OPINIÓN: ¿Llegó la hora de reconsiderar el papel de las primeras damas?
Nota del editor: Olivia Snaije es periodista independiente y editora; ha vivido intermitentemente en París desde su niñez.
(CNN) — Durante la semana siguiente a las revelaciones sobre el supuesto romance del presidente de Francia, Francois Hollande, con la actriz Julie Gayet , se puso de relieve la necesidad de que en ese país sea rectificado —o eliminado— el estatus de primera dama, que hasta ahora ha sido ambiguo.
Durante una conferencia de prensa celebrada la semana pasada en el Palacio del Elíseo, Hollande no confirmó ni negó los reportes sobre el romance, pero reconoció que él y la primera dama de Francia pasaban por "momentos dolorosos".
El término "primera dama" probablemente surgió en el siglo XIX en Estados Unidos, en donde ella tiene un estatus legal como funcionaria de facto y cuenta con presupuesto y personal propios. Sin embargo, en Francia la primera dama no tiene un estatus legal a pesar de que usualmente tiene su propia oficina y un pequeño equipo cuyo salario proviene del erario.
"Definitivamente no debería haber un estatus oficial", dijo Armelle Le Bras-Chopard, profesora de Ciencias Políticas y autora del libro Prèmiere Dame, second rôle (Primera dama, rol secundario). "Si hubiera un estatus, ¿cuáles serían sus funciones? En su mayoría son arcaicas y tradicionales".
Las primeras damas del resto de Europa no están en primer plano y no hacen campaña con su pareja. "Hablamos de dos culturas diferentes", dijo Le Bras-Chopard. "En Estados Unidos, los candidatos presidenciales varones siempre están casados y sus esposas participan en la campaña. Una vez electos, sus esposas, los hijos y el perro están a la vista".
"Deberíamos inspirarnos en el modelo del norte de Europa, en el que cada persona sigue con su propia vida", señaló Anne Hidalgo, candidata socialista que hace campaña por la alcaldía de París. "Cuando un presidente queda electo, uno no vota por una pareja. Yo voto por una persona, no por su familia".
Petra Gustafsson, vocera de la embajada de Suecia en París, confirmó que la esposa del primer ministro de Suecia casi siempre está ausente en todos los eventos (la pareja se divorció recientemente) y que el rol de primera dama es "algo característico de la sociedad estadounidense ", aunque la monarquía constitucional de Suecia ofrece al público la figura de una primera dama a través de la reina.
En Alemania, Angela Merkel es la jefa del gobierno, no la jefa de Estado ; aunque su esposo, Joachim Sauer no ostenta algún rol ceremonial, asume un papel inusualmente secundario. "Miren al esposo de Merkel. Nadie lo ha criticado nunca por no acompañarla en sus visitas oficiales", comentó Le Bras-Chopard. "No revisa que las flores estén bien acomodadas en las mesas cuando hay eventos oficiales".
Sin embargo, en Francia el rol de la primera dama se ha vuelto cada vez más ilustre. La exesposa del expresidente Nicolas Sarkozy, Cécilia, dirigió su campaña electoral; su actual pareja, Carla Bruni-Sarkozy ya era un personaje público debido a su actuación como cantante y modelo; la pareja del presidente Hollande, Valérie Trierweiler, es periodista y asumió su rol indefinido bajo el intenso escrutinio de los medios.
La situación de Trierweiler es aún más compleja debido a que la pareja no está casada. Aquí yace la ambigüedad en Francia, un Estado moderno que eliminó la monarquía hace más de 220 años.
El cónyuge o pareja del presidente es un personaje sumamente público, probablemente más que en otro país europeo. Sin embargo, la idea de que una mujer deje su carrera para volverse la primera dama es cada vez menos aceptable.
La abogada francesa, Muriel Kahn Herrmann personifica esta contradicción. "Para mí, personalmente, no tiene la menor importancia que el presidente tenga cónyuge. Votaría por un presidente soltero o gay. Pero en realidad, nos guste o no, la primera dama es inevitable, existe y por lo tanto deberíamos legalizar la situación y detallar sus funciones".
Cécilia Attias, quien fue la primera dama durante cinco meses hasta que se divorció de Nicolas Sarkozy y publicó recientemente su autobiografía, pidió la semana pasada que sea aclarado el estatus de primera dama. Sin embargo, dijo —y Kahn Herrmann coincidió— que una vez definido el rol, cada mujer debería poder decidir si quiere dejar su carrera o no".
Sin embargo, Le Bras-Chopard hace eco de lo que expresan cada vez más hombres y mujeres en Francia: "En vez de cristalizar una tradición, tenemos que ver las cosas de modo diferente. Actualmente las mujeres existen por derecho propio. Se vuelven públicas solo por tener una relación privada. La solución en esta época es que ya no exista una primera dama".
La situación en Francia ha iniciado un debate más amplio: en las sociedades en las que el divorcio y las sociedades de convivencia son cada vez más frecuentes y en el que inevitablemente habrá un jefe de Estado gay, hombre o mujer, el concepto de "primer cónyuge" parece cada vez más anacrónico.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Olivia Snaije.