OPINIÓN: La Primera Guerra Mundial, el conflicto que colapsó imperios
Nota del editor: Rina Mussali es analista, internacionalista y conductora de Vértice Internacional y de la serie 2014: Elecciones en el Mundo, en el Canal del Congreso. Síguela en su cuenta de twitter: @RinaMussali
(CNNMéxico)— El 2014 es un año especial para la historia del mundo. Es el año del recuerdo, de las conmemoraciones y de la reflexión: hace 100 años fue asesinado el archiduque Francisco Fernando de Habsburgo y su esposa Sofía, acontecimiento que precipitó el estallido de la Primera Guerra Mundial y con ello una secuencia de hechos que cambiarían la naturaleza del mundo.
En este año también se conmemoran los 75 años del comienzo de la Segunda Guerra Mundial y los 25 años de la caída del Muro de Berlín, aquel muro que dividió a Alemania durante 28 largos años.
En este año de remembranza, también aparecen en la memoria colectiva global los 20 años de la Guerra de los Balcanes que llevó al desmembramiento de la República Federal Socialista de Yugoslavia, así como la limpieza étnica que cometieron los serbios en contra de la población bosnia musulmana, el genocidio más grande de Europa después de la Segunda Guerra Mundial.
De igual manera, se cumplen dos décadas del genocidio en Ruanda, las semillas del odio que pasaron por la "solución final de 1994" la matanza sistemática de hombres, mujeres y niños que cometió la mayoría hutu contra la minoría tutsi, una fórmula que se conjugó con el silencio vergonzoso y la apatía de la comunidad internacional y que puso al desnudo uno de los capítulos más negros de la historia.
Tan sólo bastó una chispa para hacer estallar la Primera Guerra Mundial, una conflagración entre los poderes centrales europeos para zanjar sus discrepancias coloniales y diferencias económicas que tuvieron lugar en una historia de alianzas y contra-alianzas, intrigas, conjuras y diplomacia secretiva que dejaron ver los planes expansionistas y las ambiciones nacionalistas de los países que hoy conforman la Unión Europea (UE).
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Lo que parecía ser una guerra más en los Bálcanes terminó por involucrar a los poderes hegemónicos europeos y a países extracontinentales como Estados Unidos quien se vio forzado a abandonar su política aislacionista y de neutralidad en 1917.
Con el desenlace de la Primera Guerra Mundial o Gran Guerra se generó el colapso y desintegración de varios imperios, como el alemán, austro-húngaro y otomano, que a su vez permitieron destellar los nuevos bríos de otros países como Estados Unidos que se convertiría en un poder nodal del siglo XX.
Fue el nacimiento de nuevos países lo que modificó el mapa de la geopolítica global y la nueva correlación de fuerzas que no contentó a Alemania, el gran perdedor de esta conflagración y que llevarían al mundo por el sendero de la Segunda Guerra Mundial.
No perdamos de vista, que los trágicos sucesos de la Primera Guerra Mundial anticiparon un siglo lleno de calamidades y conflictos, una cadena de eventos que marcaron profundamente la naturaleza del sistema internacional y el rumbo que caracterizaría al siglo XX.
Los efectos globales se tocaron con la revolución bolchevique de 1917, el auge del nazismo en Alemania y la consecuente Segunda Guerra Mundial y hasta la Guerra Fría, todos ellos sucesos que de alguna manera u otra están interrelacionados con la primera conflagración mundial.
Los giros del mundo tras la Gran Guerra
¿Cuáles han sido los saltos cuánticos que el mundo ha sufrido en estos últimos 100 años de historia?
Hay numerosos cambios geográficos, políticos, económicos, sociales, científicos, tecnológicos y culturales que han tenido lugar y que no se pueden agotar en estas notas, pero vale la pena destacar que con el Tratado de Versalles (1919) se redefinió la nueva estructura territorial del mundo y eso afectó profundamente el juego de las relaciones internacionales.
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Hace diez decenios prevalecía el pensamiento imperialista, nacionalista y revanchista que a lo largo del siglo XX fue motor para propiciar una Segunda Guerra Mundial y numerosos conflictos entre países y regiones, como la Guerra Fría en la que se desenvolvieron la Guerra de las Coreas y la Guerra deVietnam y otros conflictos que tuvieron lugar bajo el armazón de un nuevo orden internacional que encontró lugar con la desintegración de la ex Unión Soviética.
De esta manera la guerra de los Balcanes, la Guerra en contra del Terrorismo -con la consecuente invasión a Afganistán y posteriormente a Irak- así como una serie de conflictos raciales e interétnicos se desencadenaron llenando las páginas más oscuras de la historia.
En este periodo también vivimos el miedo a la "destrucción total asegurada” con un mundo dividido entre dos bandos antagónicos, cuyo equilibrio se sustentó en la "paz nuclear".
Sin embargo, también hemos sido testigos del fin del bipolarismo y la llegada del multipolarismo, es decir, la proliferación de varios nodos del poder global que tienen cita con las economías emergentes y el rol de ascenso de países como China, Rusia, Brasil e India y Sudáfrica en la palestra global.
El siglo XX, portador de numerosos conflictos internacionales, regionales y nacionales también ha sido el gran procreador de la cultura de la no violencia y la promoción de los derechos humanos.
Hoy el Estado ha dejado de ser el actor exclusivo de las relaciones internacionales y la diplomacia clásica ha tenido que aprender a cohabitar con la proliferación de actores no estatales como la sociedad civil organizada y las ONGs que han irrumpido de manera intempestiva en el escenario global.
Hemos visto multiplicar un paraguas de iniciativas que trabajan a favor de las causas sociales y humanitarias y hemos observado como se han creado tribunales internacionales ad hoc para sancionar crímenes de guerra y de lesa humanidad.
Aunque hoy atestiguamos grandes disruptores a la paz global, también hemos construido instituciones que pueden disuadir la guerra. Quizá el ejemplo más emblemático sea el de la UE, cuya construcción inacabada por más de 60 años ha podido evitar mayor desesperanza y destrucción.
Este experimento geopolítico de paz -que sin derramamiento de sangre y transiciones voluntarias- ha podido agrupar en una sóla entidad a 28 países dispares y heterogéneos.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Rina Mussali.