OPINIÓN: La referencia del Papa a las mujeres, ¿un pequeño gran paso?
Nota del editor: Alice L. Laffey es profesora asociada en el Departamento de Estudios Religiosos del College of the Holy Cross. Fue integrante de la Conferencia de Ordenación de las Mujeres después del Vaticano II y público " An Introduction to the Old Testament: A Feminist Perspective " (Fortress, 1988), así como varios artículos para el volumen anual de la College Theology Society. Colabora para la futura publicación de Carol Dempsey sobre Isaías en la serie Wisdom Commentary (Liturgical Press).
(CNN) — Cuando el papa Francisco ofreció su ahora famosa conferencia de 80 minutos en el vuelo de regreso a Roma desde Brasil, no fue para nada sorpresivo que se le haya preguntado sobre el papel de la mujer en la Iglesia católica romana.
Dijo que Juan Pablo II había "cerrado la puerta" a la posibilidad del sacerdocio de las mujeres, aunque afirmó que la Iglesia carecía de una "teología profunda sobre las mujeres". Sus comentarios implican un gran respeto por las mujeres.
Sin importar las virtudes de Francisco, la Iglesia continuará siendo objeto de acusaciones de discriminación sexual, en especial por estadounidenses y europeos, mientras siga negando el sacerdocio a las mujeres.
Sin tomar en cuenta los esfuerzos que el papa Francisco haga con respecto a las mujeres, si se rehúsa a impulsar la cuestión de la ordenación, muchos, incluyendo a los católicos, considerarán que sus esfuerzos hacia las mujeres son insuficientes o incluso hipócritas.
Sin duda es cierto que Juan Pablo II "cerró la puerta" a la ordenación de las mujeres, pero esta puerta podría no permanecer cerrada todo el tiempo. Después del pronunciamiento de Juan Pablo II en contra de la ordenación de las mujeres, la Catholic Theological Society of America, la asociación profesional de teólogos católicos romanos líder en EU, durante su reunión de junio de 1997, adoptó una resolución indicando que existen "serias dudas con respecto a la naturaleza de la autoridad de la enseñanza" de que la Iglesia carece de autoridad para ordenar mujeres, y que el sacerdocio masculino es una verdad que ha sido enseñada de manera incuestionable y que los creyentes deben aceptar.
La resolución continúa diciendo que hay un "desacuerdo serio y generalizado sobre esta cuestión no solo entre los teólogos, sino también en la comunidad de la Iglesia en general", y recomendaba que se debe seguir haciendo "investigación, discusión y oración".
Pero la ordenación de las mujeres no es la cuestión más apremiante para la mayoría de los católicos o incluso para la mayoría de las mujeres católicas. Las mujeres también sufren de discriminación y exclusión en la esfera secular en Estados Unidos y Europa, aunque esta discriminación y exclusión son mucho mayores en los países en desarrollo.
En todo el mundo, las mujeres y sus hijos constituyen el mayor porcentaje de personas que viven en la pobreza. Su preocupación principal no es que existan mujeres en el sacerdocio, sino la comida, la salud, la educación, y la seguridad. La preocupación genuina de Francisco por las vidas reales de los pobres y de los que sufren incluye con calidez a las mujeres.
El papa Francisco está incursionando en un nuevo territorio. No sé cómo el papa Gregorio 'El grande' vivió su entendimiento del papa como un sirviente de los sirvientes de Dios, pero es claro que Francisco se considera a sí mismo, líder de los que están comprometidos con el servicio.
Muchos analistas han observado su desapego a las trampas materiales de la jerarquía y la exclusión, desde zapatos Prada hasta el apartamento papal, y han comentado a favor de su compasión por los pobres con su deseo de llevar a todos los fieles a una vida de servicio. Francisco claramente se considera a sí mismo como un discípulo y desea establecer un ejemplo como lo hizo su tocayo, Francisco de Asís, quien dijo "prediquemos el evangelio utilizando palabras cuando sea necesario".
¿Impulsará el papa Francisco la discusión con respecto a la ordenación de las mujeres? Sospecho que no. Pero creo que su comportamiento hacia las personas o al menos hacia los más poderosos, actuando explícitamente sin juzgar, con amor y compasión en nombre de los más necesitados, muchos de los cuales son mujeres, "abrirá la puerta" a futuras conversaciones.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Alice L. Laffey.