OPINIÓN: Sinead no tenía por qué criticar públicamente a Miley Cyrus
Nota del editor: Peggy Drexler escribió los libros: Our Fathers, Ourselves: Daughters, Fathers, and the Changing American Family y Raising Boys Without Men. Es profesora asistente de Psicología en el Colegio de Medicina Weill de la Universidad de Cornell y fue experta en género para la Universidad de Stanford. Únete a su comunidad en Facebook y síguela en Twitter: @drpeggydrexler .
(CNN) — Es casi incomprensible cómo Sinead O'Connor no vio venir esto.
La semana pasada, la cantante irlandesa dirigió una carta abierta a Miley Cyrus, en la que brindó a la controvertida estrella pop algunos consejos de "amor duro" como: "No necesitas dejar que el negocio de la música te prostituya" , "ellos están allí por el dinero…" y "despide con gentileza a quien no se haya mostrado alarmado, porque no les importas".
Cyrus, ciertamente, parecía pedir esa clase de regaño… o advertencia. En las últimas semanas conmocionó al mundo con algunas gracias como su actuación sórdida e hipersexual en un programa de premios; un video musical en el que se balancea desnuda sobre una máquina de demolición y lame unos mazos, además de una sesión de fotos con Terry Richardson en la que aparece con un cigarrillo de marihuana y violándose con un traje de cuerpo entero de color rojo.
Oficial y desafortunadamente introdujo la palabra twerking en el lenguaje coloquial . A cambio la han llamado "vulgar", "un caos" y cosas peores. También recibió una atención inmensa, que, desde luego, era el objetivo de todo esto.
Recientemente, Cyrus dio una entrevista a la revista Rolling Stone y dijo que el video de Sinead O'Connor de la canción de 1990, Nothing Compares 2 U, la inspiró para el video de su nuevo sencillo, Wrecking Ball. Tal parece que O'Connor vio una oportunidad. Rápidamente publicó —"con un espíritu maternal y amoroso", según ella— una carta de 1,000 palabras en su sitio web y en su página de Facebook en la que decía a la joven artista por qué y cómo debía valorar su cuerpo, que es "para ti y para tu novio", y no para los líderes de la música que "se asolean en Antigua sobre los yates que compraron con lo que ganaron al vender tu cuerpo".
Sin embargo, al elegir compartir su consejo en un foro tan público, O'Connor probó efectivamente que los aspirantes a ser dueños de yates no son los únicos que quieren aprovecharse de Cyrus. Fácilmente pudo haber enviado a Cyrus una carta privada. Pero O'Connor decidió iniciar una deshonra muy pública.
Eso, claro está, provocó una respuesta agresiva y encendió una batalla de mujer a mujer que probablemente hará tanto daño a las jóvenes espectadoras como las críticas de O'Connor a la autoexplotación de Cyrus. Una vez más, tenemos un conflicto entre mujeres.
Cyrus reaccionó como lo haría una chica casi adolescente: instantánea y cruelmente. Comparó a O'Connor con la atormentada actriz Amanda Bynes y tuiteó unas imágenes de los mensajes que O'Connor publicó en Twitter hace dos años, relativos a su salud emocional. Luego dijo que estaba demasiado ocupada como para pelearse con O'Connor porque tenía que prepararse para una presentación en el programa Saturday Night Live.
O'Connor inmediatamente se mostró menos comprensiva con Cyrus, a quien horas antes consideraba una "víctima", y la amenazó con emprender acción legal si no ofrecía disculpas y eliminaba los tuits. Luego se burló de Cyrus de forma particularmente irónica en vista de los comentarios en su nota original: "Vales más que tu cuerpo o tu atractivo sexual" y "se debe valorar a las mujeres por muchas cosas más que por su sexualidad". Escribió que Cyrus "hoy podía tomarse cinco minutos entre cambios de tanga para ofrecer una disculpa pública".
Eso no quiere decir que O'Connor no tenga razón. Ella llamó a entablar un diálogo público sobre la forma en la que los ejecutivos de las disqueras manejan a las estrellas jóvenes y a cuestionar si en sus decisiones siempre toman en cuenta lo que es mejor para una estrella. Después de todo, ¿quién cuida a Miley? Sus padres no y ciertamente los hombres de su disquera tampoco, ya que hacen una tonelada de dinero a costa de ella.
Larry Rudolph —mejor conocido por ser el director de la carrera de Britney Spears— dirige el equipo de Cyrus y seguramente sabe que hay que pagar el precio cuando el montaje eclipsa al talento. Ese comportamiento tan escandaloso tiene fecha de caducidad, como lo han descubierto muchas jóvenes estrellas que existieron antes que Miley.
Así que podríamos darle a O'Connor el beneficio de la duda. Estaba preocupada por Cyrus y pensó que, de alguna forma, el insultarla en un foro público era la forma más rápida y directa de contactarla. Pero al asumir que Cyrus no tiene el control —o al insinuarle a Cyrus que ella no estaba a cargo— y al invitar a un público mundial a atestiguar la denigración, O'Connor se buscó un pleito a pulso. Y lo consiguió.
La carta pudo haber sido el mejor consejo y el más honesto que Cyrus haya recibido, pero la forma en la que se entregó —y la intención— también importa. Además, O'Connor no lo hizo solo por Cyrus, ¿o sí?
Para los fans de Cyrus, lo mejor que pueden hacer es concentrarse en la música. Tal vez Cyrus no sea un buen ejemplo en este momento, pero si no esperan de ella más que unas melodías pegajosas, habrá menos probabilidades de que los decepcione.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Peggy Drexler.