Tres historias que reflejan a México

México es un país con mucha fuerza, pero con grandes desigualdades, dice Elena Poniatowska; todos tenemos mucho que ver en la pésima distribución de la riqueza, asegura la escritora.
poniatowska

Tres pequeñas historias reflejan al México actual y se refieren a cuatro niños. La primera es la de una niña de San Martín Texmelucan, Puebla, que faltaba a la escuela continuamente y cuando le pidieron la razón respondió: "¿Para qué voy, si voy a seguir comiendo frijoles?"

La segunda es un niño del norte, concretamente de Ciudad Juárez, a quién su madre le anunció: "Murió tu abuelita". "¿Cuándo la ejecutaron?", fue su pregunta.

La tercera es la de dos niñas hijas de un cuidador de una casa de campo en Tequisquiapan que presumían muy orgullosas la gran casa que cuidaba su papá el portero. "Bueno -le explicaron a la fotógrafa Rosa Nissan- nosotras no somos las meras patronas, pero ¿verdad que está bonita?"

Para que el relato de vida de los cuatro niños sea distinto, México necesita

de la educación, el del cese de la guerra contra el narcotráfico, el que cubra el abismo entre las clases sociales de nuestro país. Y que los descalzos, los que usan guaraches,
, los que no hablan español, los que duermen en un petate, los que cortan los árboles, los que siembran los árboles, los que van por la leña y hacen su luz con un ocote, ya no sean los perdedores a los que les caen toneladas de lodo, de agua, de hambre.

Suele decirse que en la cárcel y en la guerra no se puede mentir. México, en este momento, vive ambas circunstancias: en

, en la cárcel de la pésima educación que reciben los jóvenes mexicanos y en la total falta de oportunidades.

De todos los países de América Latina

. Podríamos considerarnos el caldo primigenio del continente. Por alguna razón, aquí en nuestra tierra, se encuentra el origen de la vida en la Laguna de Cuatro Ciénegas.

Propondría, a mis 81 años entrados a 82, que México fuera un país en el que se diga la  verdad. 

Todos tenemos una responsabilidad social y todos tenemos que ver en la pésima distribución de la riqueza.

Guillermo Haro, el fundador de la astronomía moderna en México, contaba que un campesino le avisó a su hacendado:

-Señor, en la puerta lo busca un señor.

-¿Un señor como tú o como yo?

Cuando todos seamos los mismos señores, los que saben crecer y transformarse, los que miran derecho a los demás y los asumen, seguramente podremos decir, aunque parezca un sueño guajiro, lo mismo que dijo el poeta Carlos Pellicer:

 "Aquí no suceden cosas

  de mayor trascendencia que las rosas".     

*Este texto fue leído por la autora en la gala de reconocimiento de la revista Quién a los

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