OPINIÓN: Los seres humanos, ¿somos criminales en potencia?
Nota del editor: Feggy Ostrosky es licenciada en Psicología y doctora en Biomedicina por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Fue fundadora de la Sociedad Mexicana de Neuropsicología y es miembro de la Junta de gobierno de la Sociedad Internacional de Neuropsicología. Es columnista de la revista QUO que es parte de Grupo Expansión, una empresa de Time Inc.
(QUO) — Caras vemos, mentes no sabemos. Algunos se preguntarán si personas ordinarias y "sanas mentalmente" pueden llevar a cabo actos inmorales, como la tortura y el sadismo.
Esta pregunta surge, principalmente, cuando vemos en la TV imágenes de criminales con cara de buenas personas o escuchamos incidentes de abuso, sadismo y tortura que se ejercen sobre algunos reos para obtener información, o bien estos mismos actos practicados por soldados en contra de prisioneros.
Diversos estudios psicológicos revelan que este tipo de comportamiento es frecuente durante los conflictos militares, y que la capacidad de abusar y maltratar a otro ser humano reside dentro de cada individuo.
Los seres humanos nacen con una disposición y sentimientos básicos hacia sus semejantes que se pueden modificar, moderar y expandir para producir conductas prosociales, sin embargo también guardan dentro de sí el potencial para manifestar comportamientos destructivos, antisociales y deshumanizantes.
Matar a otro ser humano implica suprimir todo sentimiento de empatía y ver en el otro a un salvaje que intenta hacernos daño. Los sentimientos de defensa personal y de venganza se maximizan y la parte más primitiva del cerebro humano, el sistema límbico, se antepone a las zonas prefrontales o pensantes, por lo que en lugar de inhibir impulsos, los activan, promoviendo el odio y el abuso.
Los psicópatas pueden ser personas con una apariencia normal. Pueden presentar un gran encanto superficial, pero relacionarse, realmente, con frialdad, egoísmo y falsedad.
Muchos de ellos son personas muy exitosas socialmente, debido a que tienen una gran flexibilidad moral y ausencia de remordimientos. Suelen tener un trastorno de la personalidad que se manifiesta en tres aspectos importantes: en sus relaciones con las otras personas, en su afectividad y en su conducta. La razón es que tienden a manipular y engañar, son incapaces de ponerse en el lugar del otro y presentan un comportamiento antisocial.
Estas personas, por lo mismo, alteran negativamente la vida de quienes los rodean. El ejemplo más común son aquellos esposos carismáticos y exitosos... en su trabajo, pero que en su hogar son egoístas, fríos y no tienen interés en lo que ocurre con su familia. Incluso, muchos de ellos llegan a tener sometidas a sus esposas a un abuso físico y psicológico. Así, no se sabe si realmente estamos conviviendo con algún psicópata, porque algunos son muy amigables. ¿Cómo identificarlos? Hay que conocerlos muy de cerca.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Feggy Ostrosky.
Este artículo fue publicado en la edición de junio de 2013 de la revista QUO, que es parte de Grupo Expansión, una empresa de Time Inc. La firma edita en México 17 revistas y 11 sitios de internet, entre ellos CNNMéxico.com.