OPINIÓN: El legado de Octavio Paz que brilla a la espera de ser revisitado
Nota del Editor: Nubia Macías es directora general de Grupo Planeta para México, Estados Unidos y Centroamérica.
(CNN) – "¿Qué lugar tiene el amor en un mundo como el nuestro?”, se preguntaba hace dos décadas Octavio Paz, cuando escribía La llama doble y era ya un hombre en el ocaso de su vida. En estos días, México y todo Iberoamérica celebra el primer siglo del nacimiento de una de las mentes más lúcidas que han dado las letras mexicanas. Su voz se apagó hace catorce años, pero el fulgor de sus palabras y de sus preguntas, ilumina como a todo aquel que visita sus páginas.
Entre las muchas ceremonias y recordatorios que la figura de Paz tendrá en estas semanas, este renovado protagonismo del poeta es la oportunidad para volver a meternos en las páginas de sus libros, de releerlo, reencontrarlo, y de acercarlo a una nueva generación de lectores. Esos lectores para quien Octavio Paz ha sido siempre una figura de bronce, rehén entre las páginas de las revistas y los libros para iniciados.
Lograr que los lectores se acerquen a él, que le den vuelta a sus versos y sus palabras, que vean que fue humano como todos y visionario como pocos. "Olas de sombra/mojan mi pensamiento/- y no lo apagan", predijo en 1955. Hoy su legado brilla a la espera de ser revisitado.
Octavio Paz. Este escritor hoy tan celebrado y leído por tan pocos. Ese señor que en su nombre lleva el anhelo de nuestro país. Él era un hombre que creyó profundamente en el poder transformador de la palabra, en la dimensión política del verbo, una idea que estuvo siempre presente en su poesía y que hoy tanta falta nos hace: " ̶ ¿la vida, cuando fue de veras nuestra?, ¿cuándo somos de veras lo que somos?, bien mirado no somos, nunca somos a solas sino vértigo y vacío, muecas en el espejo, hierro y vómito, nunca la vida es nuestra, es de los otros, la vida de no es de nadie, todos somos la vida ̶ pan de sol para los otros, los otros todos que nosotros somos-, soy otro cuando soy, los actos míos son más míos si son también de todos, para que pueda ser he de ser otro, salir de mí, buscarme entre los otros"…
Paz, Octavio Paz. El poeta que, se sorprenderán los más jóvenes habituados como están a las fotos oficiales, al blanco y negro que tiñe la figura de gigante de las letras, le cantó al amor con un incendio que quemaba las páginas:
"Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos olas
y la noche es océano.
Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos piedras
y la noche desierto.
Dos cuerpos frente a frente
son a veces navajas
y la noche relámpago.
Dos cuerpos frente a frente
son dos astros que caen
en un cielo vacío".
Escribir sobre Paz es, sin duda, una osadía siempre y más en esta semana, cuando correrán ríos de tinta sobre él. Yo lo he conocido solo como lectora, y como lectora es como me ha tocado y transformado. Las palabras de Paz describen el mundo, la vida, el tiempo, el amor, lo que somos, lo que fuimos, lo que anhelamos ser. Hay que leer a Paz, buscarlo, disfrutarlo, ser sus cómplices y ayudarlo a conjurar la fatalidad del tiempo:
"Soy hombre: duro poco
y es enorme la noche.
Pero miro hacia arriba:
las estrellas escriben.
Sin entender comprendo:
también soy escritura
y en este mismo instante
alguien me deletrea".
Los poemas citados pertenecen al libro Lo mejor de Octavio Paz. El fuego de cada día, de Seix Barral.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Nubia Macías Navarro.