzó como una protesta en Sao Paulo por un aumento de nueve centavos en las tarifas del transporte público , se extendió masivamente respecto a la corrupción política, los sistemas de salud, educación y el gasto en infraestructura para los próximos eventos deportivos.
Este movimiento, al igual que la Primavera Árabe, seguido por el inicio del #Yosoy132, hasta el más reciente en Turquía, ha surgido de manera espontánea. Comienzan a través de las redes sociales y se unen jóvenes de diversos estratos e ideologías con demandas que considero legítimas, como en este caso, mejores sistemas de transporte.
Es así como se vuelve más que cuestionable que los gobiernos nacionales y locales inviertan más recursos en financiar obras de infraestructura para el automóvil que para mejorar el transporte público que usa la mayoría de la población .
Tampoco es aceptable que las viviendas de interés social sean construidas a decenas de kilómetros de los centros urbanos, donde están las oportunidades de empleos, servicios y comercios. Estos dos factores: deficientes sistemas de transporte públicos y la mala calidad y ubicación de viviendas asequibles, condenan a los más pobres a invertir una parte importante de su tiempo e ingresos para trasladarse en condiciones poco óptimas que afectan su calidad de vida de manera significativa, para revertir esta situación, es necesario hacer una verdadera planeación e integración del Desarrollo Urbano con los sistemas de transporte público.
Esto debe orientarse hacia crear proximidad reduciendo la cantidad y longitud de los viajes en automóvil. Es posible, a través de la densificación y reciclaje del suelo urbano, mezclar usos de suelo compatibles, facilitar la movilidad a pie y en bicicleta, así como restringir el espacio de estacionamiento tanto en vía pública como en inmuebles.
Paralelamente, el transporte publico debe renovarse y regularse para que sea de calidad; es decir, que sea seguro, cómodo, integrado y que tenga considerable ventajas con respecto al automóvil. Ejemplos orientados a la movilidad urbana sustentable existen, sin embargo falta que se extiendan y se revierta la tendencia que nos ha llevado a una situación crítica, en la que una persona pude pasar en promedio más de dos horas y media trasladándose diariamente en la Ciudad de México.
En mi opinion, las protestas en Brasil muestran que con mayor frecuencia la ciudanía ya no está dispuesta a aceptar las condiciones en las que los políticos generalmente toman decisions desde sus escritorios, sin ni siquiera utilizar el transporte público para conocer la realidad de la mayoría.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Bernardo Baranda.