OPINIÓN: Incluso Lady Gaga sabe que la marihuana no es inofensiva
Nota del editor: William J. Bennett es autor del libro The Book of Man: Readings on the Path to Manhood. Fue secretario de Educación de Estados Unidos entre 1985 y 1988 y dirigió la Oficina de Políticas Nacionales para el Control de las Drogas durante la presidencia de George H.W. Bush.
(CNN) — El expresidente de Estados Unidos, George H.W. Bush, me designó como el primer director de políticas nacionales para el control de las drogas —o "zar antidrogas"— en 1989. Peleamos muchas batallas, la mayor de ellas la epidemia de cocaína que se esparció desde las junglas de Colombia hasta las calles de Estados Unidos. Ejecutamos un ataque total contra las drogas a través de la aplicación firme de leyes y la educación pública. A diferencia de lo que dicen los críticos de la "guerra contra las drogas", el consumo de drogas y las adicciones se redujeron en todo el país.
El tema de la legalización de la marihuana fue mucho menos prominente de lo que es ahora, aunque en ese entonces algunas personas afirmaban que deberíamos experimentar con la legalización. Les dije que no ocurriría conmigo a cargo: el costo social sería demasiado alto.
Si no quieres creerme cuando digo que la marihuana es dañina, tal vez le creas a Lady Gaga.
Durante una entrevista reciente, la famosa estrella del pop reconoció que tenía una fuerte adicción a la marihuana. "He sido adicta a ella y a final de cuentas se relaciona con el manejo de la ansiedad y es una forma de automedicación; yo fumaba hasta 15 o 20 cigarros de marihuana al día, nada de tabaco", dijo. "Vivía en un plano psicodélico totalmente diferente, me aturdía completamente".
Lady Gaga dijo que hizo estas revelaciones para derribar el mito de que la marihuana es una planta inofensiva. "Solo quiero que los jóvenes sepan que realmente puedes hacerte adicto. Existe esta sensación de que no puedes y eso no es cierto".
Actualmente se lleva a cabo un experimento sobre la marihuana legal para consumo de los adultos en Colorado e iniciará otro más en Washington. El ministro de la Suprema Corte, Louis Brandeis, señaló alguna vez que en nuestra república democrática, los estados son los laboratorios de la democracia. Ahora tenemos unos cuantos laboratorios y ya veremos qué pasa .
Pero, como en cualquier debate público, tenemos que escuchar a todas las partes. Hasta ahora, los defensores de la legalización de la marihuana han dominado la arena pública y ciertamente ha surtido efecto. Según una nueva encuesta de CNN, la mayoría de los estadounidenses apoya la legalización de la marihuana . Pero, ¿dónde están las voces de los heridos? ¿Dónde está la indignación de las familias que han salido lastimadas?
Sabemos que están allí. Más estadounidenses son internados en centros de tratamiento por consumo de marihuana que por el de cualquier otra droga ilegal.
He hablado con padres de todo el país que han perdido a sus hijos a causa del abuso de drogas, no solo de marihuana, aunque en muchos casos fue la droga de entrada o parte de su mezcla mortal de drogas. La gente ha resultado profundamente herida a causa de accidentes relacionados con drogas o ha gastado miles de dólares en rehabilitación. Necesitamos escucharlos.
Durante mi periodo como zar antidrogas, viajé a más de 120 comunidades para ver en persona el impacto de las drogas ilegales. En una de esas ocasiones visité Boston para participar en unos operativos antidrogas en algunos de los vecindarios más fracturados y peligrosos. Ningún padre o líder comunitario defendió la legalización o la flexibilización de las restricciones a las drogas en alguna de esas visitas, sino que querían que se confiscaran las drogas y que encerraran a los traficantes. Sabían que las drogas habían dañado a sus niños y a sus comunidades.
Esa misma tarde se llevó a cabo una discusión sobre drogas y aplicación de la ley en la Universidad de Harvard. Allí escuché a montones de académicos que argumentaban a favor de la legalización o despenalización de las drogas.
Para quienes pertenecen a la clase media y alta y viven en zonas con bajos índices de crímenes y violencia, estar dispuestos a experimentar con la legalización de las drogas es difícilmente un ejercicio de rigor intelectual. Viven muy lejos de la realidad del tráfico de drogas. Pero si viajaran al núcleo, a los barrios bajos y a los conjuntos habitacionales que están bajo el control de los implacables narcotraficantes, estos intelectuales tal vez reconsiderarían su postura.
Es un mito que la marihuana, al no ser tan dañina como la cocaína, la heroína o alguna otra droga ilegal, sea menos peligrosa o lo suficientemente segura como para permitir su legalización. Los opositores afirman que la marihuana no ha asolado a las comunidades o que la droga en sí no tiene la culpa.
Pero eso no es cierto. Ha asolado a la comunidad juvenil.
La marihuana es la droga de mayor consumo en Estados Unidos, especialmente entre los jóvenes. Según la Encuesta Nacional sobre el Consumo de Drogas y la Salud de 2012, "de las siete millones 300,000 personas de 12 años o más que presentaron una dependencia o abuso de drogas ilícitas en 2012, cuatro millones 300,000 presentaron dependencia o abuso de marihuana", por lo que la marihuana es la droga a la que mayor cantidad de personas tiene dependencia o abuso.
La comunidad médica ha advertido sobre los riesgos.
En un estudio realizado recientemente la Universidad Northwestern, se descubrió que quienes consumen marihuana presentan una estructura cerebral anormal y mala memoria; el abuso crónico de la marihuana puede causar cambios en el cerebro parecidos a los que provoca la esquizofrenia. En el estudio también se reportó que entre más joven se sea al empezar a consumir la marihuana, los efectos serán peores.
En su propio reporte en contra de la legalización de la marihuana, la Asociación Médica Estadounidense señaló: "El consumo abundante de cannabis durante la adolescencia provoca impedimentos persistentes en el desempeño neurocognoscitivo y en el coeficiente intelectual; el consumo está relacionado con el aumento en los índices de ansiedad, trastornos del ánimo y pensamientos psicóticos".
El país no puede darse el lujo de hacer un experimento costoso con las drogas. Al tiempo que entablamos un debate nacional para reducir los costos de los servicios de salud y el desempeño educativo, la legalización de la marihuana obstaculizará esas misiones vitales.
Esperaremos para ver qué deparan los experimentos en Colorado y Washington, pero creo que después de unos años veremos un drástico aumento en el consumo de marihuana, incluso entre los adolescentes. Los estados se arrepentirán de sus decisiones.
Como dijo el difunto y gran politólogo James Q. Wilson: "El problema medular con la legalización de las drogas es que incrementará su consumo", y todos sus daños inherentes.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a William Bennett.