OPINIÓN: Ebrard y una postura moderna ante una eventual reforma energética
Nota del editor: Genaro Lozano es candidato a Doctor en Ciencia Política. Ha impartido el curso de Protesta y Disidencia: Movimientos Sociales en Perspectiva Comparada en el ITAM, entre otros. Es columnista en el Grupo Reforma y analista político en CNNMéxico. Síguelo en su cuenta de Twitter: @genarolozano
(CNNMéxico) — Marcelo Ebrard está oficialmente de regreso y no solo en las redes sociales con su conocido aviso de #tenemossssismo, sino ahora con un #tenemosprogresismo.
El exjefe de gobierno de la Ciudad de México volvió a lanzar una plataforma política, en una nueva apuesta por ser candidato presidencial de su partido en el 2018. La plataforma, presentada recientemente, primero se llamó Equidad y Progreso, y ahora es Movimiento Progresista .
Me parece que el primer objetivo de este programa es que Ebrard logre la dirigencia del partido de izquierda más grande de México y con ello, tal vez, trabajar en una posible campaña presidencial para el 2018.
A la presentación del programa acudieron integrantes de las distintas tribus del PRD y algunos perredistas notables como Jesús Zambrano, el presidente de ese partido, Los senadores Mario Delgado, Manuel Camacho Solís, Dolores Padierna, y diputados como Vidal Llerenas, entre otros.
Además de representar una plataforma política para Ebrard, ¿por qué debería importar este foro? Y ¿cuáles son sus errores?
Empiezo por la importancia. En los últimos meses ha trascendido en los medios un supuesto confrontamiento entre Marcelo Ebrard y Miguel Ángel Mancera, el actual jefe de gobierno de la Ciudad de México, y en efecto, me parece que una vez más las izquierdas están divididas.
Divididas no solo entre las cinco o seis tribus perredistas que siempre se han reconocido, y entre sus llamados "partidos satélites", el del Trabajo (PT) y Movimiento Ciudadano, sino también entre quienes empiezan a integrar el círculo del foro progresista de Ebrard y los funcionarios allegados a Mancera en el Gobierno del DF, ya que ni uno solo de los secretarios de éste acudió al evento de Ebrard.
Durante la presentación del foro, Ebrard reconoció una y otra vez la división de las izquierdas y por ello me parece que si esta plataforma logra unirlas su mérito sería que por primera vez desde hace al menos 13 años, los grupos de izquierda en México estarían unidos en torno a una nueva plataforma y no en torno a una figura, como sucedió con Andrés Manuel López Obrador, quizás el único personaje que ha sido capaz de ser el pegamento que ha unido a las izquierdas desde el 2000, y su candidato presidencial ya en dos ocasiones.
La importancia del foro progresista está también en sus 10 objetivos, pero principalmente en el número uno, que es la construcción de una sociedad más igualitaria, equitativa y con libertades y justicia social.
Coincido con el historiador Lorenzo Meyer, quien en un video realizado en apoyo al foro progresista dijo que "la sociedad mexicana es particularmente injusta y requiere de una fuerza política que la transforme en función de la justicia social".
Pero en lo que creo que radica la importancia principal del foro es en que invita a hacer una reflexión sobre dónde está hoy la izquierda en México y qué tipo de izquierda se quiere construir.
Me parece que la izquierda mexicana está en crisis, con candados a la incorporación de nuevos militantes, con solo una posición política relevante ganada en las urnas —la Ciudad de México—, y que está en migajas después de los resultados electorales del pasado 7 de julio.
Una izquierda que se niega a ver la realidad de manos de Jesús Zambrano, quien en el foro progresista trató de defender esos pésimos resultados electorales diciendo que fueron "resultados modestos". Si el foro progresista sirve para que las izquierdas hagan una verdadera autocrítica —que les urge—, ya con eso ganaría.
Ahora bien, en cuanto a los errores del Foro Progresista, encuentro varios.
El primero es que éste es el tercer lanzamiento de la misma plataforma, pero con otro nombre.
Ebrard ya lo había tratado de hacer con Equidad y Progreso, luego con Movimiento Progresista, y ahora con Foro Progresista. Cualquier mercadólogo político conoce la importancia del nombre y de quedarse con un mismo mensaje.
El nombre ha cambiado ya en tres ocasiones y el logotipo igual. Al movimiento que encabeza Ebrard le urge definirse en uno solo y llamar a más personajes que compartan los mismos ideales a ocupar las redes sociales y a difundir su mensaje.
Hoy hay solo una página web, sin un diseño atractivo y con demasiada información. Además de la página, el Foro Progresista lanzó una cuenta en la red social Instagram con 7 videos de apoyo en el que destaca el de Lorenzo Meyer, el del presidente del consejo coordinador empresarial y el del delegado en Miguel Hidalgo, Víctor Romo.
Pero tal vez el principal error, desde mi punto de vista, es que si intenta construir lo que ellos llaman una izquierda moderna y progresista, al menos en un tema deberían cambiar su postura y es en el de la reforma energética, a la cual una y otra vez los asistentes, incluido el mismo Ebrard, dijeron que se opondrían a cualquier intento de " privatización de PEMEX".
Una izquierda moderna y progresista en este tema dejaría los argumentos de la década de 1970, presentaría una propuesta de reforma alternativa, que ataque la corrupción que hay en PEMEX y en su sindicato, que logre hacerla una empresa más productiva, que la ponga de frente a los retos de la escasez de un recurso que cada vez es más difícil explorar y explotar, en lugar de solo vociferar un "no pasarán".
Ebrard está de vuelta, pero al final, la forma principal de medir el resultado de su plataforma es si logra hacerse de la presidencia del PRD en el mediano plazo y si logra convertirse en un referente constructivo en el tema de la reforma energética, ya que el Partido Acción Nacional (PAN) no tiene diferencias significativas en este tema con el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Una voz opositora, pero con argumentos y una contrapropuesta seria, es necesaria en México en este y otros temas y no una plataforma que lo único que haga sea llamar a una consulta para saber si se deba reformar un artículo a la Constitución.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Genaro Lozano.