OPINIÓN: Este planeta tiene límites
Nota del editor: Carl Safina es científico y escritor premiado, es presidente fundador del Instituto Blue Ocean en la Universidad de Stony Brook y conduce la serie de la televisora estadounidense PBS, Saving the Ocean with Carl Safina.
(CNN) — Cuando tenía veintitantos años, mi novia me sorprendió al decir que no teníamos que preocuparnos por la sobrepoblación porque la tecnología garantizaría que siempre tendríamos lo que necesitáramos. Claro que los economistas han dicho esto desde hace décadas.
Y claro que miles de millones de personas actualmente carecen de lo que necesitan.
Como la gente como mi exnovia y los economistas presuponen que el crecimiento económico ilimitado es necesario y también creen que es deseable que la población aumente en algunos miles de millones de personas, me gustaría compartir algunas de mis reflexiones sobre esa clase de personas a las que llamo crecimientófilos.
¿Por qué los crecimientófilos creen que deberíamos agregar miles de millones de humanos al mundo? ¿Quieren más consumidores? ¿Se trata acaso de algo más profundo, más grande, algo multiplicado en términos de productividad? ¿Es la suma de todo lo anterior? Sin importar cuál sea su incentivo, es irracional ansiar compulsivamente que no haya límites al crecimiento económico y poblacional. Un planeta finito tiene límites.
La ONU espera que la población alcance los 9,600 millones de personas para mediados del siglo; eso equivale a sumar la población de China dos veces. Eso me preocupa. No obstante, en el Wall Street Journal del sábado 26 de abril, Matt Ridley manifestó estos puntos de vista con la intención de disipar nuestras dudas: "No hay límites porque podemos inventar formas de hacer más con menos". No se da cuenta de que esta misma afirmación socava su premisa. Si no hay límites, ¿para qué querríamos hacer más con menos?
Prosiguió: "el petróleo y el gas… se agotarán algún día, pero solo en el sentido de que el Océano Atlántico se terminará algún día si partes en un bote de remos desde algún puerto en Irlanda. Es probable que dejes de remar mucho antes de que llegues a Newfoundland, así que tal vez encontremos sustitutos baratos para los combustibles fósiles mucho antes de que se agoten".
¿Se puede pensar con mayor incoherencia sobre temas de tal importancia? Además, como marinero debo señalar, aunque sea por seguridad, que un bote de remos es una embarcación frágil y vulnerable en altamar.
Otro punto ciego en la noción del crecimiento ilimitado es que otras especies también tienen que vivir aquí, con nosotros. Sin embargo, el resto de las criaturas pagan el precio de nuestro crecimiento. La población de peces, anfibios, mamíferos, reptiles y aves decrece en todo el mundo. El ritmo de extinción de las especies es mil veces mayor al natural, es decir, el ritmo al que se extinguirían si no hubiera humanos.
América del Norte y su búsqueda del crecimiento borraron las praderas, exterminaron a las aves más abundantes del continente y marginaron a muchos mamíferos. En África, el crecimiento poblacional ilimitado provocará la pérdida de elefantes, simios y felinos en estado silvestre, paisajes naturales y ríos. Eso ocurre cuando las granjas y las ciudades sustituyen a las planicies y a los bosques .
¿El arar las tierras en África como lo hicimos en las Grandes Planicies de Estados Unidos resolverá los problemas de África? Los alimentos no son el único problema de África. Las presas que el gobierno etíope ha planeado amenazan a su mismo pueblo y a los kenianos que dependen del lago Turkana para alimentarse y obtener agua. La competencia y el conflicto siempre acechan a la humanidad; entre más humanos haya, más crecen las tensiones.
Como en todos los continentes, aunque África se concentre en el crecimiento seguirá habiendo pobreza, hambre y conflicto. Es mejor concentrarse en reducir la pobreza, el hambre y el conflicto.
Los crecimientófilos coinciden conmigo en que es genial que ahora los agricultores puedan cultivar más alimentos en una superficie menor, pero disentimos radicalmente en la razón. El cultivar alimentos con mayor eficiencia puede solucionar el problema del hambre y la necesidad de devolver el espacio a los animales que lo necesitan… si la población dejara de crecer.
Sin embargo, la gente que no quiere límites quiere más alimentos para alimentar más bocas. Eso provoca que la civilización corra cada vez más rápido para mantener el ritmo en un ciclo interminable. Eso significa que el cultivo eficiente no sirve de nada. Eso significa que la mayor producción de alimentos no acabará con el hambre.
La Revolución Verde resolvió el problema de la producción alimentaria de su época. No puso fin al hambre porque no logramos la revolución que se necesitaba en la planeación familiar. Si hubiéramos persistido en alcanzar el objetivo principal —estabilizar la población— el mundo entero habría alcanzado el punto exacto en términos de nutrición, salud y seguridad.
Lo que obtuvimos fueron miles de millones de personas más y, en consecuencia, más personas que viven con hambre y en la pobreza. El tener una tecnología más eficiente y menos gente podría ayudar. Pero el tener más gente elimina los beneficios de la eficiencia de la tecnología.
Nos han obligado a buscar una mayor eficiencia precisamente porque estamos a punto de agotar nuestros recursos. Hubo una época en la que el petróleo brotaba del suelo en Pennsylvania. La gente lo recogía, ni siquiera tenían que excavar. Hace una década no se consideraba que la técnica de la fractura hidráulica (fracking) para extraer el gas de esquisto fuera viable porque es difícil y costosa. Los economistas y los crecimientófilos dicen: "Miren, no nos hemos acabado porque la tecnología nos salva". Pues miren: el fracking es un síntoma de que estamos llegando al límite. La tecnología se ve obligada a seguir el ritmo al que nos estamos agotando. El que aún tengas algunos cheques no quiere decir que no vayas a quedar en bancarrota.
El fracking representa la postergación del cambio a las energías limpias mientras el planeta se calienta y los océanos se acidifican. ¿No deberíamos ocuparnos en lo que se necesitará después?
La tecnología digital nos ahorra tiempo. No salva elefantes ni simios, leones, tigres, osos, águilas, salmones, ríos, orquídeas, bosques, jirafas, pandas, arrecifes de coral ni tortugas. El crecimiento poblacional condena a los animales que pintamos en los muros de las habitaciones de los niños. Las diferentes clases de crecimiento —gente más pobre contra gente más rica— los condena de formas distintas.
A los economistas podría entusiasmarles el impulsar el crecimiento ilimitado si no les preocupara que nuestros logros sigan costando bosques, pastizales, arrecifes coralinos, océanos, otras criaturas y pueblos indígenas.
¿Cuáles son los logros del crecimiento? ¿El que la población se haya duplicado a lo largo de mi vida ha logrado que el mundo se vuelva más pacífico, seguro, amable y humano? ¿Tenemos computadoras, cámaras digitales, smartphones e ibuprofeno porque hay miles de millones de personas más que hace medio siglo? No. Los tenemos porque los ingenieros mejoran las tecnologías con el tiempo, no porque la población se haya duplicado. Abundante no es lo mismo que mejor.
La vida mejora en términos de salud, seguridad, amor, familia, comunidad y compasión. Tener más cosas, tener menos espacio, más competencia, buscar más ganancias —y seamos directos, obtener grandes ganancias siempre es el objeto del afán de crecimiento de los economistas— no es lo que hace que la vida valga la pena.
Parece justo dejar que la gente pobre conozca el secreto principal de la gente rica, culta y exitosa: las familias pequeñas se traducen en vidas mejores . Una de las coincidencias más afortunadas es que la misma medida que reduce las tasas de fertilidad con mayor velocidad es la misma que reduce la pobreza: educar a las niñas.
Las mujeres analfabetas tienen tres veces más hijos que las mujeres cultas y sus hijos tienden a quedarse en la pobreza. Mientras tanto, cada año de educación representa un aumento de entre el 10 y el 20% en el potencial de ingreso de las mujeres. Cuando la gente está un poco mejor, desean tener menos hijos. El género y la justicia siempre hacen buena pareja.
Si se tratara de un pastel, obtendrías las rebanadas más grandes en una mesa con menos comensales. La forma más fácil, menos costosa y más eficiente de tener una rebanada de pastel más grande es limitar la cantidad de invitados.
La mayoría de nosotros sabemos que el secreto para tener una buena vida es tener una familia pequeña. Funciona igual a escala mundial. Si amas a tus hijos, a la humanidad y al mundo, quieres brindarles el mejor cuidado posible, no provocar que no quepan en tu casa.
¿Crecer solo por crecer? No le veo sentido.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Carl Safina