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OPINIÓN: Alec Baldwin, todavía puedes dar la pelea a los 'paparazzi'

Las celebridades tienen un poder único que no han sabido usar para exponer lo groseros y entrometidos que son estos fotógrafos
jue 27 febrero 2014 09:52 AM
alec baldwin
alec baldwin actor alec baldwin

Nota del editor: David R. Wheeler vive en Kentucky; es escritor independiente y profesor de Periodismo en la Universidad Asbury. Síguelo en Twitter: @David_R_Wheeler .

(CNN) — A través del tiempo, las celebridades han elegido diversas formas para lidiar con los medios que cada vez son más entrometidos.

Entre sus métodos han estado las demandas (Jacqueline Kennedy), los golpes (Marlon Brando) y cubrirse la cabeza con una bolsa (Shia LeBeouf).

Sin embargo, el mecanismo de Alec Baldwin inicia un nuevo episodio en la guerra con los paparazzi. Luego de que TMZ, el sitio de chismes sobre famosos, publicara un material visual en el que Baldwin le grita obscenidades a un agresivo camarógrafo (no tiene sonido pero tal vez hubo —tal vez no— algún insulto antigay), Baldwin publicó un amargo ensayo en la revista New York, titulado: Goodbye to public life (adiós a la vida pública) .

Antes de perder permanentemente a otras celebridades cuando parten hacia sus escondites secretos, habría que considerar una forma de defenderse de los paparazzi. De hecho, Baldwin estuvo a punto de descubrir una nueva arma, solo que no se dio cuenta.

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Al leer por primera vez la larga crítica de Baldwin, tal vez hayas pasado por alto la solución (después de todo, el escrito es bastante largo y a veces cansa). Sin embargo, la respuesta está justo frente a nosotros. De hecho está justo a la vista de todos, todos los días. Baldwin escribió: "Todo el mundo trae una cámara en el bolsillo". No solo los paparazzi del mundo, sino todas las personas comunes que buscan la oportunidad de avergonzar a una celebridad . Esta clase de mundo es demasiado para Baldwin, quien es propenso a perder los estribos.

Si las cámaras son pequeñas, baratas y están en todas partes, ¿por qué no usarlas para tu beneficio? ¿Por qué no llevar una cuando salgas y así te aseguras de que el público vea siempre tu lado de la historia? "Te ponen trampas", escribió Baldwin en su despedida. "Puedes decir que quieren provocarte. Algunos chocan conmigo u obstruyen la entrada de mi departamento…". Exacto. Entonces, ¿por qué no atraparlos con las manos en la masa?

¿Suena demasiado complicado? Tal vez. Pero si eres rico como Baldwin, ¿por qué no contratas a alguien para que te siga por todas partes y registre tu vida mientras ocurre? Haz tu vida cotidiana, pero lleva a un fotógrafo de confianza y bien pagado que documente lo groseros, entrometidos y agresivos que pueden ser los perseguidores de celebridades.

¿Sigue pareciendo poco razonable? Acaba de surgir otra solución. Puedes registrar tus interacciones diarias con una cámara insertada en tus anteojos. Si quieres mostrarle al mundo lo que ocurrió realmente con ese fotógrafo patán, simplemente sube el material que registraron tus Google Glass . Como lo reportó el diario USA Today a principios de febrero, los departamentos de policía están equipando a sus agentes con esta clase de cámaras para proteger tanto a la policía como a los ciudadanos de las acusaciones injustas.

Todo esto podría parecer extremo. ¿Por qué las celebridades deberían llegar a esto para protegerse? Tal vez sea muy problemático, pero ¿no es mejor eso a que te humillen repetidamente con arranques fuera de contexto? ¿No es mejor que retirarte de un trabajo que amas y vivir como ermitaño el resto de tu vida? Baldwin señaló en su diatriba: "Estás en un mundo en el que si cometes un error, el eco se escucha para siempre en una barranca digital".

Cierto, pero no será así si puedes demostrar tu lado de la historia.

Tal vez sea demasiado tarde para Baldwin, pero no para otras celebridades. No desaparezcan de la vida pública solo para perjudicar a los paparazzi. Si lo hacen, los sitios de chismes ganarán. Es hora de recurrir a una solución del siglo XXI. Es hora de combatir las fotos con fotos.

Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a David R. Wheeler.

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