OPINIÓN: Michoacán y las autodefensas, ¿la gobernabilidad está en el aire?
Nota del Editor: Raúl Benítez es investigador del Centro de Investigaciones sobre América del Norte, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
(CNNMéxico) — Me parece inédito que en México —y muchas partes del mundo— la población se organice de forma armada para enfrentar a grupos criminales bien organizados.
Considero que los llamados grupos de autodefensa tomaron por sorpresa a todos: al gobierno federal mexicano; a los Caballeros Templarios, un grupo criminal que pasó del narcotráfico a extorsionar a la población, secuestrar a las hijas de los campesinos, y a cobrar impuestos de forma permanente a los comerciantes y agricultores; y también sorprendió a la opinión pública mexicana y en general a los analistas políticos y la prensa.
Surgieron de forma secreta y sigilosa para no ser detectados desde 2012 . Aparecieron desde febrero de 2013, dos meses después de que el nuevo gobierno de Enrique Peña Nieto declarara que iba a lanzar una nueva estrategia, y fueron ampliando su radio de acción y de simpatizantes en toda la región llamada de Tierra Caliente. En enero de 2014 decidieron pasar a una ofensiva armada contra los Templarios, que va cobrando notoriedad y apoyo en su capacidad de convocatoria popular, y los que en su momento fueron sus verdugos —los Templarios—, ahora se esconden, no dan la cara y huyen.
Las autodefensas desafían al llamado estado de derecho y el monopolio legítimo de la fuerza. Pero se sustentan en un amplio apoyo de la gran mayoría de los pobladores de pueblos en los municipios ricos en cultivos de aguacate, limón, en ganado y también en el cultivo de marihuana.
En el escenario actual, me parece que hay tres fuerzas armadas en esa entidad: las criminales, en desbandada; las oficiales, centradas en el Ejército, la Policía Federal y la Armada de México; y las autodefensas. Durante 2013, las autoridades señalaron que las autodefensas debían desarmarse por la ilegalidad de sus actos. Sus dirigentes señalaron que su único enemigo eran los Templarios y actuaban por la inacción y corrupción del gobierno, policías y jueces.
Pero ahora el gobierno cambió de opinión, negocia con sus líderes y les ofrece incorporarse con sus propias armas a las llamadas Defensas Rurales, cuerpo militar existente desde la época de Benito Juárez, hace más de 140 años, y que son una especie de milicias campesinas acompañando al Ejército en sus labores de patrullaje. Estaban al borde de la extinción, y se les revive para abrirles espacio a los grupos de autodefensa en Michoacán.
De estas tres fuerzas, dos hacen una alianza para dar la ofensiva final a los Caballeros Templarios. Las autodefensas no confían en el gobierno pero le dan un voto de confianza . El gobierno los reconoce para implementar una operación de intervención federal, desaparición fáctica de los poderes estatales y municipales y sumarlos —o sumarse— a la persecución implacable de los criminales.
El gran dilema es que en muchas partes del mundo las milicias campesinas, grupos paramilitares, grupos vigilantes, policías comunitarias —como se les quiera llamar—, se han vuelto poderes paralelos que hacen justicia por propia mano y "feudalizan" zonas completas del campo. Eso debe evitarse, pero a la vez su reclamo de justicia es urgente y por eso se les tolera y hasta se les acompaña en su empresa anticriminal.
Un hecho es que el gobierno no había encontrado una estrategia para golpear a los grupos criminales, y ahora las autodefensas demuestran que sí pueden. Se les trata de asimilar, por lo que el 27 de enero firmaron el Acuerdo de Tepalcatepec, que tiene 8 puntos donde se les institucionaliza en las Defensas Rurales, pero se les respeta la portación de las armas, singular compromiso —y a la vez extraño, considero—.
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Las autodefensas, poco a poco, pasaron de una forma novedosa de organización anticrimen , a una policía comunitaria vigilante con población armada acompañada por el Ejército. Espero que esta estrategia funcione, que por fin se desenrede el acertijo y que los criminales logren ser sometidos, y que después de logrado su objetivo de acabar con los Templarios, se institucionalicen y se conviertan en Policías Municipales.
Sus líderes se han vuelto populares y muy probablemente, el próximo año, los veremos ocupando los cargos principales en las Presidencias Municipales.
De lo contrario, podrá descomponerse la situación y aparecerá una sangrienta guerra de guerrillas entre las partes enfrentadas de los pueblos michoacanos, unos, criminales, y otros buscando la justicia por su cuenta. Ojalá que el gobierno deje ser espectador y pase también a la ofensiva, con los medios de la justicia, la política y la fuerza legal. Eso esperan todos los michoacanos y mexicanos: eficacia.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Raúl Benítez.