OPINIÓN: Entre McDonald's y banderas rusas, Crimea decide su futuro
Nota del editor: El productor Alex Felton ha estado con Anna Coren y el camarógrafo Clayton Nagel en Crimea durante las últimas dos semanas, desde que las tropas rusas iniciaron su movilización
SEBASTOPOL, CRIMEA (CNN)— Mientras espero en la fila, mirando hacia abajo en las notas que tomé en mi iPhone para recordar con exactitud la orden - dos hamburguesas para nuestro ingeniero y camarógrafo - podría estar en cualquier McDonalds del mundo.
Los arcos color amarillo, el familiar símbolo rojo con Ronald McDonald mirándome fijamente y el menú que no cambia sin importar la parte del mundo en la que estés, tras el largo brazo de la globalización corporativa estadounidense. Este restaurante ciertamente es un testimonio de ello.
Sin embargo esto no es Nueva York, tampoco Londres.
Es Crimea.
Con un par de automóviles Mercedes estacionados en la acera dando a la tienda Apple de la ciudad, este McDonalds en particular está haciendo un gran negocio la tarde de este viernes.
Solo estamos a dos días para que la gente de la región vaya a las urnas y vote si se quedará como parte de Ucrania o se unirá a Rusia. El referéndum se realizará este domingo .
Por lo que hemos visto aquí, esto será simbólico. Por lo que podemos ver, la mayoría de la población prefiere mirar hacia Moscú que hacia Kiev y la bandera azul y roja de Rusia ya ondea en las calles.
A nuestro equipo se le pidió venir al puerto de Sebastopol después de pasar una semana en el corazón de la capital de Crimea, Simferopol, esquivando a cosacos con sus látigos, hombres con más de una bocanada de vodka en su aliento y soldados rusos que llevan pasamontañas y armas AK47.
Situado en el Mar Negro, Sebastopol es una ciudad de fiesta, más bonita que la capital.
Lujosos yates se encuentran en el muelle, junto a destructores rusos. Hay muchos clubes nocturnos y bares. De hecho, la plaza principal ha tenido conciertos cada noche en los últimos siete días para celebrar el regreso a la Madre Patria.
Al contrario de lo que dicen los ministros de relaciones exteriores en sus cuentas de Twitter y lo que el Departamento de Estado estadounidense informa durante las conferencias de prensa en Washington, la mayoría de la gente con la que hemos estado hablando aquí está feliz de que el oso ruso se haya despertado. Y están felices de rugir junto a él.
Quiero decir, a sus ojos con la cantidad de propaganda, los cárteles con esvásticas marcadas en el mapa de Ucrania y rumores de terroristas en Kiev, ¿quién no querría ser ruso? A sus ojos es eso, o convertirse en nazi.
La plaza principal se llena cada que es la hora del almuerzo con cosacos, banderas rusas y milicias pro rusas con sus insignias rojas, vestidos completamente de negro.
La música me recuerda los antiguos filmes de propaganda soviética y estos hombres me recuerdan mis lecciones de historia cuando aprendía sobre los camisa café del servicio secreto de Adolfo Hitler durante la década de 1930.
La ironía no se pierde cuando estos hombres corean “Putin, Putin, Putin” y llaman a quienes protestaron en la plaza Maidan fascistas, lo que parece muy similar a los fascistas reales que aparecían en mis libros de historia.
Cualquier disidencia aquí fue erradicada.
Hemos estado en esta ciudad por una semana y no he visto una sola bandera ucraniana además de los buques de guerra ucranianos que se encuentran en el puerto. Es demasiado peligroso levantar la voz para cualquier persona que apoye a Ucrania.
Las noticias de abducciones y secuestros son cosa de todos los días, y mientras cenábamos anoche, tuvimos que dar nuestros datos a los oficiales de policía ucranianos que nos detuvieron por menos de una hora. Estos oficiales eran supervisados de cerca por su nuevo jefe ruso.
Un oficial vestido de civil de la FSB (policía secreta rusa) se asegura de que la policía local monitoree los movimientos de los periodistas occidentales apropiadamente. Un “lo siento” nos fue pronunciado después de que terminaran de tomar los datos de nuestros pasaportes.
No importa que la generación más vieja cante el nombre del presidente, hay una burbuja bajo la superficie. La mayoría de los jóvenes creció como ucraniano, nunca bajo el ojo vigilante de Moscú y no están muy satisfechos.
Cada vez que les preguntamos qué opinan, simplemente suspiran y preguntan ¿qué podemos hacer? Y hablan de tal vez algún día irse a Kiev.
Así que el resultado del referéndum del domingo será uno solo. Habrá muchas preguntas en las boletas de votación, pero solo una respuesta. Y estará escrita en cirílico (una variante del alfabeto ruso).
Sin embargo, el lunes antes de irnos de Crimea y tomar nuestro vuelo de regreso a Londres, vía Moscú estoy seguro de que miraré alrededor y veré un restaurante lleno con las mismas caras ucranianas, pagando sus comidas con la moneda ucraniana, con una Big Mac en la mano y una bandera rusa en la otra.